El Vaticano alarmado por las dimensiones del problema de pedofilia en Asia
CIUDAD DEL VATICANO, AFP
Las Iglesias católicas de Asia se han retrasado en la lucha contra la pedofilia debido a las profundas diferencias culturales frente a un problema que es “muy acentuado” en este continente, se preocupa el responsable en el Vaticano encargado del expediente.
“Hay sin embargo en estas iglesias una toma de conciencia sobre la existencia de abusos y sobre el hecho de que hay que hacer algo”, indicó monseñor Charles Scicluna ante la prensa, pocos días de una conferencia mundial organizada por el Vaticano sobre el combate contra la pedofilia.
El “promotor de justicia” del Papa, fue en noviembre a Bangkok para tratar en privado este delicado tema con los obispos de Asia, en preparación de la conferencia que se realizará del lunes al jueves en la Universidad Gregoriana.
En mayo pasado, todos los obispos recibieron un año de plazo para poner sus dispositivos de lucha contra la pedofilia en conformidad con los requisitos de Roma y para colaborar con los jueces civiles de sus países.
Con una excepción, Filipinas, donde la Iglesia ha pedido perdón por los abusos cometidos por algunos sacerdotes.
“Algunos (episcopados) no van a estar listos, pero van a llegar al final”, afirmó monseñor Scicluna, antes de resaltar que “en algunas culturas, es difícil para las víctimas denunciar. Queremos ver cómo cambiar una cultura que empuja al silencio antes que a la denuncia”.
La revelación de miles de delitos de pedofilia, que fueron posibles gracias a una cultura del silencio que protegía a los culpables en varias Iglesias católicas de Europa y América del Norte, los ha sacudido profundamente.
En otras partes del mundo, como Asia y África, los casos que han salido a la luz del día son mucho menos numerosos.
Con una excepción, Filipinas, donde la Iglesia ha pedido perdón por los abusos cometidos por algunos sacerdotes.
El obispo Chito Tagle, nuevo arzobispo de Manila y estrella en ascenso en la jerarquía católica, debe hablar en el simposio en Roma para enumerar los desafíos específicos de Asia.
En un comunicado publicado antes de la conferencia, este obispo advirtió que su discurso mostrará que “los abusos sexuales dentro y fuera de la Iglesia son una realidad global y no concentrada en Europa y Estados Unidos.”
“Los valores culturales que promueven una mayor transparencia y cooperación” deben ser alentados por una “Iglesia universal encargada de proteger a los más vulnerables”, dijo.
La reunión de la Federación de las Conferencias Episcopales de Asia (Fabc), realizada en noviembre en Bangkok, señaló que los abusos “se han convertido ya en un gran problema en Asia” y no son “un problema de Occidente”. La cita abogó por “una acción inmediata y drástica”.
Según la Fabc, muchos hombres y mujeres en el clero de Asia “no son conscientes de lo que es en realidad la pedofilia”.
El sacerdote alemán Hans Zollner, psicoterapeuta y uno de los organizadores de la conferencia, señaló las dificultades que tiene la Iglesia católica para aplicar a nivel mundial las soluciones que se experimentan en Occidente para proteger mejor a los niños.
Con una excepción, Filipinas, donde la Iglesia ha pedido perdón por los abusos cometidos por algunos sacerdotes.
“La pregunta es: ¿cómo podemos compartir lo que hemos aprendido con otros continentes que no prestan la más mínima atención a la protección de la infancia? La más mínima”, insistió.
“Miren lo que pasa en África, en India, en otros países asiáticos, en algunos países de América Latina”, enumeró, congratulándose de que uno de los principales actores de la conferencia -además de monseñor Tagle- sea un religioso sudafricano, Desmond Nair.
“Lo que en el contexto de América del Norte podría parecer ya como una transgresión, es absolutamente normal en Filipinas: tocar, apretar contra sí mismo, besar”, indicó.
“Nuestro problema es que seguimos siempre acostumbrados a una visión occidental y europea, y que en otras partes del mundo no se comprende de lo que hablan +estos occidentales+”, explicó el padre Zollner, quien estima que esa brecha hace más difícil transmitir el mensaje de lucha contra ese flagelo.
Las Iglesias católicas de Asia se han retrasado en la lucha contra la pedofilia debido a las profundas diferencias culturales frente a un problema que es “muy acentuado” en este continente, se preocupa el responsable en el Vaticano encargado del expediente.
“Hay sin embargo en estas iglesias una toma de conciencia sobre la existencia de abusos y sobre el hecho de que hay que hacer algo”, indicó monseñor Charles Scicluna ante la prensa, pocos días de una conferencia mundial organizada por el Vaticano sobre el combate contra la pedofilia.
El “promotor de justicia” del Papa, fue en noviembre a Bangkok para tratar en privado este delicado tema con los obispos de Asia, en preparación de la conferencia que se realizará del lunes al jueves en la Universidad Gregoriana.
En mayo pasado, todos los obispos recibieron un año de plazo para poner sus dispositivos de lucha contra la pedofilia en conformidad con los requisitos de Roma y para colaborar con los jueces civiles de sus países.
Con una excepción, Filipinas, donde la Iglesia ha pedido perdón por los abusos cometidos por algunos sacerdotes.
“Algunos (episcopados) no van a estar listos, pero van a llegar al final”, afirmó monseñor Scicluna, antes de resaltar que “en algunas culturas, es difícil para las víctimas denunciar. Queremos ver cómo cambiar una cultura que empuja al silencio antes que a la denuncia”.
La revelación de miles de delitos de pedofilia, que fueron posibles gracias a una cultura del silencio que protegía a los culpables en varias Iglesias católicas de Europa y América del Norte, los ha sacudido profundamente.
En otras partes del mundo, como Asia y África, los casos que han salido a la luz del día son mucho menos numerosos.
Con una excepción, Filipinas, donde la Iglesia ha pedido perdón por los abusos cometidos por algunos sacerdotes.
El obispo Chito Tagle, nuevo arzobispo de Manila y estrella en ascenso en la jerarquía católica, debe hablar en el simposio en Roma para enumerar los desafíos específicos de Asia.
En un comunicado publicado antes de la conferencia, este obispo advirtió que su discurso mostrará que “los abusos sexuales dentro y fuera de la Iglesia son una realidad global y no concentrada en Europa y Estados Unidos.”
“Los valores culturales que promueven una mayor transparencia y cooperación” deben ser alentados por una “Iglesia universal encargada de proteger a los más vulnerables”, dijo.
La reunión de la Federación de las Conferencias Episcopales de Asia (Fabc), realizada en noviembre en Bangkok, señaló que los abusos “se han convertido ya en un gran problema en Asia” y no son “un problema de Occidente”. La cita abogó por “una acción inmediata y drástica”.
Según la Fabc, muchos hombres y mujeres en el clero de Asia “no son conscientes de lo que es en realidad la pedofilia”.
El sacerdote alemán Hans Zollner, psicoterapeuta y uno de los organizadores de la conferencia, señaló las dificultades que tiene la Iglesia católica para aplicar a nivel mundial las soluciones que se experimentan en Occidente para proteger mejor a los niños.
Con una excepción, Filipinas, donde la Iglesia ha pedido perdón por los abusos cometidos por algunos sacerdotes.
“La pregunta es: ¿cómo podemos compartir lo que hemos aprendido con otros continentes que no prestan la más mínima atención a la protección de la infancia? La más mínima”, insistió.
“Miren lo que pasa en África, en India, en otros países asiáticos, en algunos países de América Latina”, enumeró, congratulándose de que uno de los principales actores de la conferencia -además de monseñor Tagle- sea un religioso sudafricano, Desmond Nair.
“Lo que en el contexto de América del Norte podría parecer ya como una transgresión, es absolutamente normal en Filipinas: tocar, apretar contra sí mismo, besar”, indicó.
“Nuestro problema es que seguimos siempre acostumbrados a una visión occidental y europea, y que en otras partes del mundo no se comprende de lo que hablan +estos occidentales+”, explicó el padre Zollner, quien estima que esa brecha hace más difícil transmitir el mensaje de lucha contra ese flagelo.