Pep y su otro yo: del 'puto amo' a la bronca de Navarra
Josep Guardiola ha ofrecido generalmente una imagen impecable, pero algunas adversidades en el terreno de juego han sacado lo peor de él: al menos ocho veces ha dado la nota.
Barcelona, As
En tres años y medio como técnico del Barcelona, Pep Guardiola ha mostrado casi siempre una imagen amable y respetuosa. Pero en ocasiones ha salido a relucir su otra cara, su lado oscuro, su otro yo, aquel que le llevó a ser expulsado en numerosas ocasiones como jugador o como técnico del filial. Unos arranques que, como el sábado en Pamplona, le han dejado en mal lugar.
El primer incidente en el que se vio envuelto fue en el campo del Shakthar, donde el Barça empató dejando casi encarrilado su pase a los octavos de final de la Champions aunque con cierta polémica. El gol del empate culé, obra de Messi muy cerca del final del partido, había llegado con Brandao, jugador del Shakhtar tendido en el suelo y su entrenador Lucescu le acusó de antideportivo a gritos, mientras Guardiola atendía a las televisiones.
El segundo incidente se produjo en el estadio Mediterráneo de Almería, donde fue expulsado por Clos Gómez tras acosar a uno de sus asistentes, en actitud similar a la del sábado. El Barça recurrió la expulsión porque Guardiola acusó al colegiado ante la Prensa de mentir en la redacción del acta.
El tercer incidente llegó tras un empate a uno en el campo del Copenhague. Tras el choque, Guardiola se enzarzó en una pelea dialéctica con el técnico local, Stale Solbaken, al final del partido. Le recriminó con vehemencia que pidiera una sanción para el silbido antideportivo de Pinto en el partido de ida en el Camp Nou.
Pero cuando más airado se le vio a Guardiola fue en diciembre de 2010 en Pamplona, después de un partido al que el Barça llegó tarde, en un viaje rocambolesco en tren y autobús por una huelga de controladores aéreos. Guardiola insistió en viajar en el día y en avión, pese al conflicto y a que todos los equipos lo habían hecho en la víspera, y sólo cuando vio que el equipo podía perder el partido por incomparecencia, el Barça decidió emprender el desplazamiento por tierra.
La quinta salida de tono se produjo días después de la final de Copa, en la que su equipo perdió por 1-0 ante el Madrid. Guardiola criticó la actuación del árbitro, Delgado Ferreiro, y de forma velada a Mourinho, ante el rumor de que la UEFA iba a designar un árbitro portugués, Benquerença, para el partido de ida de semifinales de Champions contra el Real Madrid.
Su conferencia de prensa más sonada fue en el Bernabéu, el día antes del mencionado partido de ida de semifinales de Champions, cuando atacó a José Mourinho en una clara intención de espolear a sus jugadores.
Este año también perdió la compostura en Mestalla, después de que Puyol marcara el empate a uno de cabeza, en semifinales de Copa. Guardiola comenzó a gritar: "Poned el campo seco, poned el campo seco", en alusión al césped de Mestalla, que no había sido suficientemente regado según su opinión y eso favorecía al Valencia.
Y el sábado, ante Osasuna, nuevamente en Pamplona, Guardiola sacó a pasear su lado oscuro. Vio en un monitor la repetición del gol anulado a Alexis, que hubiera supuesto el empate del Barça, y se fue directamente al juez de línea, al que abrazó, abroncó, presionó e intimido mientras era cazado por las cámaras.
Barcelona, As
En tres años y medio como técnico del Barcelona, Pep Guardiola ha mostrado casi siempre una imagen amable y respetuosa. Pero en ocasiones ha salido a relucir su otra cara, su lado oscuro, su otro yo, aquel que le llevó a ser expulsado en numerosas ocasiones como jugador o como técnico del filial. Unos arranques que, como el sábado en Pamplona, le han dejado en mal lugar.
El primer incidente en el que se vio envuelto fue en el campo del Shakthar, donde el Barça empató dejando casi encarrilado su pase a los octavos de final de la Champions aunque con cierta polémica. El gol del empate culé, obra de Messi muy cerca del final del partido, había llegado con Brandao, jugador del Shakhtar tendido en el suelo y su entrenador Lucescu le acusó de antideportivo a gritos, mientras Guardiola atendía a las televisiones.
El segundo incidente se produjo en el estadio Mediterráneo de Almería, donde fue expulsado por Clos Gómez tras acosar a uno de sus asistentes, en actitud similar a la del sábado. El Barça recurrió la expulsión porque Guardiola acusó al colegiado ante la Prensa de mentir en la redacción del acta.
El tercer incidente llegó tras un empate a uno en el campo del Copenhague. Tras el choque, Guardiola se enzarzó en una pelea dialéctica con el técnico local, Stale Solbaken, al final del partido. Le recriminó con vehemencia que pidiera una sanción para el silbido antideportivo de Pinto en el partido de ida en el Camp Nou.
Pero cuando más airado se le vio a Guardiola fue en diciembre de 2010 en Pamplona, después de un partido al que el Barça llegó tarde, en un viaje rocambolesco en tren y autobús por una huelga de controladores aéreos. Guardiola insistió en viajar en el día y en avión, pese al conflicto y a que todos los equipos lo habían hecho en la víspera, y sólo cuando vio que el equipo podía perder el partido por incomparecencia, el Barça decidió emprender el desplazamiento por tierra.
La quinta salida de tono se produjo días después de la final de Copa, en la que su equipo perdió por 1-0 ante el Madrid. Guardiola criticó la actuación del árbitro, Delgado Ferreiro, y de forma velada a Mourinho, ante el rumor de que la UEFA iba a designar un árbitro portugués, Benquerença, para el partido de ida de semifinales de Champions contra el Real Madrid.
Su conferencia de prensa más sonada fue en el Bernabéu, el día antes del mencionado partido de ida de semifinales de Champions, cuando atacó a José Mourinho en una clara intención de espolear a sus jugadores.
Este año también perdió la compostura en Mestalla, después de que Puyol marcara el empate a uno de cabeza, en semifinales de Copa. Guardiola comenzó a gritar: "Poned el campo seco, poned el campo seco", en alusión al césped de Mestalla, que no había sido suficientemente regado según su opinión y eso favorecía al Valencia.
Y el sábado, ante Osasuna, nuevamente en Pamplona, Guardiola sacó a pasear su lado oscuro. Vio en un monitor la repetición del gol anulado a Alexis, que hubiera supuesto el empate del Barça, y se fue directamente al juez de línea, al que abrazó, abroncó, presionó e intimido mientras era cazado por las cámaras.