El OIEA muestra su "preocupación" por el programa nuclear iraní
El Organismo Internacional de la Energía Atómica alerta de que está incrementando el ritmo de producción de uranio enriquecido
Teherán, El País
Irán ha acelerado de forma significativa su producción de uranio enriquecido, según el último informe trimestral del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). El texto confirma algo de lo que el propio régimen iraní se ha vanagloriado en los últimos meses. Sin embargo, en el actual contexto de tensión con la comunidad internacional, corre el riesgo de reforzar los argumentos de quienes defienden un ataque militar para poner fin a las ambiciones nucleares de Teherán antes de que llegue a hacerse con una bomba atómica.
“El OIEA continúa teniendo graves preocupaciones respecto a las posibles dimensiones militares del programa nuclear de Irán”, afirma el informe confidencial del que la agencia Reuters ha difundido los primeros datos. El documento también informa sobre la fallida visita al país de un equipo de inspectores del OIEA a principios de esta semana. Nada más que se conoció ese extremo el miércoles, subió el precio del barril de petróleo, lo que da una idea de la preocupación que despierta la posibilidad de que la crisis conduzca a un conflicto.
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Según el documento, Irán ha aumentado las actividades en su principal planta de enriquecimiento de uranio en Natanz, en el centro de país, y también en las instalaciones subterráneas de Fordo, a un centenar de kilómetros de Teherán. Ese proceso es el que permite convertir el mineral de uranio en combustible para una central nuclear (al 5%) o en material fisible para una bomba (al 95%). El enriquecimiento se lleva a cabo en unas máquinas llamadas centrifugadoras. En Natanz, su número ha pasado de 37 cascadas de 170 centrifugadoras el pasado noviembre a 52 durante la última inspección. En Fordo, hay casi 700 máquinas enriqueciendo el mineral hasta el 20% y planes para instalar más.
Desde que hace dos años empezó a trabajar en ese nivel de enriquecimiento, oficialmente para su reactor de investigación, Irán ha producido 110 kilogramos de uranio al 20%. Según los expertos, se necesitan unos 250 para lograr una bomba atómica, pero antes hay que lograr elevar su pureza hasta el 90%-95% lo que requiere numerosos ciclos en las centrifugadoras.
El ministro alemán de Exteriores, Guido Westerwelle, se ha declarado “muy preocupado” por el nuevo informe. Sin embargo, poco antes de que se filtrara su contenido, el primer ministro ruso, Vladimir Putin, había manifestado su convicción de que algunos países están usando el temor de que Irán adquiera armas nucleares como un pretexto para “el cambio de régimen”. Aunque Rusia y China apoyaron las últimas rondas de sanciones contra Irán en el Consejo de Seguridad, han criticado las unilaterales que le han impuesto EE UU y la UE.
A falta de una reacción oficial de Teherán, la cadena PressTV, que depende directamente de la oficina del líder supremo, minimizó el informe asegurando que “repite las mismas acusaciones del pasado”. También achacó a EE UU, Israel y sus aliados querer usar el programa nuclear “para imponer sanciones contra Irán y amenazar al país con un ataque militar”.
El temor que expresan muchos observadores es que el documento del OIEA pueda servir de base para que los 35 países que forman su junta de gobernadores actúen contra Irán cuando se reúnan a principios de marzo. Esa instancia tiene capacidad para adoptar resoluciones y también para enviar el dosier al Consejo de Seguridad de la ONU, un paso imprescindible para cualquier nueva medida de castigo de obligado cumplimiento para todos sus miembros.
Tras el informe del pasado noviembre, EE UU y la UE extendieron sus sanciones contra la República Islámica a su Banco Central y a sus exportaciones de petróleo. El mero anuncio del embargo a su crudo, que supone el 80% de los ingresos de divisas del país, llevó a los responsables iraníes a agitar el fantasma del cierre de Ormuz. Desde entonces, la guerra verbal entre Teherán y Occidente no ha hecho más que dar alas a los duros en uno y otro lado.
El presidente de Israel, Simón Peres, reiteró el jueves que su país mantiene “todas las opciones sobre la mesa”. Desde el año pasado ese país, némesis de Irán, ha entrado en un peligro juego dando a entender que sus más altos responsables habían llegado a un consenso sobre la necesidad de bombardear las instalaciones militares iraníes.
La paranoia ha llegado a tales niveles que el propio jefe de la Junta de Jefes del Estado Mayor de Estados Unidos, el general Martin Dempsey, está tratando de rebajar la tensión. Dempsey ha advertido que sería “prematuro” y “poco prudente” atacar a Irán cuando aún no está construyendo un arma nuclear. “Un ataque en este momento sería desestabilizador y no alcanzaría sus objetivos a largo plazo”, ha señalado, aunque reconoció que EE UU aún no había persuadido de ello a Israel.
Teherán, El País
Irán ha acelerado de forma significativa su producción de uranio enriquecido, según el último informe trimestral del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). El texto confirma algo de lo que el propio régimen iraní se ha vanagloriado en los últimos meses. Sin embargo, en el actual contexto de tensión con la comunidad internacional, corre el riesgo de reforzar los argumentos de quienes defienden un ataque militar para poner fin a las ambiciones nucleares de Teherán antes de que llegue a hacerse con una bomba atómica.
“El OIEA continúa teniendo graves preocupaciones respecto a las posibles dimensiones militares del programa nuclear de Irán”, afirma el informe confidencial del que la agencia Reuters ha difundido los primeros datos. El documento también informa sobre la fallida visita al país de un equipo de inspectores del OIEA a principios de esta semana. Nada más que se conoció ese extremo el miércoles, subió el precio del barril de petróleo, lo que da una idea de la preocupación que despierta la posibilidad de que la crisis conduzca a un conflicto.
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Según el documento, Irán ha aumentado las actividades en su principal planta de enriquecimiento de uranio en Natanz, en el centro de país, y también en las instalaciones subterráneas de Fordo, a un centenar de kilómetros de Teherán. Ese proceso es el que permite convertir el mineral de uranio en combustible para una central nuclear (al 5%) o en material fisible para una bomba (al 95%). El enriquecimiento se lleva a cabo en unas máquinas llamadas centrifugadoras. En Natanz, su número ha pasado de 37 cascadas de 170 centrifugadoras el pasado noviembre a 52 durante la última inspección. En Fordo, hay casi 700 máquinas enriqueciendo el mineral hasta el 20% y planes para instalar más.
Desde que hace dos años empezó a trabajar en ese nivel de enriquecimiento, oficialmente para su reactor de investigación, Irán ha producido 110 kilogramos de uranio al 20%. Según los expertos, se necesitan unos 250 para lograr una bomba atómica, pero antes hay que lograr elevar su pureza hasta el 90%-95% lo que requiere numerosos ciclos en las centrifugadoras.
El ministro alemán de Exteriores, Guido Westerwelle, se ha declarado “muy preocupado” por el nuevo informe. Sin embargo, poco antes de que se filtrara su contenido, el primer ministro ruso, Vladimir Putin, había manifestado su convicción de que algunos países están usando el temor de que Irán adquiera armas nucleares como un pretexto para “el cambio de régimen”. Aunque Rusia y China apoyaron las últimas rondas de sanciones contra Irán en el Consejo de Seguridad, han criticado las unilaterales que le han impuesto EE UU y la UE.
A falta de una reacción oficial de Teherán, la cadena PressTV, que depende directamente de la oficina del líder supremo, minimizó el informe asegurando que “repite las mismas acusaciones del pasado”. También achacó a EE UU, Israel y sus aliados querer usar el programa nuclear “para imponer sanciones contra Irán y amenazar al país con un ataque militar”.
El temor que expresan muchos observadores es que el documento del OIEA pueda servir de base para que los 35 países que forman su junta de gobernadores actúen contra Irán cuando se reúnan a principios de marzo. Esa instancia tiene capacidad para adoptar resoluciones y también para enviar el dosier al Consejo de Seguridad de la ONU, un paso imprescindible para cualquier nueva medida de castigo de obligado cumplimiento para todos sus miembros.
Tras el informe del pasado noviembre, EE UU y la UE extendieron sus sanciones contra la República Islámica a su Banco Central y a sus exportaciones de petróleo. El mero anuncio del embargo a su crudo, que supone el 80% de los ingresos de divisas del país, llevó a los responsables iraníes a agitar el fantasma del cierre de Ormuz. Desde entonces, la guerra verbal entre Teherán y Occidente no ha hecho más que dar alas a los duros en uno y otro lado.
El presidente de Israel, Simón Peres, reiteró el jueves que su país mantiene “todas las opciones sobre la mesa”. Desde el año pasado ese país, némesis de Irán, ha entrado en un peligro juego dando a entender que sus más altos responsables habían llegado a un consenso sobre la necesidad de bombardear las instalaciones militares iraníes.
La paranoia ha llegado a tales niveles que el propio jefe de la Junta de Jefes del Estado Mayor de Estados Unidos, el general Martin Dempsey, está tratando de rebajar la tensión. Dempsey ha advertido que sería “prematuro” y “poco prudente” atacar a Irán cuando aún no está construyendo un arma nuclear. “Un ataque en este momento sería desestabilizador y no alcanzaría sus objetivos a largo plazo”, ha señalado, aunque reconoció que EE UU aún no había persuadido de ello a Israel.