Wen Jiabao evoca la Revolución Cultural para acelerar reformas políticas
El primer ministro de China dice que los cambios políticos son necesarios para atajar la corrupción y mitigar la desigual distribución de la riqueza
Pekin, El País
Wen Jiabao continúa bruñendo su imagen de reformista, en lo que parece un renovado esfuerzo por construir su legado histórico y al mismo tiempo una advertencia para la nueva generación de líderes que ocupará la cúpula del Partido Comunista Chino (PCCh) a finales de este año y la del Gobierno en marzo de 2013. El primer ministro chino ha iniciado hoy su último año como primer ministro con un mensaje que ha repetido en varias ocasiones desde 2011: Pekín tiene que acometer reformas políticas de forma “urgente” si quiere profundizar los logros obtenidos en las tres últimas décadas y evitar el caos.
Wen Jiabao ha ido hoy más lejos y ha evocado incluso el fantasma de la Revolución Cultural. “La reforma ha alcanzado una fase crítica. Sin el éxito de la reforma política, no es posible llevar a cabo reformas económicas. Los logros que hemos alcanzado podrían perderse (…), nuevos problemas que han surgido en la sociedad china no serán resueltos y podría volver a ocurrir una tragedia histórica como la Revolución Cultural”. La Revolución Cultural (1966-1976) fue un movimiento lanzado por Mao Zedong para reavivar el espíritu revolucionario y deshacerse de sus rivales políticos. Fue un periodo de caos y brutalidad, cuyo recuerdo aún persigue a una buena parte de la población china.
“El desarrollo de la economía ha causado una distribución injusta (de la riqueza), la pérdida de credibilidad, corrupción y otros problemas. Para resolverlos, es necesario adoptar no solo reformas económicas sino políticas, especialmente reformas del partido y del sistema de liderazgo del Estado”.
Wen no ha dado más detalles ni ha ofrecido un calendario. El PCCh continúa bien anclado en el poder y no está dispuesto a que nada ponga en peligro el sistema de partido único. El jefe de Gobierno ha asegurado en su rueda de prensa anual, celebrada en el Gran Palacio del Pueblo, en la plaza Tiananmen, con motivo de la clausura de la sesión anual del Parlamento, que las reformas deben adaptarse a las particulares circunstancias nacionales chinas y deben ser llevadas a cabo “paso a paso” y de forma ordenada.
Pekin, El País
Wen Jiabao continúa bruñendo su imagen de reformista, en lo que parece un renovado esfuerzo por construir su legado histórico y al mismo tiempo una advertencia para la nueva generación de líderes que ocupará la cúpula del Partido Comunista Chino (PCCh) a finales de este año y la del Gobierno en marzo de 2013. El primer ministro chino ha iniciado hoy su último año como primer ministro con un mensaje que ha repetido en varias ocasiones desde 2011: Pekín tiene que acometer reformas políticas de forma “urgente” si quiere profundizar los logros obtenidos en las tres últimas décadas y evitar el caos.
Wen Jiabao ha ido hoy más lejos y ha evocado incluso el fantasma de la Revolución Cultural. “La reforma ha alcanzado una fase crítica. Sin el éxito de la reforma política, no es posible llevar a cabo reformas económicas. Los logros que hemos alcanzado podrían perderse (…), nuevos problemas que han surgido en la sociedad china no serán resueltos y podría volver a ocurrir una tragedia histórica como la Revolución Cultural”. La Revolución Cultural (1966-1976) fue un movimiento lanzado por Mao Zedong para reavivar el espíritu revolucionario y deshacerse de sus rivales políticos. Fue un periodo de caos y brutalidad, cuyo recuerdo aún persigue a una buena parte de la población china.
“El desarrollo de la economía ha causado una distribución injusta (de la riqueza), la pérdida de credibilidad, corrupción y otros problemas. Para resolverlos, es necesario adoptar no solo reformas económicas sino políticas, especialmente reformas del partido y del sistema de liderazgo del Estado”.
Wen no ha dado más detalles ni ha ofrecido un calendario. El PCCh continúa bien anclado en el poder y no está dispuesto a que nada ponga en peligro el sistema de partido único. El jefe de Gobierno ha asegurado en su rueda de prensa anual, celebrada en el Gran Palacio del Pueblo, en la plaza Tiananmen, con motivo de la clausura de la sesión anual del Parlamento, que las reformas deben adaptarse a las particulares circunstancias nacionales chinas y deben ser llevadas a cabo “paso a paso” y de forma ordenada.
Los líderes chinos definen a menudo reforma política como incremento de la eficacia administrativa. Wen ha defendido en el pasado comenzar por expandir la democracia “primero dentro del partido, y luego introducirla más allá del partido”. Ha dicho que es preciso trabajar en tres áreas en particular: la igualdad social y la justicia –es decir, disminuir las tremendas disparidades que ha creado el proceso de apertura y reforma lanzado por Deng Xiaoping en diciembre de 1978-; la defensa de la independencia de la Justicia y la lucha sin cuartel contra la corrupción, uno de los problemas que más descontento provoca en la población.
También ha sugerido que el partido tiene excesivo poder, lo cual interfiere en el trabajo del Gobierno, y ha reconocido que las injusticias sociales y legales están causando descontento en la gente.
Wen Jiabao –quien en China es conocido de forma afectiva ‘el abuelo Wen’, por la imagen de cercanía a las masas que ha cultivado cuidadosamente durante se mandato- es el único líder chino que ha hablado en repetidas ocasiones de la necesidad de reformas políticas. Pero sus críticos dicen de él que no es un hombre del pueblo ni un progresista, sino un tecnócrata con dotes de actor, que ha arropado la línea dura que ha adoptado el Gobierno desde que llegó al poder en 2002 junto con el presidente Hu Jintao, y que fue intensificada el año pasado ante el miedo al contagio de las revoluciones árabes.
Los guiños reformistas del primer ministro se han producido el mismo día en que la Asamblea Popular Nacional ha aprobado cambios en la controvertida ley de procedimiento criminal, que dan a la policía poderes para detener a sospechosos en lugares secretos conocidos como “cárceles piratas”. El movimiento ha sido duramente criticado por las organizaciones de derechos humanos, aunque la ley ha sido suavizada respecto a la prevista y obliga a la policía a informar a los familiares del lugar en el que se encuentra el detenido.
La medida ha sido aireada por sus defensores como un avance hacia una mejor protección de los derechos de los sospechosos. Pero la policía y los fiscales ignoran regularmente las leyes que protegen a los detenidos, y abogados y críticos aseguran que la arbitrariedad en la aplicación de la justicia y la falta de organismos de supervisión independientes hacen que la legislación no signifique nada.
Wen Jiabao ha abordado también la economía, que el Gobierno se ha fijado como objetivo que crezca a menor ritmo –un 7,5%- en 2012, debido al impacto de la crisis global, frente al 8% previsto en los últimos años y que ha sido continuamente superado. Ha afirmado que el Gobierno dejará flotar más libremente el yuan –que Estados Unidos y otros países dicen que está infravalorado-, aunque ha señalado que la moneda china casi ha alcanzado el nivel de equilibrio. El Parlamento ha aprobado un presupuesto para este ejercicio que contempla medidas para incrementar el consumo interno, ante la debilidad de la demanda extranjera, y mayor apoyo al sistema de seguridad social, el empleo y la vivienda pública.
Preguntado sobre el conflicto en Siria, el jefe de Gobierno ha asegurado que las demandas de democracia de la población “deben ser respetadas y hay que responder a ellas”, y ha insistido que Pekín “no busca proteger a ninguna de las partes, incluido el Gobierno de Siria”. China ha sido muy criticada por vetar dos resoluciones de la ONU, que urgían el fin de la represión contra el movimiento de protesta a favor de la democracia.
También ha sugerido que el partido tiene excesivo poder, lo cual interfiere en el trabajo del Gobierno, y ha reconocido que las injusticias sociales y legales están causando descontento en la gente.
Wen Jiabao –quien en China es conocido de forma afectiva ‘el abuelo Wen’, por la imagen de cercanía a las masas que ha cultivado cuidadosamente durante se mandato- es el único líder chino que ha hablado en repetidas ocasiones de la necesidad de reformas políticas. Pero sus críticos dicen de él que no es un hombre del pueblo ni un progresista, sino un tecnócrata con dotes de actor, que ha arropado la línea dura que ha adoptado el Gobierno desde que llegó al poder en 2002 junto con el presidente Hu Jintao, y que fue intensificada el año pasado ante el miedo al contagio de las revoluciones árabes.
Los guiños reformistas del primer ministro se han producido el mismo día en que la Asamblea Popular Nacional ha aprobado cambios en la controvertida ley de procedimiento criminal, que dan a la policía poderes para detener a sospechosos en lugares secretos conocidos como “cárceles piratas”. El movimiento ha sido duramente criticado por las organizaciones de derechos humanos, aunque la ley ha sido suavizada respecto a la prevista y obliga a la policía a informar a los familiares del lugar en el que se encuentra el detenido.
La medida ha sido aireada por sus defensores como un avance hacia una mejor protección de los derechos de los sospechosos. Pero la policía y los fiscales ignoran regularmente las leyes que protegen a los detenidos, y abogados y críticos aseguran que la arbitrariedad en la aplicación de la justicia y la falta de organismos de supervisión independientes hacen que la legislación no signifique nada.
Wen Jiabao ha abordado también la economía, que el Gobierno se ha fijado como objetivo que crezca a menor ritmo –un 7,5%- en 2012, debido al impacto de la crisis global, frente al 8% previsto en los últimos años y que ha sido continuamente superado. Ha afirmado que el Gobierno dejará flotar más libremente el yuan –que Estados Unidos y otros países dicen que está infravalorado-, aunque ha señalado que la moneda china casi ha alcanzado el nivel de equilibrio. El Parlamento ha aprobado un presupuesto para este ejercicio que contempla medidas para incrementar el consumo interno, ante la debilidad de la demanda extranjera, y mayor apoyo al sistema de seguridad social, el empleo y la vivienda pública.
Preguntado sobre el conflicto en Siria, el jefe de Gobierno ha asegurado que las demandas de democracia de la población “deben ser respetadas y hay que responder a ellas”, y ha insistido que Pekín “no busca proteger a ninguna de las partes, incluido el Gobierno de Siria”. China ha sido muy criticada por vetar dos resoluciones de la ONU, que urgían el fin de la represión contra el movimiento de protesta a favor de la democracia.