Combates entre rebeldes y Ejército en un barrio del oeste de Damasco
Los enfrentamientos estallan en un distrito de embajadas y edificios de seguridad
Damasco, El País
Nuevos e inusuales combates entre militares y desertores sirios estallaron durante la madrugada del lunes en un barrio residencial de clase media de Damasco, sede también de embajadas y edificios oficiales. Ráfagas de ametralladoras y lanzagranadas mataron a entre cuatro y diez personas, según las distintas fuentes, en una jornada excepcionalmente violenta en la capital siria. Los enfrentamientos en Damasco han sido esporádicos durante el año que dura la revuelta que nació al calor de la llamada primavera árabe y que aspira a acabar con el régimen del presidente Bachar al Asad, cuya familia se eterniza en el poder desde hace cuatro décadas.
La violenta represión gubernamental, que se ha cobrado más de 8.000 víctimas mortales según la ONU, se ha centrado hasta ahora en otras ciudades del país como Deraa, Homs, y más recientemente Ildib, entre muchas otras. El opositor Observatorio Sirio para los Derechos Humanos con sede en Londres considera los choques de esta madrugada los más violentos y sangrientos registrados en la capital hasta el momento.
Coinciden los analistas en que en Damasco y Alepo, las dos grandes ciudades del país, régimen goza aún de un importante apoyo. Ambas ciudades sufrieron un atentado con coche bomba durante el pasado fin de semana, en los que murieron una treintena de personas.
La agencia siria oficial de noticias Sana indicó en su página web que los choques de la pasada noche en Damasco se produjeron cuando el Ejército asaltó un escondite de los rebeldes en un edificio del barrio de Mezze. Sostiene Sana que en la operación murieron “dos terroristas y un mártir”, en alusión a las fuerzas rebeldes primero y al soldado fallecido después.
El Ejército que lleva meses tratando de evitar la caída del régimen de Asad a golpe de metralla, realizó una nueva incursión también el lunes en Deir al Zor, una localidad predominantemente suní al este del país.
Cientos de civiles tratan de huir cada día de la violencia y de alcanzar Turquía, Líbano o Jordania, los países vecinos en los que ya se amontonan miles de refugiados. Unos 230.000 sirios se han visto obligados a abandonar sus casas desde el inicio de la revuelta. En Turquía, donde la cifra de refugiados alcanza ya los 16.000, el Gobierno baraja la propuesta de crear una zona de seguridad en la frontera. Dicha iniciativa debería contar bien con el consentimiento sirio, del que carece, o de presencia militar turca o de otros países para imponerla, lo que de momento tampoco está sobre el tablero negociador.
Las condenas y sanciones de la comunidad internacional han sido incapaces hasta ahora de frenar el baño de sangre en Siria. El lunes llegaron a Damasco nuevos enviados de la ONU y de la Liga Árabe para discutir nuevas propuestas como la de la presencia de algún tipo de observadores internacionales en el país y de un posible alto el fuego. En Nueva York, Francia puso sobre la mesa una nueva iniciativa diplomática. Se trata esta vez de una declaración con la que París espera lograr el martes el respaldo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y con la que trata de apoyar la misión de Kofi Annan, el enviado de la ONU a Siria. La idea de esta declaración no vinculante, es enviar un mensaje de unidad de la comunidad internacional frente al régimen de Bachar al Asad, después de que el veto ruso y chino impidiera la adopción de dos resoluciones vinculantes de condena a Siria en el Consejo de Seguridad en el pasado.
Mientras Jakob Kellenberger, presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), viajó el lunes a Moscú, y logró convencer a los rusos para que pidan a Damasco el establecimiento de un alto el fuego durante al menos un par de horas cada día y permitan el acceso de ayuda humanitaria a las zonas más afectadas. La situación en Siria no hace más que empeorar, según la valoración que Kellenberger transmitió a las autoridades rusas. Rusia, país que suministra según un nuevo informe, cerca del 78% de las armas que importa Siria, se resiste como China a hacer frente común con el resto de la comunidad internacional a la hora de pedir el fin de la represión gubernamental al régimen sirio. Tras el encuentro del ministro de Exteriores ruso con el presidente del CICR, Moscú emitió un comunicado en el que pidió al Gobierno sirio y "a todos los grupos armados" un compromiso de cese de las hostilidades.
Damasco, El País
Nuevos e inusuales combates entre militares y desertores sirios estallaron durante la madrugada del lunes en un barrio residencial de clase media de Damasco, sede también de embajadas y edificios oficiales. Ráfagas de ametralladoras y lanzagranadas mataron a entre cuatro y diez personas, según las distintas fuentes, en una jornada excepcionalmente violenta en la capital siria. Los enfrentamientos en Damasco han sido esporádicos durante el año que dura la revuelta que nació al calor de la llamada primavera árabe y que aspira a acabar con el régimen del presidente Bachar al Asad, cuya familia se eterniza en el poder desde hace cuatro décadas.
La violenta represión gubernamental, que se ha cobrado más de 8.000 víctimas mortales según la ONU, se ha centrado hasta ahora en otras ciudades del país como Deraa, Homs, y más recientemente Ildib, entre muchas otras. El opositor Observatorio Sirio para los Derechos Humanos con sede en Londres considera los choques de esta madrugada los más violentos y sangrientos registrados en la capital hasta el momento.
Coinciden los analistas en que en Damasco y Alepo, las dos grandes ciudades del país, régimen goza aún de un importante apoyo. Ambas ciudades sufrieron un atentado con coche bomba durante el pasado fin de semana, en los que murieron una treintena de personas.
La agencia siria oficial de noticias Sana indicó en su página web que los choques de la pasada noche en Damasco se produjeron cuando el Ejército asaltó un escondite de los rebeldes en un edificio del barrio de Mezze. Sostiene Sana que en la operación murieron “dos terroristas y un mártir”, en alusión a las fuerzas rebeldes primero y al soldado fallecido después.
El Ejército que lleva meses tratando de evitar la caída del régimen de Asad a golpe de metralla, realizó una nueva incursión también el lunes en Deir al Zor, una localidad predominantemente suní al este del país.
Cientos de civiles tratan de huir cada día de la violencia y de alcanzar Turquía, Líbano o Jordania, los países vecinos en los que ya se amontonan miles de refugiados. Unos 230.000 sirios se han visto obligados a abandonar sus casas desde el inicio de la revuelta. En Turquía, donde la cifra de refugiados alcanza ya los 16.000, el Gobierno baraja la propuesta de crear una zona de seguridad en la frontera. Dicha iniciativa debería contar bien con el consentimiento sirio, del que carece, o de presencia militar turca o de otros países para imponerla, lo que de momento tampoco está sobre el tablero negociador.
Las condenas y sanciones de la comunidad internacional han sido incapaces hasta ahora de frenar el baño de sangre en Siria. El lunes llegaron a Damasco nuevos enviados de la ONU y de la Liga Árabe para discutir nuevas propuestas como la de la presencia de algún tipo de observadores internacionales en el país y de un posible alto el fuego. En Nueva York, Francia puso sobre la mesa una nueva iniciativa diplomática. Se trata esta vez de una declaración con la que París espera lograr el martes el respaldo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y con la que trata de apoyar la misión de Kofi Annan, el enviado de la ONU a Siria. La idea de esta declaración no vinculante, es enviar un mensaje de unidad de la comunidad internacional frente al régimen de Bachar al Asad, después de que el veto ruso y chino impidiera la adopción de dos resoluciones vinculantes de condena a Siria en el Consejo de Seguridad en el pasado.
Mientras Jakob Kellenberger, presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), viajó el lunes a Moscú, y logró convencer a los rusos para que pidan a Damasco el establecimiento de un alto el fuego durante al menos un par de horas cada día y permitan el acceso de ayuda humanitaria a las zonas más afectadas. La situación en Siria no hace más que empeorar, según la valoración que Kellenberger transmitió a las autoridades rusas. Rusia, país que suministra según un nuevo informe, cerca del 78% de las armas que importa Siria, se resiste como China a hacer frente común con el resto de la comunidad internacional a la hora de pedir el fin de la represión gubernamental al régimen sirio. Tras el encuentro del ministro de Exteriores ruso con el presidente del CICR, Moscú emitió un comunicado en el que pidió al Gobierno sirio y "a todos los grupos armados" un compromiso de cese de las hostilidades.