Liga de Campeones: Zenit derrotó al Benfica bajo un frío intenso


San Petersburgo, EFE
El fútbol venció al frío más cruel. El gélido clima de San Petersburgo pasó de presunto protagonista a dato anecdótico, aunque entumeciera a los jugadores de inicio y escarchara el campo hasta el final. En un suelo cortante, de color marrón verdoso y más duro que el empedrado de la Plaza del Palacio, Zenit y Benfica combatieron por hacer historia y, pese a los menos -10 grados de temperatura, vencieron a los elementos firmando un partido más que digno y entretenido, que de eso se trata.

Tan influyentes como las crudezas del termómetro, fueron las bajas de los rusos. Más determinantes que la de Javi García del Benfica, por número más que por condición. Spalletti perdió a última hora a su meta titular Malaféev, que se unía a las importantes ausencias de Danny y Criscito. Zhevnov ocupó la portería y desesperó a los presentes en su primera participación. Repelió al centro y a los pies de Maxi Pereira un disparo mórbido de Cardozo en una falta directa. Ni el mal estado del 'césped' le justifica. El lateral uruguayo del Benfica aceptó el pase y disparó la sensación térmica en la grada haciendo el 0-1 en el minuto 19.

Antes del gol, se había lesionado Rodrigo tras una brutal entrada de Bruno Alves, el único portugués en disputa hoy. Y con el español renqueante todavía sobre el campo, el Zenit recuperó el aliento. El gol de Pererira desató la virulencia del ataque ruso, que se desplegó en masa hasta encontrar el tanto de Shirókov. Zar de zares. Aquel que fuera central cuando el Zenit ganó la Europa League (07-08) y que ahora se destapa como líder y goleador. En el 26', el ahora mediocentro llegó de segunda línea para empalar un centro desde la banda del lateral zurdo Hubohan y batir por raso a Artur Moraes.

Tras el empate, se fue Rodrigo y entró Aimar (se pierde la vuelta por sanción). Jorge Jesús perdió remate, eficacia e intimidación en ataque, y ganó conducción, visión de juego y magia. Cualidades encomiables y admirables en días normales, poco resolutivas ante semejante meteorología, a orillas del río Nevá. Nico Gaitán, exquisito argentino de calidad perpetua, también sufrió y su equipo lo notó. En el 54', Cardozo le mató con la mirada porque el argentino le ignoró cuando estaba solo; Gaitán apostó por buscar el gol antológico entrando al área por la línea de fondo y buscando una rosca imposible con la zurda que se perdió por los márgenes del estadio Petrovsky. Hoy pecó de individual, pese a ser el mejor asistente de la competición, con 5 pases de gol.

En el último tramo, se alocó el partido y el frío hizo estragos. Antes del carrusel de errores, llegó la exquisitez de la noche y uno de los goles de esta Champions: Kerzhakov retrasó el balón de espuela, Bystrof proyectó de primeras y Semak completó la obra con un taconazo que superó a Artur. Era el minuto 71' y parecía decisivo, pero otra vez surgió la figura de Zhevnov.

Con las manos cristalizadas por la glacial atmósfera, el meta ruso dejó en las botas de Cardozo el empate a 2 en el 87', tras un despropósito de errores colectivos que Zhevnov acabó de coronar. El empate, quizás era el resultado más justo, pero es cierto que los goles lusos llegaron por el malfacer ajeno y no por sus propios méritos. Así que la fortuna cambió de bando y un minuto después se liaron Pereira y Artur para hacer definitivamente héroe a Shirókov, que suma 5 tantos, en 7 partidos de Champions.

El Zenit venció en su hábitat natural ante un rival que aún tiene mucho que decir, en un campo estable y con más calor en su cuerpo. El Petrovsky sigue inexpugnable en competiciones europeas desde que el Zenit cayera en septiembre de 2008 ante el Real Madrid (1-2). Que tome nota Mourinho del partido de hoy, por el frío y por jugar ante el CSKA de Moscú, un equipo que, como el Zenit, lleva dos meses sin competición en juego.

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