El Barça vence a la angustia


Barcelona, As
El Milán es la angustia, el enemigo que acumula batallas perdidas pero al que cuesta horrores ganar la guerra. Un rival para el que las cicatrices son lecciones y el sufrimiento poco más que un ecosistema apetecible. El Milán fue notablemente inferior en los dos partidos pero en lugar de acomplejarse supo jugar a partir de esa condición y sobrevivir. Pasó la ida sin aspavientos y vivió más de medio tiempo de la vuelta con un tiro a puerta: 1-1. Y para el Barcelona, la angustia.

Lo mejor de los Allegri fueron sus movimientos sin balón, si coreografía defensiva a rebufo de los pases trazados por el Barcelona. Eso y su experiencia, su extraño sentido de la autoestima, su conocimiento del oficio: Abbiati es mucho mejor portero de lo que parece, Seedorf es una fuente inagotable de fútbol, Ambrosini escapa de las tarjetas que constantemente merece e Ibrahimovic es una montaña de oro que permite obviar la construcción. Balonazos al sueco, apariciones en oleada de Boateng, un apagado Robinho y Nocerino, que marcó sobre la media hora el gol que equilibraba el inicial de Messi, que anotó el claro penalti que le hicieron. Ese empate llegó en el primer tiro a puerta del equipo pero no fue fruto del azar sino causa del letargo al que había llevado el equipo italiano el partido tras la salida cardíaca del Barcelona. En ese clima vive feliz, hipnotiza al rival y le hace sentirse demasiado satisfecho. Y de repente gol y partido nuevo. El Barcelona sobrevivió a eso, sobrevivió a la angustia.

Barça: más jerarquía que magia

El Barcelona llega por quinta temporada consecutiva a semifinales, ronda que ha visitado en las cuatro temporadas de Pep Guardiola en el banquillo. El dato es abrumador, una noticia extraordinaria. Ahí va otra: salió de inicio con nueve canteranos, todos menos Mascherano y Alves. El Barça fue el Barça y fue mejor: no el mejor Barcelona, sí mejor que el Milán. Aún así no respiro tranquilo hasta que el rechace de un disparo de Messi cayó en pies de Iniesta, que marcó con esa clase tan innata y tan especial que sólo tiene él. Antes Messi marcó dos penaltis, el segundo muy protestado por el Milán, que se sintió esta vez tan agraviado como el Barcelona en la ida. Messi fue otra vez el mejor: lo intentó todo y aunque no tuvo el día en el estoque provocó el primer penalti y creó la jugada del tercero. No fue el mejor Messi pero fue el mejor jugador sobre el campo en un día en el que Piqué se fue lesionado y Xavi jugó bajo mínimos, renqueante y sustituido por Thiago tras el tercer gol.

A Guardiola el plan le salió a medias. Renunció a Alexis y metió a Cuenca en una banda y a Alves en otra pero no descompuso a un Milán siempre concentrado en cerrar una franja central en la que Xavi y Cesc participaban poco. Mascherano fue el mejor de los de atrás aunque falló en el gol del Milán y el Barcelona volvió a mejorar con defensa de cuatro y Alves de lateral. Funcionó la presión en campo rival pero falló el achique: el Milán llegó con pocos toques y con más sensación de peligro que eficacia real. La elaboración se congestionó porque el rival nunca perdió el dibujo y sólo se dio por vencido en el tramo final del partido, cuando rondó el Camp Nou un cuarto gol que no llegó. Y no hizo falta. El Barcelona batió al Milán y a la angustia y sigue su defensa de la corona, ya a dos partidos de Munich. Serán ante Chelsea o Benfica, otra batalla para un equipo que al Milán le ganó mil pero sólo una guerra y con una tonelada de sudor: suficiente.

Entradas populares