Bolivia: una banda sospechosa de estrangular a 69 personas
La Paz, AFP
Los crímenes fueron cometidos en El Alto, ciudad vecina a La Paz, donde unos diez integrantes de la banda se hacían pasar por choferes o clientes de taxis y minibuses para robar y estrangular a otros pasajeros, cuyos cadáveres arrojaban en lugares distantes.
Las busetas son como tantas otras que recorren las calles polvorientas de El Alto, recogiendo en la madrugada gente humilde que se dirige a sus trabajos. Pero las autoridades afirman que son trampas mortales, vehículos que usan bandas de asesinos para robar y matar a los pasajeros, a cambio de un motín exiguo.
La policía atribuye a una sola banda los asesinatos de al menos 69 personas y dice que varias decenas sobrevivieron a los ataques porque fueron dadas por muertas y arrojadas en zonas aisladas de esta ciudad de un millón de habitantes ubicada en una meseta encima de La Paz, a 4.000 metros de altura.
"Este tipo de asalto se estableció en esta ciudad porque la gente, por necesidad, sube a cualquier transporte, no se fija ni las placas del auto", declaró el coronel Félix Rocha, director de la fuerza policial de lucha contra el crimen.
Los bandidos se hacen pasar por pasajeros y atacan por la espalda a la gente en sus asientos, estrangulándola con una soga o una bufanda. Les sacan todas sus pertenencias valiosas -a menudo apenas un teléfono celular barato- y arrojan sus cuerpos en sectores remotos de esta ciudad habitada mayormente por indígenas migrantes.
EL RELATO DE UNA VÍCTIMA
Uno de los que sobrevivió a un ataque fue un hombre de 64 años que abordó una buseta en la madrugada a principios de febrero para ir a cobrar su jubilación. "De pronto sentí una chalina azul que me apretaba el cuello, luché pero me golpeaban en mis costillas y como no escuchaba bien qué decían, me pegaron más en la cara", relató el hombre, quien perdió el conocimiento y cuando lo recuperó se encontraba "en un basurero, en una zona lejana". "Probablemente me dieron por muerto", indicó el individuo, quien se identificó únicamente como Macario M., por temor a represalias.
Macario M. relató que el 5 de febrero salió de casa a las cuatro de la madrugada para ir a cobrar su jubilación. Le gustaba salir temprano y hacer fila junto a otros jubilados hasta que abrieran la sucursal bancaria.
Rocha indicó que por esa hora no hay mucho transporte público, lo cual aprovechaban los delincuentes, que no usaban el mismo ómnibus, sino que alternaban con otros de diferentes colores. Como era su costumbre, abordó unas busetas que prestan servicios en El Alto. Vio que la que anunciaba la ruta que a él le interesaba para llegar al banco era una mujer indígena.
Sin embargo, el microbús y la mujer eran solo parte del señuelo que una despiadada banda de asaltantes usaba para atraer a víctimas a las que estrangulaban para despojarlas de sus pertenencias.
Dentro del ómnibus estaban los delincuentes, que se hacían pasar por pasajeros y quienes luego de unas cuadras del recorrido estrangulaban con una chalina o una soga a sus víctimas y las dejaban en otras zonas lejanas de El Alto. La banda actuaba en cinco zonas de esa urbe, una de las más pobres y violentas de Bolivia, según las autoridades.
Ocho miembros, entre ellos la mujer de origen aymará, fueron capturados recientemente por la policía, que los acusa de al menos 69 homicidios. Hay varios prófugos.
Se confiscaron además cuatro busetas con asientos para 14 personas usadas por la banda, dos blancas, una gris y otra beige.
El fiscal que atendió el caso, Santos Valencia, declaró a los medios locales que en los domicilios de los detenidos se encontraron billeteras y prendas de las víctimas. La fiscalía, no obstante, afirmó que todavía no se ha comprobado fehacientemente que todos esos asesinatos sean obra de la misma banda.
La banda aparentemente no era tan eficiente ya que más de 70 personas le dijeron a la policía que sobrevivieron a un ataque e identificaron a los delincuentes, según versiones de la prensa local.
Rocha dijo que hay otras pandillas, pero que esta parecía ser la más organizada y metódica.
Agregó que se está investigando si este grupo también estrangulaban a los conductores de taxis para robarles sus vehículos.
Los crímenes fueron cometidos en El Alto, ciudad vecina a La Paz, donde unos diez integrantes de la banda se hacían pasar por choferes o clientes de taxis y minibuses para robar y estrangular a otros pasajeros, cuyos cadáveres arrojaban en lugares distantes.
Las busetas son como tantas otras que recorren las calles polvorientas de El Alto, recogiendo en la madrugada gente humilde que se dirige a sus trabajos. Pero las autoridades afirman que son trampas mortales, vehículos que usan bandas de asesinos para robar y matar a los pasajeros, a cambio de un motín exiguo.
La policía atribuye a una sola banda los asesinatos de al menos 69 personas y dice que varias decenas sobrevivieron a los ataques porque fueron dadas por muertas y arrojadas en zonas aisladas de esta ciudad de un millón de habitantes ubicada en una meseta encima de La Paz, a 4.000 metros de altura.
"Este tipo de asalto se estableció en esta ciudad porque la gente, por necesidad, sube a cualquier transporte, no se fija ni las placas del auto", declaró el coronel Félix Rocha, director de la fuerza policial de lucha contra el crimen.
Los bandidos se hacen pasar por pasajeros y atacan por la espalda a la gente en sus asientos, estrangulándola con una soga o una bufanda. Les sacan todas sus pertenencias valiosas -a menudo apenas un teléfono celular barato- y arrojan sus cuerpos en sectores remotos de esta ciudad habitada mayormente por indígenas migrantes.
EL RELATO DE UNA VÍCTIMA
Uno de los que sobrevivió a un ataque fue un hombre de 64 años que abordó una buseta en la madrugada a principios de febrero para ir a cobrar su jubilación. "De pronto sentí una chalina azul que me apretaba el cuello, luché pero me golpeaban en mis costillas y como no escuchaba bien qué decían, me pegaron más en la cara", relató el hombre, quien perdió el conocimiento y cuando lo recuperó se encontraba "en un basurero, en una zona lejana". "Probablemente me dieron por muerto", indicó el individuo, quien se identificó únicamente como Macario M., por temor a represalias.
Macario M. relató que el 5 de febrero salió de casa a las cuatro de la madrugada para ir a cobrar su jubilación. Le gustaba salir temprano y hacer fila junto a otros jubilados hasta que abrieran la sucursal bancaria.
Rocha indicó que por esa hora no hay mucho transporte público, lo cual aprovechaban los delincuentes, que no usaban el mismo ómnibus, sino que alternaban con otros de diferentes colores. Como era su costumbre, abordó unas busetas que prestan servicios en El Alto. Vio que la que anunciaba la ruta que a él le interesaba para llegar al banco era una mujer indígena.
Sin embargo, el microbús y la mujer eran solo parte del señuelo que una despiadada banda de asaltantes usaba para atraer a víctimas a las que estrangulaban para despojarlas de sus pertenencias.
Dentro del ómnibus estaban los delincuentes, que se hacían pasar por pasajeros y quienes luego de unas cuadras del recorrido estrangulaban con una chalina o una soga a sus víctimas y las dejaban en otras zonas lejanas de El Alto. La banda actuaba en cinco zonas de esa urbe, una de las más pobres y violentas de Bolivia, según las autoridades.
Ocho miembros, entre ellos la mujer de origen aymará, fueron capturados recientemente por la policía, que los acusa de al menos 69 homicidios. Hay varios prófugos.
Se confiscaron además cuatro busetas con asientos para 14 personas usadas por la banda, dos blancas, una gris y otra beige.
El fiscal que atendió el caso, Santos Valencia, declaró a los medios locales que en los domicilios de los detenidos se encontraron billeteras y prendas de las víctimas. La fiscalía, no obstante, afirmó que todavía no se ha comprobado fehacientemente que todos esos asesinatos sean obra de la misma banda.
La banda aparentemente no era tan eficiente ya que más de 70 personas le dijeron a la policía que sobrevivieron a un ataque e identificaron a los delincuentes, según versiones de la prensa local.
Rocha dijo que hay otras pandillas, pero que esta parecía ser la más organizada y metódica.
Agregó que se está investigando si este grupo también estrangulaban a los conductores de taxis para robarles sus vehículos.