Al Madrid le espera un hueso duro de roer
El Bayern gana con contundencia al Marsella liderado por un gran Ribéry. Olic marcó los dos goles. Robben y Mario Suárez descansaron y los cuatro apercibidos, titulares, no vieron tarjeta.
Munich, As
Mourinho sabía lo que hacía al no perder ni un segundo viendo al Barça. Total, para alimentar sus enfados... El Bayern, su rival en semifinales, tiene mucho que estudiar si se quieren evitar sorpresas desagradables. El equipo alemán ya le espera tras barrer al Olympique con un juego repleto de nervio, movilidad y pegada. Sobre todo en el primer tiempo, cuando había algo que disputar. El resto fue un mero ejercicio de recuperación. Este Bayern pasó de ronda liderado por la mejor versión de Ribéry y con un hambre que asusta. No le bastó haber encarrilado la eliminatoria en Marsella. Avasalló a su rival en Múnich al contraataque hasta hacerle otro roto considerable. Olic fue esta vez el gran protagonista.
Heynckes aprovechó la superioridad del primer partido para reservar en Alemania a dos de sus pilares. Robben y Mario Suárez descansaron, como también lo hizo por acumulación de tarjetas Schweinsteiger. Apostó por fortalecer el medio campo y por dar otra oportunidad a Olic, que respondió haciendo tantos goles como llevaba logrados hasta la fecha. Sin embargo, el extécnico madridista apostó por alinear a sus cuatro apercibidos. No hubo miedo a las tarjetas. La limpieza del encuentro no comprometió a ninguno de los afectados, así que la fiesta bávara fue completa. En semifinales sin fisuras.
Del susto a merecer la goleada
El Bayern empezó tan cómodo que se despistó al no vigilar debidamente las marcas. Remy y Morel bien pudieron darle un susto favorecidos por el valiente sistema propuesto por Deschamps a la desesperada. Al conjunto local le costó entrar en el partido, pero una vez que engrasó la maquinaria, lo hizo con contundencia. El aliento de su afición, soñadora con una posible final en casa, también tuvo su parte de culpa. Así, el Bayern mostró al mundo, y avisó al Madrid, que este equipo tiene alternativas suficientes para dar guerra y que cuando se atasca, tira del balón parado. Ese temor tan nuestro.
Ribéry fue el motor en los dos goles del primer tiempo. En el 1-0 recibió entre líneas con la soltura a la que suele y mantuvo la posesión hasta que Olic cambió su posición de fuera de juego por otra más correcta y decisiva. El francés le puso un balón en bandeja que el delantero sólo tuvo que empujar. Era la sentencia. En la jugada, el maestro galo dejó claras muestras de su clase, de su físico más esculpido y de sus ganas de hacer historia en la Champions.
El Marsella no se rindió y continuó lanzando ofensivas sin necesidad de mandar en el partido. Mbia hizo lucirse a Neuer con dos grandes estiradas que dejaron una cosa patente: lo más flojo de este Bayern reside en el centro de su defensa. Kroos, Müller y Tymoschuk respondieron a las sublevaciones, igual que hizo Olic en el 37' a la mejor ocasión del Marsella. La respuesta del bayern esta vez fue una contra de libro. La jugada nació en el área de Nouer. Ribéry recogió el balón en su área. Lo condujo con tanta elegancia como potencia, haciendo tiempo a que Alaba, un interesante lateral reconvertido, le doblara por la izquierda. Ribéry premió la carrera y la fe de su compañero con un pase que éste mejoró en busca de Olic a orillas del portero. Un golazo que restó interés al resto de minutos y que amenaza a las futuras subidas de Marcelo.
Desde el 2-0 hubo ejercicios de recuperación
La segunda parte trajo más balas perdidas del Marsella. Brandao las utiliza de fogueo. El Bayern regaló más metros, se bajó las medias y comenzó a pensar en la Bundesliga, cuyo papel es el de perseguidor. Pudo hacer algún tanto más. No abusó. Como si supiera que Mourinho no perdía ojo a este duelo, levantó radicalmente el pie del acelerador y comenzó a desempolvar el banquillo. No como medida de prevención. Puede que para despistar. No hay que desvelar todas las cartas ni mostrar todas las habilidades de Ribéry, que son miles. Lo que es seguro es que los cambios, con Mario Gómez a la cabeza, fueron un nuevo guiño al futuro: este Bayern no sólo tiene un buen once sino una gran plantilla.