El mar puede esperar
Humberto Vacaflor
Las circunstancias pusieron al presidente Evo Morales en la necesidad de decidir si su próximo viaje al exterior sería a La Haya, para defender la causa marítima boliviana, o a Viena, para defender el cultivo extensivo de la coca.
En esta disyuntiva, el presidente optó por viajar a Viena, demostrando, una vez más, que su primera prioridad es la coca. Después viene lo demás, todo lo demás.
Al fin y al cabo, la causa marítima, pensó seguramente el presidente, está un poco verde, mientras que la causa de la coca está muy avanzada, con los cocales abarcando ocho de los nueve departamentos.
Él tendría que saber que para avanzar en la causa marítima hay que comenzar por quitar el oxígeno –y el agua- a los puertos sin país que quedaron tras la guerra del Pacífico junto al país sin puertos.
Como todos los anteriores gobiernos, de cambio o no, el presidente Morales optó por no tocar lo esencial, por no dar el golpe más certero, que consistiría en quitar a los puertos sin país la savia que los mantiene vivos.
Ni siquiera tuvo en cuenta que su gobierno ha hecho por esa causa, sin saberlo, por supuesto, el mayor avance: ha construido las vías precisas para desviar hacia los puertos peruanos toda la carga que ahora sale por los puertos sin país.
Podía dar el jaque mate en esta partida, pero sus ojos están condenados a ver solamente la coca. Podía haber fijado plazos para que se termine el uso de los puertos sin país, ofreciendo todas las alternativas de transporte que existen.
Podía haber pasado a la historia por algo que valiera la pena, pero optó por lo fácil, por la coca, una batalla ya ganada por su ejército de cocaleros y sus aliados, los narcotraficantes.
Su lealtad con los cocaleros lo tiene ciego. Lo han convertido de ser una promesa, en un desperdicio. Ellos lo llevaron al sitio donde se encuentra, donde tiene que cumplir sus voluntades.
La política boliviana sobre la coca es manejada por los cocaleros. Y también la política boliviana sobre la droga. Ellos son los que ordenaron la expulsión de la DEA y los que obligaron al gobierno a denunciar el tratado contra las drogas de 1961.
Ellos, los cocaleros, deciden si en Bolivia se respetará o no los parques nacionales.
Ordenaron que la marcha del TIPNIS fuera frenada, acosada, insultada y flagelada. Los ministros que debieron cumplir esas órdenes fueron usados para esos propósitos y desechados después de obedecer.
En los últimos cinco meses fueron cambiados dos ministros de Gobierno, porque obedeció uno y se resistió otro, a cumplir las órdenes de los cocaleros.
Son los cocaleros quienes han decidido que el parque Choré sea destruido. Ahora se informa de los primeros indicios de desertización. ¡Un parque convertido en desierto!
Cuando el presidente eligió ir a Viena en lugar de ir a La Haya se inclinó por una opción que es la derrota de Bolivia, y desechó la que hubiera significado un avance en la causa mayor.
Vacaflor.obolog.com
Las circunstancias pusieron al presidente Evo Morales en la necesidad de decidir si su próximo viaje al exterior sería a La Haya, para defender la causa marítima boliviana, o a Viena, para defender el cultivo extensivo de la coca.
En esta disyuntiva, el presidente optó por viajar a Viena, demostrando, una vez más, que su primera prioridad es la coca. Después viene lo demás, todo lo demás.
Al fin y al cabo, la causa marítima, pensó seguramente el presidente, está un poco verde, mientras que la causa de la coca está muy avanzada, con los cocales abarcando ocho de los nueve departamentos.
Él tendría que saber que para avanzar en la causa marítima hay que comenzar por quitar el oxígeno –y el agua- a los puertos sin país que quedaron tras la guerra del Pacífico junto al país sin puertos.
Como todos los anteriores gobiernos, de cambio o no, el presidente Morales optó por no tocar lo esencial, por no dar el golpe más certero, que consistiría en quitar a los puertos sin país la savia que los mantiene vivos.
Ni siquiera tuvo en cuenta que su gobierno ha hecho por esa causa, sin saberlo, por supuesto, el mayor avance: ha construido las vías precisas para desviar hacia los puertos peruanos toda la carga que ahora sale por los puertos sin país.
Podía dar el jaque mate en esta partida, pero sus ojos están condenados a ver solamente la coca. Podía haber fijado plazos para que se termine el uso de los puertos sin país, ofreciendo todas las alternativas de transporte que existen.
Podía haber pasado a la historia por algo que valiera la pena, pero optó por lo fácil, por la coca, una batalla ya ganada por su ejército de cocaleros y sus aliados, los narcotraficantes.
Su lealtad con los cocaleros lo tiene ciego. Lo han convertido de ser una promesa, en un desperdicio. Ellos lo llevaron al sitio donde se encuentra, donde tiene que cumplir sus voluntades.
La política boliviana sobre la coca es manejada por los cocaleros. Y también la política boliviana sobre la droga. Ellos son los que ordenaron la expulsión de la DEA y los que obligaron al gobierno a denunciar el tratado contra las drogas de 1961.
Ellos, los cocaleros, deciden si en Bolivia se respetará o no los parques nacionales.
Ordenaron que la marcha del TIPNIS fuera frenada, acosada, insultada y flagelada. Los ministros que debieron cumplir esas órdenes fueron usados para esos propósitos y desechados después de obedecer.
En los últimos cinco meses fueron cambiados dos ministros de Gobierno, porque obedeció uno y se resistió otro, a cumplir las órdenes de los cocaleros.
Son los cocaleros quienes han decidido que el parque Choré sea destruido. Ahora se informa de los primeros indicios de desertización. ¡Un parque convertido en desierto!
Cuando el presidente eligió ir a Viena en lugar de ir a La Haya se inclinó por una opción que es la derrota de Bolivia, y desechó la que hubiera significado un avance en la causa mayor.
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