Putin regresa al Kremlin entre alabanzas y críticas
Quienes apoyan al nuevo presidente dirían que su elección refuerza la visión de que su experiencia y su estilo de hombre fuerte lo convierten en el candidato ideal para presidente. Añaden que los resultados simplemente confirman que la mayoría de rusos opina como ellos.
Quienes se oponen a Putin dirían que su elección confirma las sospechas de que estos comicios, como los parlamentarios de diciembre, no son un reflejo acertado de las preferencias del país, sino una obra teatral prefabricada, manipulada para producir el resultado que el Kremlin siempre quiso.
Incluso antes de que finalizara la jornada ya se estaban emitiendo quejas sobre la votación, y aparecieron sospechas de violaciones en el proceso electoral a medida que avanzó el día.
"Carrusel de votos"
Activistas de la oposición y observadores internacionales dijeron que en particular estaban preocupados por informes sobre lo que se ha denominado "carrusel de votos", donde grupos de electores participaron más de una vez en diferentes puestos de votación.
Funcionarios rusos negaron las acusaciones y aseguraron que grupos de votantes simplemente estaban siendo transportados en buses desde plantas y fábricas hasta los puestos de votación porque son trabajadores que terminaban sus turnos.
Su queja es que los activistas de la oposición llamaron la atención deliberadamente sobre rumores e "información falsa", con el objetivo de afectar de antemano los resultados electorales.
Tendrá que pasar un tiempo antes de que se pueda confirmar si las sospechas de violaciones tienen algún sustento. Los activistas de la oposición siempre aseguraron que el momento más probable para el fraude electoral podía ser después de que se terminara la jornada, cuando los votos se cuentan en privado.
Si eso es cierto, entonces todavía falta bastante para que se pueda completar la imagen del supuesto fraude electoral.
La tercera era del "putinismo"
Mientras tanto, un mítin de apoyo al nuevo presidente que se realizó en frente del Kremlin ya envió un mensaje claro: la elección se acabó y la tercera era del "putinismo" -es decir, su regreso al Kremlin por tercera vez- ya es un hecho claro e indiscutible.
Es curioso que la victoria haya sido declarada tan temprano, incluso antes del conteo de votos, especialmente porque Putin parece insistir tanto en el protocolo.
Manifestantes jóvenes entrevistados en el mítin en televisión nacional expresaron su alegría por el triunfo de su candidato "ideal", en medio de un mar de banderas rusas, en una atmósfera de júbilo meticulosamente creada.
Antes de que pasara mucho tiempo, y como ocurrió hace justo cuatro años, los dos -el presidente saliente, Dimitri Medvedev y su reemplazo- aparecieron en la plataforma dispuesta para el evento para aceptar las felicitaciones de la multitud.
Putin, frecuentemente tan inescrutable, parecía abrumado por las emociones.
"Fue una prueba muy importante para todos nosotros, (una prueba) de madurez política, y comprobamos que nadie ni nada nos puede detener", dijo.
Al asegurar que había habido intentos de algunos de "usurpar el poder", declaró que el pueblo ruso se había asegurado de que esto no fuera posible.
"Dijimos que ganaríamos y ganamos", le gritó a la multitud. No quedó claro si la humedad en sus mejillas era por lágrimas de alivio y satisfacción o el resultado del viento helado de una noche de marzo en Moscú.
"Elección deshonesta"
Pero aunque los seguidores de Putin dan por terminada la contienda, puede que todavía no se haya escrito el punto final.
Además de las acusaciones de violaciones, lo que ya es importante es la reacción de otros candidatos presidenciales.
En elecciones anteriores, quienes se enfrentaron al candidato del Kremlin tendieron a ceder el paso con gentileza, como si hubieran perdido las esperanzas por no haber sido nunca contendientes reales.
Pero esta vez algunos de los candidatos no tardaron en hacer pronunciamentos sorprendentemente críticos a los medios de comunicación.
Además, este patente antagonismo en relación con Putin y la elección en general fue transmitido en vivo y a nivel nacional en el programa de últimas noticias electorales de la televisión estatal rusa.
El multimillonario Mikhail Prokhorov -quien hace apenas seis meses era visto como una figura relativamente cercana a Putin hasta que discutió con el Kremlin- declaró en una conferencia de prensa que le preocupaban las acusaciones de violaciones electorales y que pediría una investigación oficial.
La situación, dijo, había sido particularmente "nefasta" en Moscú y San Petersburgo. Añadió que estaba reuniendo información para entregársela a las cortes.
El arrebato del veterano líder comunista Gennady Zyuganov fue incluso más sorprendente.
Normalmente considerado una figura tranquila, esta vez estaba visiblemente molesto.
En una denuncia furiosa de la campaña de Putin, lo catalogó como "la principal amenaza" para Rusia.
Señaló que el país estaba siendo gobernado por una camarilla parecida a una mafia, que tenía en sus manos a la policía, a las cortes y a la comisión electoral a cargo de estos comicios.
Cuando le preguntaron si felicitaría al ganador, dijo que no lo iba a hacer pues esta elección "ilegítima y deshonesta" era una farsa, así que todos habían perdido.
"Rusia también perdió", dijo.
Fue un ataque sorprendentemente mordaz contra Putin, proveniente de una esquina inesperada del ring.
Mostró que el grupo de voces que se están alineando para oponerse al Kremlin es mucho más amplio que en años anteriores.
Y todavía no ha llegado el final de la historia, pues hay una protesta de la oposición que está agendada para el final de la tarde de este lunes, en Moscú.
El desafío principal de Putin nunca fue solamente declararse ganador, sino más bien convencer a toda la nación, 12 años después, de que todavía era "el padre de la patria".
Se necesitará más que una apresurada fiesta de celebración electoral para convencer a sus escépticos de que él verdaderamente tiene el apoyo del país.