Argentina denunciará a Reino Unido ante la ONU por militarizar el Atlántico Sur
Fernández reunió a la oposición para anunciar su respuesta al envío de un destructor británico a las islas y a la llegada del príncipe Guillermo para hacer ejercicios castrenses
Buenos Aires, El País
Argentina volvió a mover anoche sus piezas en la partida de ajedrez contra Reino Unido por la soberanía de las islas Malvinas, cuando faltan menos de dos meses para que se cumplan 30 años de la guerra que libraron entre sí por este archipiélago. En un acto al que convocó a toda la oposición política, y a los sindicalistas enfrentados a ella, la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, anunció que denunciará a Reino Unido ante el Consejo de Seguridad y la Asamblea General de la ONU por la militarización del Atlántico Sur. La peronista Fernández respondió así formalmente a la reciente decisión británica de enviar a las Malvinas uno de los buques de guerra más modernos que tiene, el HMS Dauntless.
La jefa de Estado argentina criticó al Gobierno del conservador David Cameron porque “está militarizando una vez más el Atlántico Sur, como lo demuestra el envío de un destructor para acompañar la visita del príncipe William, que pone en riesgo la seguridad internacional”.
Londres no ha tardado en responder a la iniciativa argentina. "Sólo negociaremos la soberanía de las Malvinas si sus habitantes quieren negociarla y eso no ocurre", ha indicado a Efe un portavoz de la Misión británica.
El príncipe Guillermo, segundo en la línea de sucesión de la Corona británica, arribó la semana pasada a Malvinas para cumplir seis semanas de entrenamiento militar, aunque Londres intentó aclarar que su misión es “humanitaria”, porque, como piloto de rescate, ayudará a los pesqueros que se encuentren en problemas en el alta mar. Sin embargo, Fernández recordó anoche que el hijo de Carlos y la fallecida Lady Di había llegado “no con ropas civiles, sino vestido de militar”.
Argentina presentará primero su denuncia contra Reino Unido en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero no espera que allí prospere porque Londres cuenta con poder de veto. “El sillón que cada potencia tiene en el Consejo, en lugar de solucionar los problemas, tiende a profundizarlos. Por eso también vamos a hacer la protesta ante la Asamblea", explicó Fernández.
La asamblea general de la ONU reclama desde 1966 que las partes se sienten a negociar. Reino Unido nunca ha aceptado discutir la soberanía de las islas que ocupa desde 1833, mientras que Argentina violó aquel mandato de la ONU cuando la dictadura que la asolaba las invadió en 1982. Tras la derrota en una guerra que duró poco más de dos meses, Argentina ha emprendido otra vez la vía diplomática para su reclamación.
“Que nadie espere gestos que estén afuera de la política y la diplomacia”, dijo anoche Fernández. “Somos gente que hemos sufrido demasiado la violencia en nuestro país. No nos atraen los juegos de las armas ni las guerras. Quiero pedirle al primer ministro Cameron que le dé una oportunidad a la paz", parafraseó al británico John Lennon la jefa de Estado argentina, cuyo gobierno ha continuado la política de su marido, Néstor Kirchner, de enjuiciamiento de los criminales del último régimen militar (1976-1983).
Entre los asistentes al acto en la Casa Rosada (sede presidencial) figuraban el jefe de la peronista Confederación General del Trabajo (CGT), Hugo Moyano, recientemente distanciado del Gobierno; líderes de la patronal, jefes militares y altos dirigentes de las principales fuerzas políticas de la oposición, como el socialismo, el radicalismo, el peronismo disidente y la conservadora Propuesta Republicana (PRO). Solo faltó una minoría de opositores que dijeron que no iban a ir a una reunión sobre Malvinas en la que no sabían qué se iba a anunciar.
La amplia convocatoria política implicó un hecho inusual en la trayectoria del Gobierno de Fernández. Pero sucede que la reclamación de la soberanía de Malvinas se ha convertido en una política de Estado para Argentina. Al acto también concurrieron dirigentes del peronismo kirchnerista, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, jóvenes seguidores de la presidenta y excombatientes de la Guerra de Malvinas.
Fernández firmó en la ceremonia el decreto por el que se desclasificará el llamado informe Rattenbach. Ese documento fue encargado a finales de 1982 por el entonces dictador argentino, Reynaldo Bignone, a una comisión liderada por el teniente general Benjamín Rattenbach para que analizara la guerra que meses antes había provocado su antecesor al frente del régimen, Leopoldo Galtieri. El informe se redactó, pero quedó archivado porque demostraba los errores de la dictadura al embarcarse en el conflicto bélico contra una potencia como Reino Unido.
La presidenta argentina también señaló que pronto se inaugurará un hospital de salud mental para el tratamiento de excombatientes. Unos 439 de ellos se han suicidado. Otros 649 habían caído en la guerra. Algunos excombatientes que se acercaron a la Casa Rosada y que no pudieron ingresar al edificio por falta de espacio en los salones se quejaron de que la noticia del hospital no era nueva y agredieron a puñetazos a un diputado kirchnerista, José María Díaz Bancalari.
Buenos Aires, El País
Argentina volvió a mover anoche sus piezas en la partida de ajedrez contra Reino Unido por la soberanía de las islas Malvinas, cuando faltan menos de dos meses para que se cumplan 30 años de la guerra que libraron entre sí por este archipiélago. En un acto al que convocó a toda la oposición política, y a los sindicalistas enfrentados a ella, la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, anunció que denunciará a Reino Unido ante el Consejo de Seguridad y la Asamblea General de la ONU por la militarización del Atlántico Sur. La peronista Fernández respondió así formalmente a la reciente decisión británica de enviar a las Malvinas uno de los buques de guerra más modernos que tiene, el HMS Dauntless.
La jefa de Estado argentina criticó al Gobierno del conservador David Cameron porque “está militarizando una vez más el Atlántico Sur, como lo demuestra el envío de un destructor para acompañar la visita del príncipe William, que pone en riesgo la seguridad internacional”.
Londres no ha tardado en responder a la iniciativa argentina. "Sólo negociaremos la soberanía de las Malvinas si sus habitantes quieren negociarla y eso no ocurre", ha indicado a Efe un portavoz de la Misión británica.
El príncipe Guillermo, segundo en la línea de sucesión de la Corona británica, arribó la semana pasada a Malvinas para cumplir seis semanas de entrenamiento militar, aunque Londres intentó aclarar que su misión es “humanitaria”, porque, como piloto de rescate, ayudará a los pesqueros que se encuentren en problemas en el alta mar. Sin embargo, Fernández recordó anoche que el hijo de Carlos y la fallecida Lady Di había llegado “no con ropas civiles, sino vestido de militar”.
Argentina presentará primero su denuncia contra Reino Unido en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero no espera que allí prospere porque Londres cuenta con poder de veto. “El sillón que cada potencia tiene en el Consejo, en lugar de solucionar los problemas, tiende a profundizarlos. Por eso también vamos a hacer la protesta ante la Asamblea", explicó Fernández.
La asamblea general de la ONU reclama desde 1966 que las partes se sienten a negociar. Reino Unido nunca ha aceptado discutir la soberanía de las islas que ocupa desde 1833, mientras que Argentina violó aquel mandato de la ONU cuando la dictadura que la asolaba las invadió en 1982. Tras la derrota en una guerra que duró poco más de dos meses, Argentina ha emprendido otra vez la vía diplomática para su reclamación.
“Que nadie espere gestos que estén afuera de la política y la diplomacia”, dijo anoche Fernández. “Somos gente que hemos sufrido demasiado la violencia en nuestro país. No nos atraen los juegos de las armas ni las guerras. Quiero pedirle al primer ministro Cameron que le dé una oportunidad a la paz", parafraseó al británico John Lennon la jefa de Estado argentina, cuyo gobierno ha continuado la política de su marido, Néstor Kirchner, de enjuiciamiento de los criminales del último régimen militar (1976-1983).
Entre los asistentes al acto en la Casa Rosada (sede presidencial) figuraban el jefe de la peronista Confederación General del Trabajo (CGT), Hugo Moyano, recientemente distanciado del Gobierno; líderes de la patronal, jefes militares y altos dirigentes de las principales fuerzas políticas de la oposición, como el socialismo, el radicalismo, el peronismo disidente y la conservadora Propuesta Republicana (PRO). Solo faltó una minoría de opositores que dijeron que no iban a ir a una reunión sobre Malvinas en la que no sabían qué se iba a anunciar.
La amplia convocatoria política implicó un hecho inusual en la trayectoria del Gobierno de Fernández. Pero sucede que la reclamación de la soberanía de Malvinas se ha convertido en una política de Estado para Argentina. Al acto también concurrieron dirigentes del peronismo kirchnerista, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, jóvenes seguidores de la presidenta y excombatientes de la Guerra de Malvinas.
Fernández firmó en la ceremonia el decreto por el que se desclasificará el llamado informe Rattenbach. Ese documento fue encargado a finales de 1982 por el entonces dictador argentino, Reynaldo Bignone, a una comisión liderada por el teniente general Benjamín Rattenbach para que analizara la guerra que meses antes había provocado su antecesor al frente del régimen, Leopoldo Galtieri. El informe se redactó, pero quedó archivado porque demostraba los errores de la dictadura al embarcarse en el conflicto bélico contra una potencia como Reino Unido.
La presidenta argentina también señaló que pronto se inaugurará un hospital de salud mental para el tratamiento de excombatientes. Unos 439 de ellos se han suicidado. Otros 649 habían caído en la guerra. Algunos excombatientes que se acercaron a la Casa Rosada y que no pudieron ingresar al edificio por falta de espacio en los salones se quejaron de que la noticia del hospital no era nueva y agredieron a puñetazos a un diputado kirchnerista, José María Díaz Bancalari.