La división corroe al MAS
La Paz, El Diario
El partido de gobierno, Movimiento Al Socialismo, ha ingresado en la peligrosa pendiente de la división; un mal que, en la historia de la humanidad, afectó a la mayoría de las posiciones partidistas y, en casos, determinó su destrucción. Nosotros, en Bolivia, contamos muchas experiencias al respecto desde la fundación de la República el año 1825, cuando grupos que se formaron antes de la declaratoria de la independencia y varios en el curso del tiempo, se han dividido.
Las razones en el pasado - muchas de las que se repiten hoy - son varias; pero muy especialmente aquellas que tienen que ver con intereses que tienen los dirigentes y la misma militancia que, parece ser consigna, esperan réditos que otorgan los cargos partidarios y, luego, desde las esferas gubernamentales cuando se alcanzó el poder, dividendos agrandados de lo que se pueda disfrutar a costa de las arcas del Estado.
El caso del MAS fue construyéndose paso a paso, desde el mismo año de asunción al gobierno; las muchas fisuras que se han presentado mostraron situaciones que llegarían a quebrar una aparente unidad que se creía era “fortaleza del nuevo partido porque alcanzaron las cimas políticas los representantes de los originarios”. Este razonamiento - esgrimido originalmente - no tuvo consistencia en los hechos porque, a vista de dirigentes del campesinado y de grupos de mineros y obreros que conformaron desde su origen la cúpula del MAS, mostraron mucha ambición por todo lo que se podía conseguir.
La división es la que, por falta de preparación humanística y ausencia de valores y conciencia de país, degeneró en la corrupción que, en algunos casos, tuvo que cortar el propio jefe partidario, aunque sin los resultados esperados porque el mal se hizo presente en muchas actividades de dirigentes que ocuparon cargos importantes; en otras palabras, la corrupción carcomió las filas del MAS y las fisuras abiertas se abrieron e hicieron casi norma de comportamiento en muchos grupos que, hasta ignorando la autoridad de sus jefes, aprovecharon toda posibilidad para el enriquecimiento.
Los ejemplos de corrupción, que en algunos casos dieron como resultado ingresos a la cárcel, otros fueron separados de la función partidaria y muchos condenados por la colectividad, son múltiples; pero tal vez el caso de mayor división radica en grupos que, directamente o no, tienen que ver con el cultivo de coca, la fabricación de pasta base y cocaína cristalizada y que conforman los cuadros tenebrosos del narcotráfico; una actividad delictiva que ha restado mucha autoridad al Presidente que anuncia, de tanto en tanto, su propósito de “combatir al mal”, pero es muy poco lo que muestra en cuanto a resultados por las labores de interdicción.
El quiebre de la unidad del MAS, dados los antecedentes y las últimas informaciones que se han dado, muestra que será difícil curarlo; el mal se produjo en seis años y con una presión permanente en pos de conseguir puestos de poder o aquellos que permitan enriquecimiento, figuración, cambio de posición social o muchas “razones” que se han presentado no sólo en la función partidaria sino en el desempeño de funciones públicas, que no siempre ha sido honrado con la debida responsabilidad. En concreto, como no hay conciencia de país, menos puede haber valores en favor partidario; al contrario, esa carencia de valores dará lugar a una persistencia en la división que el Presidente y sus seguidores tendrán que sopesar y, si fuese posible, corregir.
El partido de gobierno, Movimiento Al Socialismo, ha ingresado en la peligrosa pendiente de la división; un mal que, en la historia de la humanidad, afectó a la mayoría de las posiciones partidistas y, en casos, determinó su destrucción. Nosotros, en Bolivia, contamos muchas experiencias al respecto desde la fundación de la República el año 1825, cuando grupos que se formaron antes de la declaratoria de la independencia y varios en el curso del tiempo, se han dividido.
Las razones en el pasado - muchas de las que se repiten hoy - son varias; pero muy especialmente aquellas que tienen que ver con intereses que tienen los dirigentes y la misma militancia que, parece ser consigna, esperan réditos que otorgan los cargos partidarios y, luego, desde las esferas gubernamentales cuando se alcanzó el poder, dividendos agrandados de lo que se pueda disfrutar a costa de las arcas del Estado.
El caso del MAS fue construyéndose paso a paso, desde el mismo año de asunción al gobierno; las muchas fisuras que se han presentado mostraron situaciones que llegarían a quebrar una aparente unidad que se creía era “fortaleza del nuevo partido porque alcanzaron las cimas políticas los representantes de los originarios”. Este razonamiento - esgrimido originalmente - no tuvo consistencia en los hechos porque, a vista de dirigentes del campesinado y de grupos de mineros y obreros que conformaron desde su origen la cúpula del MAS, mostraron mucha ambición por todo lo que se podía conseguir.
La división es la que, por falta de preparación humanística y ausencia de valores y conciencia de país, degeneró en la corrupción que, en algunos casos, tuvo que cortar el propio jefe partidario, aunque sin los resultados esperados porque el mal se hizo presente en muchas actividades de dirigentes que ocuparon cargos importantes; en otras palabras, la corrupción carcomió las filas del MAS y las fisuras abiertas se abrieron e hicieron casi norma de comportamiento en muchos grupos que, hasta ignorando la autoridad de sus jefes, aprovecharon toda posibilidad para el enriquecimiento.
Los ejemplos de corrupción, que en algunos casos dieron como resultado ingresos a la cárcel, otros fueron separados de la función partidaria y muchos condenados por la colectividad, son múltiples; pero tal vez el caso de mayor división radica en grupos que, directamente o no, tienen que ver con el cultivo de coca, la fabricación de pasta base y cocaína cristalizada y que conforman los cuadros tenebrosos del narcotráfico; una actividad delictiva que ha restado mucha autoridad al Presidente que anuncia, de tanto en tanto, su propósito de “combatir al mal”, pero es muy poco lo que muestra en cuanto a resultados por las labores de interdicción.
El quiebre de la unidad del MAS, dados los antecedentes y las últimas informaciones que se han dado, muestra que será difícil curarlo; el mal se produjo en seis años y con una presión permanente en pos de conseguir puestos de poder o aquellos que permitan enriquecimiento, figuración, cambio de posición social o muchas “razones” que se han presentado no sólo en la función partidaria sino en el desempeño de funciones públicas, que no siempre ha sido honrado con la debida responsabilidad. En concreto, como no hay conciencia de país, menos puede haber valores en favor partidario; al contrario, esa carencia de valores dará lugar a una persistencia en la división que el Presidente y sus seguidores tendrán que sopesar y, si fuese posible, corregir.