Chile, nuevo golpe a cátedra con alza impositiva a empresas para educación
Santiago, AFP
El derechista Sebastián Piñera dio un golpe a la cátedra, con un alza de impuestos a las empresas destinada a financiar la educación, y aunque su recaudación potencial fue considerada "insuficiente", es el mayor cambio en los últimos 20 años en materia impositiva.
Fuera de su programa de gobierno, presionado por las masivas protestas estudiantiles y una popularidad en su más bajo nivel (29%), Piñera se atrevió a modificar el sistema tributario por primera vez en dos décadas, a meses de las próximas elecciones municipales, antesala de las presidenciales de 2013.
Piñera, un multimillonario empresario que trajo a regreso a la derecha tras 20 años de dominio de la centro-izquierda, propuso un alza de los impuestos a las utilidades de las empresas, desde un 17 a un 20%, y un aumento a los alcoholes de mayor graduación.
El paquete incluye una rebaja al impuesto a la renta de las personas, de entre un 10 y un 15%, siendo más significativa en los de menores sueldos, y al crédito, desde un 0,6% al 0,2%, para recaudar entre 700 y 1.000 millones de dólares al año (equivalentes a 0,3% del PIB).
La iniciativa ingresará el lunes al Congreso -donde el gobierno no tiene mayoría- y sigue a una serie de reformas sociales anunciadas por Piñera, como un inédito permiso post natal de seis meses y el fin de un recorte en las pensiones de los jubilados para el seguro de salud.
"Con esta reforma, Piñera da un golpe a lo que es la creencia más tradicional de la derecha económica; se ha apropiado del ideario clásico de la centro izquierda", explicó a la AFP el analista de la Universidad de Chile, Guillermo Holzmann.
"Piñera está mostrando un mayor pragmatismo para lograr la aceptación ciudadana y demostrar que tiene voluntad política para buscar cambios", agregó.
Para el politólogo de la Universidad Diego Portales, Mauricio Morales, se trata de una propuesta "osada para un gobierno de derecha", que está gastando sus últimas fichas para recuperar popularidad.
"Ya no le queda más que perder y asume un último riesgo en la perspectiva de aumentar su popularidad", dijo Morales a la AFP.
Su apoyo ha caído en picada desde un récord del 63% en octubre de 2010 -tras el rescate de los 33 mineros de Atacama-, a un 29%, el más bajo desde el retorno a la democracia en 1990, afectado por las protestas de estudiantes, que exigen un cambio al sistema educativo heredado de la dictadura de Augusto Pinochet, uno de los más desiguales del mundo.
El año pasado los estudiantes realizaron más de 40 marchas, alguna de las cuales reunieron a más de 100.000 personas, ocuparon por meses cientos de colegios y universidades y derribaron a dos ministros de Estado.
Este miércoles, reanudaron sus manifestaciones, con una marcha que reunió a más de 50.000 estudiantes, demostrando que su movimiento sigue en pie.
De acuerdo a cálculos privados y de estudiantes, se requieren unos 4.000 millones de dólares al año para asegurar educación gratuita a nivel escolar y universitario.
En esa perspectiva, el tope de hasta 1.000 millones de dólares que recaudará esta reforma resultan insuficientes.
"Queremos que la educación sea un derecho garantizado por el Estado. Hoy en Chile existe una educación para ricos y para pobres y esto con la actual reforma se va a mantener", dijo el dirigente estudiantil Gabriel Boric, sucesor de Camila Vallejo como presidente de la federación de la Universidad de Chile.
La oposición de centro izquierda -que domina el Senado- consideró también insuficiente la reforma, anticipándose una dura negociación en el Congreso.
"Ahora viene la parte más compleja. A raíz de esta apropiación del ideario de centro-izquierda, la oposición va a querer mucho más por lo que se prevé una ardua negociación", dijo Holzmann.
En términos comparados, la tasa de impuestos en Chile no es especialmente alta (cerca del 20% del total del PIB). En promedio, en los países de la OCDE el impuesto a las utilidades es del 26%, mientras que en Estados Unidos y Brasil sobrepasa el 30%.
Sólo un poco más del 18% de la fuerza laboral chilena paga impuestos a la renta, al tener salarios sobre los 1.100 dólares, aunque el seguro social que pagan los trabajadores chilenos es uno de los más altos, con un 25% del salario.
"Al igual que su gobierno, esta reforma tributaria decepciona precisamente porque las expectativas alimentadas por el propio presidente Piñera superan con creces la realidad", criticó el analista de la Universidad Diego Portales, Patricio Navia.
"Mucho ruido y pocas nueces", coincidió el senador oficialista, Hernán Larraín.
No obstante, es un buen intento de frenar las protestas sociales en ascenso.
"El presidente por primera vez está leyendo bien lo que le está pidiendo la ciudadanía, que es un clamor por una menor desigualdad", dijo Mauricio Morales.
Imagen divulgada por la presidencia chilena del mandatario Sebastián Piñera en la Casa de la Moneda al anunciar una reforma tributaria el 26 de abril de 2012. Piñera anunció una reforma tributaria, que incluye un alza de impuestos a las empresas y una rebaja a los de la renta de las personas, para recaudar entre 700 y 1.000 millones de dólares por año, que serán destinados a la educación.
El derechista Sebastián Piñera dio un golpe a la cátedra, con un alza de impuestos a las empresas destinada a financiar la educación, y aunque su recaudación potencial fue considerada "insuficiente", es el mayor cambio en los últimos 20 años en materia impositiva.
Fuera de su programa de gobierno, presionado por las masivas protestas estudiantiles y una popularidad en su más bajo nivel (29%), Piñera se atrevió a modificar el sistema tributario por primera vez en dos décadas, a meses de las próximas elecciones municipales, antesala de las presidenciales de 2013.
Piñera, un multimillonario empresario que trajo a regreso a la derecha tras 20 años de dominio de la centro-izquierda, propuso un alza de los impuestos a las utilidades de las empresas, desde un 17 a un 20%, y un aumento a los alcoholes de mayor graduación.
El paquete incluye una rebaja al impuesto a la renta de las personas, de entre un 10 y un 15%, siendo más significativa en los de menores sueldos, y al crédito, desde un 0,6% al 0,2%, para recaudar entre 700 y 1.000 millones de dólares al año (equivalentes a 0,3% del PIB).
La iniciativa ingresará el lunes al Congreso -donde el gobierno no tiene mayoría- y sigue a una serie de reformas sociales anunciadas por Piñera, como un inédito permiso post natal de seis meses y el fin de un recorte en las pensiones de los jubilados para el seguro de salud.
"Con esta reforma, Piñera da un golpe a lo que es la creencia más tradicional de la derecha económica; se ha apropiado del ideario clásico de la centro izquierda", explicó a la AFP el analista de la Universidad de Chile, Guillermo Holzmann.
"Piñera está mostrando un mayor pragmatismo para lograr la aceptación ciudadana y demostrar que tiene voluntad política para buscar cambios", agregó.
Para el politólogo de la Universidad Diego Portales, Mauricio Morales, se trata de una propuesta "osada para un gobierno de derecha", que está gastando sus últimas fichas para recuperar popularidad.
"Ya no le queda más que perder y asume un último riesgo en la perspectiva de aumentar su popularidad", dijo Morales a la AFP.
Su apoyo ha caído en picada desde un récord del 63% en octubre de 2010 -tras el rescate de los 33 mineros de Atacama-, a un 29%, el más bajo desde el retorno a la democracia en 1990, afectado por las protestas de estudiantes, que exigen un cambio al sistema educativo heredado de la dictadura de Augusto Pinochet, uno de los más desiguales del mundo.
El año pasado los estudiantes realizaron más de 40 marchas, alguna de las cuales reunieron a más de 100.000 personas, ocuparon por meses cientos de colegios y universidades y derribaron a dos ministros de Estado.
Este miércoles, reanudaron sus manifestaciones, con una marcha que reunió a más de 50.000 estudiantes, demostrando que su movimiento sigue en pie.
De acuerdo a cálculos privados y de estudiantes, se requieren unos 4.000 millones de dólares al año para asegurar educación gratuita a nivel escolar y universitario.
En esa perspectiva, el tope de hasta 1.000 millones de dólares que recaudará esta reforma resultan insuficientes.
"Queremos que la educación sea un derecho garantizado por el Estado. Hoy en Chile existe una educación para ricos y para pobres y esto con la actual reforma se va a mantener", dijo el dirigente estudiantil Gabriel Boric, sucesor de Camila Vallejo como presidente de la federación de la Universidad de Chile.
La oposición de centro izquierda -que domina el Senado- consideró también insuficiente la reforma, anticipándose una dura negociación en el Congreso.
"Ahora viene la parte más compleja. A raíz de esta apropiación del ideario de centro-izquierda, la oposición va a querer mucho más por lo que se prevé una ardua negociación", dijo Holzmann.
En términos comparados, la tasa de impuestos en Chile no es especialmente alta (cerca del 20% del total del PIB). En promedio, en los países de la OCDE el impuesto a las utilidades es del 26%, mientras que en Estados Unidos y Brasil sobrepasa el 30%.
Sólo un poco más del 18% de la fuerza laboral chilena paga impuestos a la renta, al tener salarios sobre los 1.100 dólares, aunque el seguro social que pagan los trabajadores chilenos es uno de los más altos, con un 25% del salario.
"Al igual que su gobierno, esta reforma tributaria decepciona precisamente porque las expectativas alimentadas por el propio presidente Piñera superan con creces la realidad", criticó el analista de la Universidad Diego Portales, Patricio Navia.
"Mucho ruido y pocas nueces", coincidió el senador oficialista, Hernán Larraín.
No obstante, es un buen intento de frenar las protestas sociales en ascenso.
"El presidente por primera vez está leyendo bien lo que le está pidiendo la ciudadanía, que es un clamor por una menor desigualdad", dijo Mauricio Morales.
Imagen divulgada por la presidencia chilena del mandatario Sebastián Piñera en la Casa de la Moneda al anunciar una reforma tributaria el 26 de abril de 2012. Piñera anunció una reforma tributaria, que incluye un alza de impuestos a las empresas y una rebaja a los de la renta de las personas, para recaudar entre 700 y 1.000 millones de dólares por año, que serán destinados a la educación.