Corea del Norte reconoce su fracaso públicamente por primera vez

Seúl, AFP
Corea del Norte admitió el fracaso de su misión para poner en órbita un satélite con un cohete de largo alcance, que fue lanzado ayer pese a las críticas de varios países que lo consideran una prueba balística encubierta.
El cohete portador Unha-3 despegó a las 7.39 hora local desde Tongchang-ri, al norte del país, para explotar minutos después a unos 151 kilómetros de altura y precipitarse sobre el Mar Amarillo a entre 100 y 150 kilómetros de la costa surcoreana, según la versión oficial de Seúl.

Cuatro horas después del lanzamiento la televisión norcoreana KCTV, único canal del hermético país comunista, reconoció que el satélite Kwangmyeongsong-2 "no logró entrar en órbita" y explicó que científicos, técnicos y expertos investigan las causas.

La KCTV no añadió más detalles a este breve despacho informativo y durante la mayor parte del día retransmitió discursos, documentales y canciones de alabanza a la dinastía Kim, que gobierna el país bajo un régimen totalitario de corte estalinista desde su fundación en 1948.

En un centro de prensa habilitado en Pyongyang para periodistas extranjeros -invitados para asegurar la transparencia del lanzamiento, según el régimen norcoreano-, las pantallas que supuestamente debían retransmitir la partida del cohete permanecieron apagadas.

En cualquier caso, se trata de la primera ocasión en que Corea del Norte reconoce públicamente el fracaso de uno de sus lanzamientos.

Los intentos anteriores de lanzar satélites, en 1998 y 2009, fueron definidos por Pyongyang como un éxito, a pesar de que en ambos casos expertos internacionales apuntaron a que nunca llegaron a entrar en órbita, si bien reconocieron que los cohetes portadores recorrieron más de 1.500 kilómetros.

En esta ocasión, el reconocido fracaso podría asestar un duro golpe moral al régimen del joven Kim Jong-un en una semana marcada por el centenario, el domingo, de Kim Il-sung, fundador y "líder eterno" de Corea del Norte.

El acontecimiento se plantea como la celebración más importante de 2012, en un país caracterizado por el culto a la personalidad de sus dirigentes.

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