Homenaje a Únzaga

Remy Solares
Surgió también hace tiempo un clamor de protesta ante el monopolio de los poderes del Estado, utilizado para acallar la voz de descontento justificado del pueblo liderado por Oscar Únzaga de la Vega y su partido Falange Socialista Boliviana. Hoy aquella lucha y sacrificio no es reconocida ni siquiera para el resarcimiento que se está otorgando a víctimas de la represión y violencia política. Y se está beneficiando a algunos que incluso fueron represores durante el doble sexenio de 1952 a 1964.

Aprendimos a “cumplir el deber por amor al deber no a la recompensa”. La lucha de FSB no tuvo ni tiene precio. La historia juzga y los hechos luctuosos, crueles, dolorosos, perversos que no se dieron antes en Bolivia, nunca se los podrá olvidar. Hubo persecuciones, destierros, confinamientos, crímenes, asesinatos y otros males con centros de tortura y campos de concentración, gavillas de paramilitares, milicianos y barzolas, avasallamiento de las libertades ciudadanas y asalto a la propiedad privada en aquel entonces. Es suficiente leer el libro “Campos de Concentración en Bolivia”, de Fernando Loayza Beltrán, y otras obras como “Bolivia, Cementerio de la Libertad”, “Únzaga, Mártir de América” o relatos de la prensa escrita de entonces.

Muchos aprendimos de Oscar Únzaga a amar a Bolivia sobre todo egoísmo. Por ello es inmensa nuestra fe en el destino de la Patria, como lo es nuestra misión de proyectar a la Nación hacia el desarrollo integral y auto sostenido. Hacer de Bolivia engrandecida, fuerte, renovada y participativa es el mejor homenaje que podemos hacer a aquel líder incorruptible que fue asesinado vilmente el 19 de abril de 1959, cuando también fueron fusilados 23 jóvenes dirigentes de FSB en el Cuartel Sucre de la ciudad de La Paz. Ellos desde la eternidad nos dan fuerzas para seguir el camino revolucionario.

Ahora con autoridad moral y preocupación hacemos una crítica y reflexión profunda a todos los bolivianos y al Gobierno. Desde todos los ámbitos conscientes del país se eleva el grito de protesta de un pueblo que soporta el despotismo y demanda justicia, la vigencia de los DDHH, el ejercicio de la ética política, el respeto a la autoridad elegida democráticamente mediante el voto ciudadano, sin utilizar a los operadores de la justicia como brazo de terrorismo judicial.

Está comprobado que allí donde no existe dinámica, se inicia el estancamiento y políticamente proliferan los predestinados e impostores que se apoltronan en las estructuras de los gobiernos surgentes para satisfacer sus inconfesables intereses. Proliferan los pseudo intelectuales de inútiles discursos, campeones del sofisma.

El Parlamento parece haberse convertido en centro de oscuros enjuagues de la mayoría dócil que espera los beneficios materiales que salen de las arcas fiscales, con el consentimiento del Órgano Ejecutivo y el silencio del Órgano Judicial, mientras el Legislativo acata vergonzosamente disposiciones políticas del Ejecutivo.

Si interpretamos la asistencia de masas desvertebradas como apoyo al Gobierno, por falta de una estructura interna la presencia de éstas sólo cubre una necesidad perentoria, no soluciona la orfandad orgánica.

Muchos dicen que parece repetirse la historia del periodo de gobierno de 1952, que en el país gestó terrorismo. Hoy parecería que se está utilizando al Poder Judicial (que tal vez decida la suerte de los ciudadanos enjuiciados con las argucias del juego de la coca), como instrumento de intimidación para iniciar juicios a quienes se oponen a los desaciertos oficiales o denuncias sobre hechos de corrupción; “pueblo que no aprende su historia está condenado a repetirla”.

Parece que tenemos un híbrido gobierno sin identificación ideológica, aunque se autodenomina marxista-leninista, posición política históricamente superada, derrotada. Y parece ser stalinista por su modo de actuar, que resume los errores de la administración del Estado y es hoy el trampolín más peligroso para su desintegración por el vacío del propósito revolucionario.

El desarrollo de la economía, que es presentado en el exterior, internamente es apenas un castillo de naipes que puede ser barrido por la caída de los precios de minerales y los hidrocarburos y por el descontento social debido al desmedido del control total de los Poderes del Estado.

El desarrollo económico, basado en la creación de una nueva clase social, quiebra la revolución, gestando un ciclo insurgente. Cualquier Gobierno que controle totalmente los Poderes del Estado pone en riesgo su estabilidad, que puede acabar por una eclosión social intermitente. Los oportunistas incrustados en el Gobierno y que le hacen mucho daño al partido político gobernante y al país, hacen manipuleo formalista, puramente experimental y enunciativo de la escala de valores gubernamental, sin contenido ideológico definido.

Únzaga nos dijo que nunca desmaye el ánimo… ningún peligro te detenga.

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