Liga de Campeones: Wernbloom deja frío al Madrid


Moscú, As
El Real Madrid regresó a la Liga de Campeones con su versión más pragmática. Interpretó el compromiso con solvencia hasta la última jugada, hasta que Fabio Coentrao, un lastre para el Madrid durante toda la noche, cometió una falta por mano absurda y permitió que Wernbloom batiera a Casillas después de aprovechar un despeje nefasto de Arbeloa y diera esperanzas al CSKA en una eliminatoria que el Madrid no supo dejar cerrada cuando debió hacerlo. Un nuevo gol recibido en el saque de una falta, un nuevo fallo de concentración. Un error que se repite una y otra vez y para el que Mourinho, de momento, no encuentra respuesta. No obstante, ese gol no debería ser más que una anécdota en esta eliminatoria que deberían superar los españoles salvo descalabro monumental en el Bernabéu.

Hay que entender el empate como un accidente, pero como un accidente que se pudo evitar. Hasta entonces, el Madrid ni sufrió ni había visto peligrar un triunfo que creía asegurado. Llámenlo exceso de confianza o falta de concentración. Todo vale.

El frío y el césped artificial se presentaban como los principales enemigos de este partido, mucho más molestos que un CSKA falto de rodaje y de ideas. Una vez adaptado a una temperatura bajo cero y al particular bote del balón, el Madrid manejó la situación a su antojo, con una autoridad que esta vez no se la dio el juego, sino el enorme respeto que infunde en el rival y su indiscutible superioridad física.

El panorama lo terminó de aclarar Cristiano con la inestimable ayuda de Higuaín, que se inventó una jugada de gol donde había muerto un ataque de su equipo. Lo que se había presentado como un viaje infernal, con grave riesgo de congelaciones físicas y anímicas, el Madrid lo convirtió en un trámite, en una excursión aburrida hasta que Coentrao facilitó el ya comentado empate de Wernbloom.

No se vio la versión más lucida del Madrid, ni más lúcida, pero el equipo de Mourinho había sabido manejar el partido con solvencia. Puso las bases de ese dominio en su sólido orden táctico, que sólo perdió en la última acción a balón parado, y utilizó el balón más que para crear, para distraer al CSKA y disuadirlo de cualquier aventura cerca de Casillas, que hasta el remate de Wernbloom había pasado una noche sin más preocupación que la de mantener el calor en su cuerpo.

El Madrid no se recreó esta vez en el toque, pero cuando enlazó tres pases seguidos dejó al aire todas las carencias del CSKA. El termómetro a bajo cero era su gran aliado, un argumento que se reveló tan débil como insuficiente para mantener cualquier tipo de conversación futbolística del Madrid, cuya autoridad fue incapaz de discutir el equipo ruso, claramente inferior en el juego y en lo táctico.

Costó encontrar un dueño para el partido. El CSKA no tenía el menor interés, ni la capacidad, por llevar el mando y el Real Madrid tardó en hallar su sitio, pero cuando cogió temperatura ya no dejó de mandar. Sin grandes alardes, pero sin sufrir. Los rusos, faltos de rodaje y lejos de su mejor forma física, se protegieron atrás, arropando a Chepchugov. Lo fiaron todo a la velocidad de Musa y Tosic en la bandas y al talento de Dzagoev y Doumbia. Fueron respuestas tan eléctricas como aisladas, que apenas asustaron a Casillas. Sólo un disparo de Dzagoev provocó cierta inquietud en el primer tiempo. En el segundo, sólo una aislada aparición de Musa nos recordó que el Madrid había viajado con portero.

El encuentro se desarrolló lejos del área del Madrid, todo se ventiló en el centro del campo, por el que se perdió Khedira, y por la zonda del campo que pisó Cristiano, mucho más enchufado que Özil y Callejón, dormidos en la primera parte y que sólo se activaron en la segunda. Acabaron sustituidos por Albiol, que volvió a sentirse futbolista aunque sólo fuera por unos minutos, y por Kaká.

Fue Cristiano el encargo de traducir en gol el mando del Madrid, aunque la culpa fue de Higuaín. El argentino le robó el balón al despistado Vasili Berezutski, se lo cedió a Coentrao y el mal centro de éste lo acabó convirtiendo en gol Cristiano después de un despeje todavía peor de Tosic. El reloj se acercaba a la media hora y ahí se acabó lo más parecido a un partido. La hora restante no fue más que un trámite manejado con oficio por el Madrid hasta la última acción del choque, cuando derribó todo lo construido hasta entonces.

Con todo, el gol encajado no fue la peor noticia para el Madrid, que perdió a Benzema a los doce minutos. Se lesionó en lo que pareció un problema muscular en el primer tiro a puerta de su equipo. Más grave para el Madrid es perder al francés que conceder un empate en una eliminatoria que debería superar sin problemas.

CSKA Moscú: Chepchugov; Shénnikov, V. Berezutsky, Ignashévich, A. Berezutsky; Aldonin (Honda, m.67), Wernbloom; Dzagóev, Tosic (Necid, m.82), Musa (Oliseh, m.63); y Doumbia.

Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Sergio Ramos, Pepe, Coentrao; Khedira, Xabi Alonso; Özil (Albiol, m.84), Callejón (Kaká, m.75), Cristiano Ronaldo; y Benzema (Higuaín, m.15).

Goles: 0-1, m.28: Cristiano Ronaldo. 1-1, m.93: Wernbloom.

Árbitro: Bjorn Kuipers (HOL). Amonestó a Xabi Alonso, Sergio Ramos, Coentrao y a Wernbloom.

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