Vostok: ¿el lago de la vida?

Antonio Rondón García
Moscú, PL
Rusia busca hoy obtener para la humanidad un acercamiento al origen de la vida en la Tierra al llegar con sus perforaciones al lago subterráneo más longevo del orbe en su estación antártica de Vostok.

Entre cinco y 30 millones de años de historia de la evolución del planeta podrían concentrarse en las cristalinas aguas de la mencionada reserva, hallada a un profundidad de tres mil 750 metros, a través de la gruesa capa de hielo del continente blanco.

La idea de efectuar las primeras pruebas en la Antártica pertenece al científico soviético Andrei Kapitska, quien se pronunció por emplear sondas especiales para medir presión, temperatura y composición química de las masas de hielo.

En 1959 se inician las primeras investigaciones en la estación Vostok y ya para la década de 1970 especialistas del Instituto de Minería de Leningrado se interesan en el lago subterráneo de entre 600 y mil 200 metros de profundad y un largo de mil 30 kilómetros.

El enigma del referido depósito de seis mil 343 kilómetros cúbicos de agua dulce empieza a abrirse en 1989 al iniciarse científicamente la perforación con una máquina que empleaba keroseno de avión y freón mediante una técnica que evitaba contaminar el agua del lago.

El aparato de excavación crea un vacío que por presión de aire lanza pequeños restos del depósito subterráneo, donde la temperatura promedio del agua es de menos dos a menos tres grados centígrados.

La tecnología empleada por Rusia en el pozo 5G-1 fue puesta en duda en 1998, en medio de la presión internacional, sobre todo de Estados Unidos y Gran Bretaña, con el argumento de que el citado método podría contaminar el agua del lago Vostok.

En ese sentido, el expedicionario polar ruso Vladimir Kashliev, declaró a Prensa Latina que en la referida época Washington intentó comprar la estación, el equipamiento y el proyecto a Rusia, pero el entonces presidente Boris Yeltsin rechazó la oferta.

Tampoco lo hizo después el actual primer ministro Vladimir Putin, cuando dirigió al Estado a principios de este milenio, apuntó.

A la par de Rusia, misiones estadounidenses y británicas efectuaron perforaciones en otras regiones de la Antártica que nunca tuvieron el alcance de las realizadas por Rusia.

Para regresar a las excavaciones fue necesaria una casualidad. Un grupo de especialistas holandeses perforó partes del hielo en el Ártico con la misma tecnología que la rusa y presentaron un problema con la máquina, lo cual los obligó a suspender sus labores.

Cuando regresaron en el verano polar descubrieron que la contaminación afectó a sólo unos 10 centímetros del hielo extraído, por lo cual fue una demostración involuntaria de que el método ruso para nada contaminaría el lago.

En 2001, se inicio todo nuevamente.

Por cada 500 metros de profundidad en la perforación se obtiene una capa de hielo que contiene información de unos 23 mil años, por lo que a tres mil 700 metros, serían 400 mil años de historia en manos de los científicos.

Sin embargo, el lago de la vida puede dar respuestas de una historia de millones de años que llevaría a los científicos, incluso, a poder pronosticar varios milenios hacia delante los cambios ecológicos y otros fenómenos en el mundo.

Medios de prensa en esta capital consideran que tomar muestras de agua del referido lago es comparable con la recogida de partículas de la superficie de la Luna para estudiar el origen de la Tierra.

El anunció del descubrimiento, cuyas consecuencias aún están por verse, pues los estudios reales sólo se iniciarán en diciembre de este año, ocurre en medio del afán de Occidente, en especial Estados Unidos, de anular el status de reserva ecológica de la Antártica.

Como afirmó el propio Kashliev, Washington atiende, todo el tiempo, sus bases polares antárticas con personal, aviones y técnica militares, aún cuando esta prohibido por varios tratados internacionales llevar equipos bélicos a esa región del planeta.

Una de las principales interrogantes es si será posible encontrar restos de los primeros escalones de la vida en la Tierra o si la naturaleza regalará un lago estéril para dejar en el limbo a la humanidad en su afán de conocer más sobre sus orígenes.

Entre las señales positivas, alrededor de la cual giran varias hipótesis, estaría la existencia de restos en el lago de pequeños seres de unos seis milímetros con el nombre científico de hydrogenophilus thermoluteolus, que habitan en sedimentos geotérmicos.

Para los especialistas, ello podría ser posible, pues en el fondo del lago podrían existir fuentes geotérmicas que mantienen la mencionada temperatura de sus aguas, las cuales están a punto de abrir las puertas a los secretos de nuestra vida.

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