Rousseff consulta a Lula en vísperas de la remodelación de su Gobierno
El expresidente anuncia que se implicará "a fondo" en la campaña previa a las elecciones municipales de este año, antesala de las presidenciales de 2014
Brasilia, El País
Aquel que pensaba que el expresidente brasileño, Luis Inácio Lula da Silva, permanecería mucho tiempo alejado de la política debido al cáncer de laringe que padece, se ha equivocado. Lula ha perdido el pelo y la barba, pero no su pasión por la política.
El expresidente aún no ha concluido su tratamiento de radioterapia y quimioterapia —que intenta reducir el tumor para evitar una operación quirúrgica en la que podría perder la voz—, pero ya se ha reunido con la actual presidenta, su discípula Dilma Rousseff, con la que conversó ayer durante tres horas en vísperas de la remodelación de su Gobierno.
Y el que pensaba que Dilma haría una profunda remodelación de su Gobierno tras haber tenido que forzar la dimisión de seis ministros, cinco de ellos perseguidos por corrupción, en solamente un año, también se ha equivocado. Algunos analistas habían señalado que los movimientos permitirían que Rousseff diseñara “su” Gobierno, más alejado de la herencia que le dejó su antecesor y tutor. La reunión que mantuvieron ayer es interpretada como una señal de que la supuesta remodelación se quedará en simples retoques, todavía supervisados por Lula.
Los partidos aliados del Gobierno de Rousseff, más de una docena, han mantenido históricamente unas tensas relaciones con el partido al que pertenecen Lula y la presidenta, el Partido de los Trabajadores (PT). El diputado Eduardo Albes, líder del Partido del Movimiento Democrático en Brasil (PMDB), ha asegurado que teme el “efecto del cañón Lula”, que consideran un factor decisivo en la popularidad del Gobierno. Muchos aseguran —y temen o esperan, según sea su postura política— la “canonización” de Lula tras vencer su cáncer. El propio expresidente ha asegurado que se implicará a fondo en las campañas rumbo a las importantes elecciones municipales de este año, antesala para las presidenciales de 2014 —año en que además Brasil celebrará la Copa Mundial de Fútbol— para las que no se descarta el regreso triunfal de Lula.
Aun así, Dilma Rousseff no es un clon de Lula. La presidenta ha dado señales de que es más que una discípula que sigue fielmente sus pasos. En su primer año de Gobierno ha establecido una sólida postura contra la corrupción y ha enfriado las relaciones entre Brasilia y el régimen de Teherán, que Lula había promovido.
El reto de la presidenta yace en combinar la lealtad hacia Lula, quien la apoyó con firmeza como su sucesora, y consolidar una personalidad propia, que la separe de la sombra del poderoso exmandatario.
Brasilia, El País
Aquel que pensaba que el expresidente brasileño, Luis Inácio Lula da Silva, permanecería mucho tiempo alejado de la política debido al cáncer de laringe que padece, se ha equivocado. Lula ha perdido el pelo y la barba, pero no su pasión por la política.
El expresidente aún no ha concluido su tratamiento de radioterapia y quimioterapia —que intenta reducir el tumor para evitar una operación quirúrgica en la que podría perder la voz—, pero ya se ha reunido con la actual presidenta, su discípula Dilma Rousseff, con la que conversó ayer durante tres horas en vísperas de la remodelación de su Gobierno.
Y el que pensaba que Dilma haría una profunda remodelación de su Gobierno tras haber tenido que forzar la dimisión de seis ministros, cinco de ellos perseguidos por corrupción, en solamente un año, también se ha equivocado. Algunos analistas habían señalado que los movimientos permitirían que Rousseff diseñara “su” Gobierno, más alejado de la herencia que le dejó su antecesor y tutor. La reunión que mantuvieron ayer es interpretada como una señal de que la supuesta remodelación se quedará en simples retoques, todavía supervisados por Lula.
Los partidos aliados del Gobierno de Rousseff, más de una docena, han mantenido históricamente unas tensas relaciones con el partido al que pertenecen Lula y la presidenta, el Partido de los Trabajadores (PT). El diputado Eduardo Albes, líder del Partido del Movimiento Democrático en Brasil (PMDB), ha asegurado que teme el “efecto del cañón Lula”, que consideran un factor decisivo en la popularidad del Gobierno. Muchos aseguran —y temen o esperan, según sea su postura política— la “canonización” de Lula tras vencer su cáncer. El propio expresidente ha asegurado que se implicará a fondo en las campañas rumbo a las importantes elecciones municipales de este año, antesala para las presidenciales de 2014 —año en que además Brasil celebrará la Copa Mundial de Fútbol— para las que no se descarta el regreso triunfal de Lula.
Aun así, Dilma Rousseff no es un clon de Lula. La presidenta ha dado señales de que es más que una discípula que sigue fielmente sus pasos. En su primer año de Gobierno ha establecido una sólida postura contra la corrupción y ha enfriado las relaciones entre Brasilia y el régimen de Teherán, que Lula había promovido.
El reto de la presidenta yace en combinar la lealtad hacia Lula, quien la apoyó con firmeza como su sucesora, y consolidar una personalidad propia, que la separe de la sombra del poderoso exmandatario.