Francia, dividida

El relevo en el Elíseo tras la victoria de Hollande puede llevar a un cambio en Europa

Madrid, El País
Los resultados de la primera vuelta en las elecciones presidenciales francesas hacen presagiar una dura campaña en las próximas dos semanas entre Nicolas Sarkozy y François Hollande, condicionada por el preocupante ascenso en la primera vuelta de la extrema derecha, representada por Marine Le Pen. Aunque el conjunto de la derecha, incluido su extremo, está fuerte, si bien menos que en 2007, es la primera vez que un presidente en ejercicio no sale de esta confrontación en cabeza. Las urnas han reflejado una Francia dividida y el hartazgo que produce Sarkozy por la manera en que ha llevado la presidencia de la República y por las reformas y recortes que ha impuesto.

Los resultados y los sondeos apuntan a que, si no comete errores, el socialista Hollande tiene posibilidades de llegar al Elíseo tras la segunda vuelta, el 6 de mayo. Sarkozy se convertiría así en el undécimo, y principal, jefe de Estado o de Gobierno de la zona euro barrido por el tsunami de la crisis financiera y económica que estalló en 2008, a los que hay que sumar otros de fuera de la unión monetaria, como Gordon Brown en Reino Unido.

Hollande aventaja a su rival, a pesar del impulso que supuso para Sarkozy la gestión de los atentados de Toulouse y Montauban. Y lo ha hecho de forma tranquila y con un discurso de izquierdas. Pero los socialistas, como le pasó a Mitterrand en 1981, no se bastan a sí mismos. Necesitarán bastante más que el apoyo sin condiciones del Frente de Izquierda que ayer dio Jean-Luc Mélenchon, llegado en cuarto lugar, por detrás de lo previsto.

Es harto preocupante no solo que el resultado logrado por Marine Le Pen sea el mejor nunca logrado por el Frente Nacional, sino también que su discurso antieuropeo y xenófobo haya contaminado el conjunto del debate político francés, y en primer lugar el del propio Sarkozy, necesitado de esos votos que, sin embargo, no tiene garantizados para el 6 de mayo. Los votantes del centrista François Bayrou, con una cifra más que digna, tienen una de las claves para el 6 de mayo.

Toda Europa, y más allá, se siente concernida por estos comicios en los que se enfrentan diversas concepciones de la integración continental. Aunque en el último trecho Sarkozy se ha acercado a las tesis de Hollande para que en la UE, y especialmente en la zona euro, se diseñen estrategias de crecimiento, y no solo de austeridad asfixiante, otros elementos, como el control de la inmigración en la UE, les separan. Resultaría paradójico que el principal aliado de Rajoy en la UE acabara siendo un socialista en el Elíseo, pero solo aparentemente, pues Sarkozy lo fue de Zapatero.

La alta participación indica la importancia de lo que está en juego. En las próximas dos semanas se confrontarán dos opciones claramente diferenciadas en muchos terrenos. Pero el cambio en Francia puede empezar a llevar a un cambio en Europa. Un cambio necesario.

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