Explosión nuclear no destruiría ciudades estadounidenses
Washington, EP
Hollywood ha destruido Washington —o Nueva York o Los Angeles— muchas veces con bombas nucleares detonadas por terroristas. Resulta más difícil en la vida real.
Al pensar sobre lo impensable, un estudio del gobierno de Estados Unidos analizó los posibles efectos de que terroristas accionen un dispositivo nuclear de 10 kilotones a pocas manzanas al norte de la Casa Blanca. Predijo una devastación terrible en un radio de media milla (800 metros), con edificios reducidos a escombros de la manera en que los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial destruyeron zonas de Berlín. Pero fuera de la zona de detonación, concluyó el estudio, sería fácil sobrevivir a semejante explosión.
"No es el fin del mundo", dijo Randy Larsen, un coronel retirado de la Fuerza Aérea y director fundador del Instituto de Seguridad Nacional. "No es un escenario tipo Guerra Fría".
El estudio de 120 páginas realizado por la Agencia Federal de Manejo de Emergencias pasó mayormente inadvertido cuando fue publicado a fines del año pasado. El informe, "Factores Clave del Plan de Respuesta Tras el Terrorismo Nuclear", fue producido en noviembre por el Departamento de Seguridad Nacional y la Agencia Nacional de Seguridad Nuclear. Pese a que el gobierno lo considera "sólo para uso oficial" y nunca lo publicó en internet, el estudio circuló meses después en cibersitios científicos y gubernamentales.
El reporte calculó que la zona de detonación se extendería apenas más allá del prado sur de la Casa Blanca y al este hasta la sede del FBI.
"Se espera que pocos edificios bajo tierra permanezcan en buenas condiciones o incluso de pie, y pocas personas sobrevivirían", predijo. Describió la zona de la explosión como una "zona de acceso prohibido" durante días posteriores debido a la radiación. Pero el Capitolio, la Corte Suprema, el monumento a Washington, los monumentos a Lincoln y a Jefferson, y el Pentágono a lo largo del Río Potomac aparecen dentro de las áreas descritas como de "daños leves", con algunas ventanas rotas y lesiones en su mayoría leves.
El estudio del gobierno predijo 323.000 lesionados y más de 45.000 muertos. Una explosión nuclear de 10 kilotones sería casi 5.000 veces más potente que el camión bomba que destruyó el edificio federal en Oklahoma City en 1995.
El fogonazo de la explosión sería visto a cientos de millas de distancia, pero la nube de hongo —de hasta cinco millas de altura— solamente mantendría su forma durante un par de minutos. El destello sería tan brillante que podría causar ceguera temporal a personas que se encuentren a una distancia de hasta 12 millas, entre ellos conductores sobre el Periférico de Washington. Al menos cuatro hospitales del área resultarían severamente dañados o no podrían prestar servicio y otros cuatro sufrirían una peligrosa lluvia radiactiva. El gobierno indicó que espera enviar alertas posteriores por televisión, radio, correo electrónico, mensajes de texto y servicios de redes sociales como Twitter y Facebook.
Predijo además la seriedad de la lluvia radiactiva, la que podría propagarse por vientos predominantes que varían dependiendo de la temporada y exponer a las víctimas cercanas a la explosión a un nivel de 300 a 800 roentgenes en las primeras dos horas, o lo suficiente para matar a casi todos ellos. Durante la primavera, la lluvia radiactiva se propagaría sobre todo al norte y oeste del centro de Washington. Pero en el verano, se extendería mayormente al sureste. Luego de dos horas, la nube radiactiva avanzaría a Baltimore con menos exposición.
"Desafortunadamente, nuestros instintos pueden ser nuestro peor enemigo", indicó el reporte. Tras el fogonazo de una explosión nuclear, la gente correría hacia las ventanas para ver pero la explosión resultante podría hacer estallar ventanas en una distancia de hasta tres millas tan solo 10 segundos después y causar lesiones.
Las víctimas aterradas tratarían de alejarse de la zona, pero al salir podrían exponerse a cantidades letales de radiación en cuestión de pocos minutos. Un vehículo no ofrece protección. La recomendación del gobierno para quienes se encuentren dentro del rango de 50 millas a la redonda: Baje a la planta baja y diríjase a la cochera o al sótano. Cualquier persona que sea sorprendida en el exterior y se dirija al interior debería quitarse la playera o chaqueta y calzado y sacudir su cabello para expulsar partículas grandes de radiación.
La extensión de la zona de explosión dependería de la ciudad. En ciudades de mayor población, entre ellas Nueva York, los rascacielos podrían ayudar a limitar la propagación de escombros, si bien una nube de lluvia radiactiva podría extenderse en un área mayor.
La clave es dirigirse rápidamente a la planta baja hacia los estacionamientos o a sótanos resistentes y esperar, dijo Larsen. Luego de aproximadamente siete horas, la radiación empezaría a dispersarse de forma considerable, dijo.
El estudio del gobierno no analiza la verosimilitud de que terroristas generen una boba nuclear o trasladen una a Washington, que se encuentra protegida con sensores de radiación y otros dispositivos tecnológicos diseñados para frustrar ese tipo de ataques. No indica por qué se eligió esa intersección —las calles 16 y K al noroeste— como el epicentro de su ficticia explosión nuclear.
La mayor diferencia entre el desastre que el gobierno analizó y las pesadillas del próximo misil balístico internacional de la ex Unión Soviética es el tamaño de la explosión. Los temores de la era de la Guerra Fría imaginaron bombas de hidrógeno masivas detonadas en el cielo, no un dispositivo más pequeño —una que podría ser instalada en el interior de una camioneta tipo van estacionada— explotando en media calle.
"Nuestras imágenes de una guerra nuclear son las de Hiroshima o Nagasaki o lo que vimos en las películas durante la Guerra Fría", dijo Brian Michael Jenkins, un asesor principal del presidente del Corporativo RAND. "Si uno piensa que (una ciudad) será arrasada de la faz de la Tierra, eso no ocurrirá".
Hollywood ha destruido Washington —o Nueva York o Los Angeles— muchas veces con bombas nucleares detonadas por terroristas. Resulta más difícil en la vida real.
Al pensar sobre lo impensable, un estudio del gobierno de Estados Unidos analizó los posibles efectos de que terroristas accionen un dispositivo nuclear de 10 kilotones a pocas manzanas al norte de la Casa Blanca. Predijo una devastación terrible en un radio de media milla (800 metros), con edificios reducidos a escombros de la manera en que los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial destruyeron zonas de Berlín. Pero fuera de la zona de detonación, concluyó el estudio, sería fácil sobrevivir a semejante explosión.
"No es el fin del mundo", dijo Randy Larsen, un coronel retirado de la Fuerza Aérea y director fundador del Instituto de Seguridad Nacional. "No es un escenario tipo Guerra Fría".
El estudio de 120 páginas realizado por la Agencia Federal de Manejo de Emergencias pasó mayormente inadvertido cuando fue publicado a fines del año pasado. El informe, "Factores Clave del Plan de Respuesta Tras el Terrorismo Nuclear", fue producido en noviembre por el Departamento de Seguridad Nacional y la Agencia Nacional de Seguridad Nuclear. Pese a que el gobierno lo considera "sólo para uso oficial" y nunca lo publicó en internet, el estudio circuló meses después en cibersitios científicos y gubernamentales.
El reporte calculó que la zona de detonación se extendería apenas más allá del prado sur de la Casa Blanca y al este hasta la sede del FBI.
"Se espera que pocos edificios bajo tierra permanezcan en buenas condiciones o incluso de pie, y pocas personas sobrevivirían", predijo. Describió la zona de la explosión como una "zona de acceso prohibido" durante días posteriores debido a la radiación. Pero el Capitolio, la Corte Suprema, el monumento a Washington, los monumentos a Lincoln y a Jefferson, y el Pentágono a lo largo del Río Potomac aparecen dentro de las áreas descritas como de "daños leves", con algunas ventanas rotas y lesiones en su mayoría leves.
El estudio del gobierno predijo 323.000 lesionados y más de 45.000 muertos. Una explosión nuclear de 10 kilotones sería casi 5.000 veces más potente que el camión bomba que destruyó el edificio federal en Oklahoma City en 1995.
El fogonazo de la explosión sería visto a cientos de millas de distancia, pero la nube de hongo —de hasta cinco millas de altura— solamente mantendría su forma durante un par de minutos. El destello sería tan brillante que podría causar ceguera temporal a personas que se encuentren a una distancia de hasta 12 millas, entre ellos conductores sobre el Periférico de Washington. Al menos cuatro hospitales del área resultarían severamente dañados o no podrían prestar servicio y otros cuatro sufrirían una peligrosa lluvia radiactiva. El gobierno indicó que espera enviar alertas posteriores por televisión, radio, correo electrónico, mensajes de texto y servicios de redes sociales como Twitter y Facebook.
Predijo además la seriedad de la lluvia radiactiva, la que podría propagarse por vientos predominantes que varían dependiendo de la temporada y exponer a las víctimas cercanas a la explosión a un nivel de 300 a 800 roentgenes en las primeras dos horas, o lo suficiente para matar a casi todos ellos. Durante la primavera, la lluvia radiactiva se propagaría sobre todo al norte y oeste del centro de Washington. Pero en el verano, se extendería mayormente al sureste. Luego de dos horas, la nube radiactiva avanzaría a Baltimore con menos exposición.
"Desafortunadamente, nuestros instintos pueden ser nuestro peor enemigo", indicó el reporte. Tras el fogonazo de una explosión nuclear, la gente correría hacia las ventanas para ver pero la explosión resultante podría hacer estallar ventanas en una distancia de hasta tres millas tan solo 10 segundos después y causar lesiones.
Las víctimas aterradas tratarían de alejarse de la zona, pero al salir podrían exponerse a cantidades letales de radiación en cuestión de pocos minutos. Un vehículo no ofrece protección. La recomendación del gobierno para quienes se encuentren dentro del rango de 50 millas a la redonda: Baje a la planta baja y diríjase a la cochera o al sótano. Cualquier persona que sea sorprendida en el exterior y se dirija al interior debería quitarse la playera o chaqueta y calzado y sacudir su cabello para expulsar partículas grandes de radiación.
La extensión de la zona de explosión dependería de la ciudad. En ciudades de mayor población, entre ellas Nueva York, los rascacielos podrían ayudar a limitar la propagación de escombros, si bien una nube de lluvia radiactiva podría extenderse en un área mayor.
La clave es dirigirse rápidamente a la planta baja hacia los estacionamientos o a sótanos resistentes y esperar, dijo Larsen. Luego de aproximadamente siete horas, la radiación empezaría a dispersarse de forma considerable, dijo.
El estudio del gobierno no analiza la verosimilitud de que terroristas generen una boba nuclear o trasladen una a Washington, que se encuentra protegida con sensores de radiación y otros dispositivos tecnológicos diseñados para frustrar ese tipo de ataques. No indica por qué se eligió esa intersección —las calles 16 y K al noroeste— como el epicentro de su ficticia explosión nuclear.
La mayor diferencia entre el desastre que el gobierno analizó y las pesadillas del próximo misil balístico internacional de la ex Unión Soviética es el tamaño de la explosión. Los temores de la era de la Guerra Fría imaginaron bombas de hidrógeno masivas detonadas en el cielo, no un dispositivo más pequeño —una que podría ser instalada en el interior de una camioneta tipo van estacionada— explotando en media calle.
"Nuestras imágenes de una guerra nuclear son las de Hiroshima o Nagasaki o lo que vimos en las películas durante la Guerra Fría", dijo Brian Michael Jenkins, un asesor principal del presidente del Corporativo RAND. "Si uno piensa que (una ciudad) será arrasada de la faz de la Tierra, eso no ocurrirá".