El Barça ya no piensa en la Liga
BILBAO, AFP
La derrota del Barcelona en el feudo rojillo bajó ayer el telón de la Liga, con un Real Madrid que hoy podría cobrar una ventaja de diez puntos. En verdad, todo apunta a que los azulgranas decidieron pensar en otra historia -llámese Champions, donde regresa este martes en Leverkusen, o final de Copa, donde le espera el Athletic- ya antes de disputarse el partido ante Osasuna. Y es que a modo de ahorrar esfuerzos, o porque a Guardiola no le quedaba otra para no romper físicamente del todo al plantel, o por un típico ataque de entrenador, el tridente habitual en el mediocampo que forman Xavi, Iniesta y Cesc se quedó en el banquillo.
Los de Mendilibar se percataron del percal y tardaron cinco minutos en cobrar ventaja. A remolque, el Barça solo reaccionó sobre el impracticable césped navarro con todo perdido y, aunque no acabó de dejarse ir por amor propio, era consciente de que su porvenir este curso no pasa por el torneo doméstico.
Un fallo en la marca de Piqué originó el gol de Lekic y, si bien Messi, desnortado y escorado a la derecha, pudo empatar obligando a lucirse a Andrés Fernández, Osasuna volvió a golpear por medio de su delantero, que remató un centro de Cejudo para desnudar a la zaga culé. Guardiola se frotaba los ojos, pensativo sobre si había hecho lo correcto en situar juntos a Mascherano, Thiago y Sergi Roberto, regalando así la pelota al cuadro rojillo. Aunque en la reanudación, en lugar de echar mano de sus estrellas, dio entrada a los jovenzuelos Cuenca y Tello, que fueron los encargados de revolucionar el choque. Además, sentó a Puyol, que vio expirar la marca del equipo de encuentros sin perder consecutivos con él sobre el campo, atorada finalmente en 56. La jugada le salió bien porque Alexis recortó distancias y porque Cristian enloqueció a la retaguardia con sus desmarques y velocidad. Pero cuanto todo apuntaba a la heroica, Osasuna puso las cosas en su sitio. Nino se coló por la cal izquierda y metió un envío al que Raúl García extrajo el máximo jugo.
gol anulado a alexis La aparición en escena de Fábregas espoleó otra vez al Barça, que ya sí se volcó a la desesperada, exponiendo su mejor versión. En una acción individual Tello hizo el 3-2 a falta de un cuarto de hora largo y la igualada se adivinaba en el horizonte. Pudo concretarse si el árbitro no hubiese anulado un gol a Alexis en el minuto 81 por un dudoso fuera de juego, decisiones que esta campaña tampoco caen del lado azulgrana. Tanto tiempo al borde del precipicio, parecía imposible mantener el equilibrio por mucho tiempo más. Shakhtar, Inter, Villarreal y Betis -y el Atlético, con cuatro- fueron los únicos que le habían endosado tres goles al Barça de Guardiola. Hasta ayer, cuando Osasuna propició su segunda derrota liguera en el presente ejercicio. La estocada definitiva que llevará a los culés a fajarse en Europa. Y en la Copa.
La derrota del Barcelona en el feudo rojillo bajó ayer el telón de la Liga, con un Real Madrid que hoy podría cobrar una ventaja de diez puntos. En verdad, todo apunta a que los azulgranas decidieron pensar en otra historia -llámese Champions, donde regresa este martes en Leverkusen, o final de Copa, donde le espera el Athletic- ya antes de disputarse el partido ante Osasuna. Y es que a modo de ahorrar esfuerzos, o porque a Guardiola no le quedaba otra para no romper físicamente del todo al plantel, o por un típico ataque de entrenador, el tridente habitual en el mediocampo que forman Xavi, Iniesta y Cesc se quedó en el banquillo.
Los de Mendilibar se percataron del percal y tardaron cinco minutos en cobrar ventaja. A remolque, el Barça solo reaccionó sobre el impracticable césped navarro con todo perdido y, aunque no acabó de dejarse ir por amor propio, era consciente de que su porvenir este curso no pasa por el torneo doméstico.
Un fallo en la marca de Piqué originó el gol de Lekic y, si bien Messi, desnortado y escorado a la derecha, pudo empatar obligando a lucirse a Andrés Fernández, Osasuna volvió a golpear por medio de su delantero, que remató un centro de Cejudo para desnudar a la zaga culé. Guardiola se frotaba los ojos, pensativo sobre si había hecho lo correcto en situar juntos a Mascherano, Thiago y Sergi Roberto, regalando así la pelota al cuadro rojillo. Aunque en la reanudación, en lugar de echar mano de sus estrellas, dio entrada a los jovenzuelos Cuenca y Tello, que fueron los encargados de revolucionar el choque. Además, sentó a Puyol, que vio expirar la marca del equipo de encuentros sin perder consecutivos con él sobre el campo, atorada finalmente en 56. La jugada le salió bien porque Alexis recortó distancias y porque Cristian enloqueció a la retaguardia con sus desmarques y velocidad. Pero cuanto todo apuntaba a la heroica, Osasuna puso las cosas en su sitio. Nino se coló por la cal izquierda y metió un envío al que Raúl García extrajo el máximo jugo.
gol anulado a alexis La aparición en escena de Fábregas espoleó otra vez al Barça, que ya sí se volcó a la desesperada, exponiendo su mejor versión. En una acción individual Tello hizo el 3-2 a falta de un cuarto de hora largo y la igualada se adivinaba en el horizonte. Pudo concretarse si el árbitro no hubiese anulado un gol a Alexis en el minuto 81 por un dudoso fuera de juego, decisiones que esta campaña tampoco caen del lado azulgrana. Tanto tiempo al borde del precipicio, parecía imposible mantener el equilibrio por mucho tiempo más. Shakhtar, Inter, Villarreal y Betis -y el Atlético, con cuatro- fueron los únicos que le habían endosado tres goles al Barça de Guardiola. Hasta ayer, cuando Osasuna propició su segunda derrota liguera en el presente ejercicio. La estocada definitiva que llevará a los culés a fajarse en Europa. Y en la Copa.