Navegando por las aguas controladas por los piratas somalíes
Me uní a la tripulación de un barco mercante -el Sea Legend- que transporta 90.000 toneladas de gasóleo desde el Golfo de Omán hasta Suez, pasando por el Golfo de Adén, entre Yemen y Somalia, y por el estrecho de Bab el-Mandeb subiendo por el Mar Rojo.
Se trata de un trayecto de 4.229 kilómetros que dura ocho días y que los marineros denominan como "la ruta del miedo".
Varias embarcaciones han sido atacadas en esta ruta en los últimos días por piratas. Más de 100 tripulantes se encuentran retenidos en la actualidad en la costa de Somalia a la espera de que se pague un rescate para su liberación.
Pese a los peligros, cerca de 20.0000 barcos circulan cada año por estas aguas, transportando cargamentos de gran importancia.
El buque en el que viajo es uno de los cada vez más numerosos que cuentan con equipos armados de seguridad a bordo. En este caso la protección la ofrece la compañía inglesa Neptune Maritime Security.
A las 24 horas de abandonar el puerto de Omán, han establecido turnos de vigilancia, han ordenado instalar más cantidad de alambre de púas en la cubierta y han probado sus rifles cerca del puente de mando.
Mark Eassom, un antiguo sargento mayor la marina británica, es el líder del equipo de seguridad.
Asegura que, aunque los barcos piratas -conocidos como esquifes- pueden aproximarse increíblemente rápido, su equipo tiene un sistema de respuesta gradual.
"Una vez hemos utilizado los otros métodos y consideramos que las armas son nuestra última opción, dispararemos varias ráfagas de advertencia cerca de los esquifes, sin ponerlos en riego", explica.
"El uso de fuerza letal es una opción extrema", señala.
Presencia imponente
El viaje lo iniciamos sin sobresaltos. Nos dirigimos al Golfo de Omán y bordeamos el sudeste de la Península Arábiga. Un grupo de delfines aparece en la proa del barco y una gran ave marina pasa planeando.
Después nos acercamos al Mar Arábigo, en el que muchos barcos han sido secuestrados por piratas.
Entramos en la ruta marítima entre Yemen y Somalia en la que 25 navíos han establecido un sistema de convoy para escoltar a los barcos más vulnerables.
Tiene una longitud de 833 kilómetros y a nuestro buque se le asigna una fragata de la marina china, que se encuentra a poco más de 1,5 kilómetros de nuestra proa.
A unos cinco kilómetros el convoy avista lo que se sospecha es un Grupo de Acción Pirata, compuesto por una embarcación de vela -conocida como dhow- y tres esquifes.
Pero, se trate un grupo de pescadores inocentes o de piratas al acecho, los botes no realizan ningún tipo de acción, ya que la fragata china que nos acompaña es una presencia imponente.
Tras dos días de ruta, el convoy se separa como estaba planeado. La fragata china da media vuelta y seguimos en solitario por la parte más peligrosa del viaje.
Cerca de Yibuti, mientras nos dirigimos hacia el norte, se produce una conmoción repentina en el puente de mando y todo el mundo se pone a mirar al frente con los binoculares.
Un carguero que se encuentra delante de nosotros acaba de avisar por radio que sospecha que un Grupo de Acción Pirata se dirige hacia ellos.
Miro por los binoculares y veo dos veleros y dos esquifes cruzando entre nuestra proa y el barco que se encuentra delante.
"Código amarillo"
El capitán hace sonar la sirena, activa las mangueras antiincendios en cubierta, reúne al equipo de seguridad y habla por megafonía.
"Alerta de seguridad. Acercamiento de presuntos piratas. Código amarillo, código amarillo".
Esa es la señal para que la mayoría de la tripulación se reúna en el interior del buque cerca de la llamada "ciudadela", la habitación segura en la que nos tendremos que resguardar en caso de que piratas logren subirse a bordo.
Fuera, en el puente de mando, los miembros del equipo de seguridad están enseñando sus rifles a las barcas sospechosas que se mueven en círculo alrededor de nuestro barco.
El jefe del equipo de seguridad enarbola su rifle por encima de su cabeza para mostrar a quienes se encuentran en los barcos que hay un equipo de seguridad armado a bordo y que no vale la pena que intenten un ataque. Los barcos se retiran y así se logra evitar la crisis.
Las aguas de esta zona están llenas de este tipo de embarcaciones. Parecen diminutas desde el puente de mando, pero los piratas las utilizan para colarse en los supercargueros, subiéndose por los costados de las embarcaciones, apoderándose del control de las mismas y pidiendo rescates multimillonarios.
Melvin Tayon es segundo ingeniero a bordo en el Sea Legend.
Todavía recuerda como otro barco en el que viajaba que no contaba con seguridad a bordo logró escapar de los piratas por un estrecho margen.
"Lanzaron cuatro veces granadas", me explica. "También dispararon un rifle Kalashnikov, el llamado AK47".
El riesgo de la protección
Utilizar equipos de seguridad en el mar es controvertido y no todo el mundo está a favor.
Recientemente marinos italianos mataron por error a pescadores indios.
Se teme que si las armas caen en las manos equivocadas puedan cometerse más a menudo este tipo de errores. Además, no existe un protocolo universal para enfrentarse a los piratas, aunque se está trabajando en él.
En cualquier caso, es política de los propietarios del barco en el que viajamos -la Compañía Árabe de Transporte Marítimo de Petróleo- proporcionar equipos armados de seguridad en esta peligrosa ruta.
El capitán Abdulrahman Sharaf se muestra categórico.
"Tener un equipo de seguridad armado a bordo supone una gran diferencia", asegura.
"El área de alto riesgo se ha vuelto enorme y abarca el Mar Arábigo, el norte del Océano Índico y el sur del Mar Rojo. Por el momento no se ha informado de que ningún barco con un equipo de seguridad a bordo haya sido secuestrado", cuenta.
"Algunos países no admiten guardas armados a bordo, lo que no es bueno para los marineros, ya que no tienen protección".
La piratería frente a las costas de Somalia se ha reducido este año desde los máximos registrados el año pasado, pero no hay signos de que vaya a desaparecer.
Mientras navegamos hacia el norte por el estrecho de Bab el-Mandeb nos llega información de un nuevo intento de secuestro.
Hasta que los problemas de Somalia no se resuelvan en tierra firme parece que la presión para que los propietarios de los barcos que circulan por esta ruta pongan equipos de seguridad armados seguirá incrementándose, mientras los marinos se la juegan.