Lionel Messi será un nuevo Cruyff o Platini si no gana un Mundial
Suiza, AFP
Tras ganar su tercer Balón de Oro consecutivo en la gala de la FIFA en Zurich, Lionel Messi posó con Shakira, con Pelé, con Dani Alves, con Neymar. También posó con la ganadora del premio femenino, la veterana goleadora japonesa Homare Sawa.
Si la elegante Sawa en su florido kimono celeste hubiera estado de humor para hacer chistes ácidos —y si, por esas casualidades de la vida, hablara español_, podría haber torcido una comisura de la boca para susurrarle al súper astro argentino: "Ganá un Mundial, pibe".
Sawa, de 33 años, tendrá un solo Balón de Oro, pero el año pasado fue la figura y la goleadora de la selección japonesa que ganó el Mundial de Alemania 2011 al imponerse en los penales a Estados Unidos. De hecho, ella hizo el gol del empate agónico a tres minutos del final del tiempo suplementario.
Como todos sabemos, Messi, de 24 años, no ha tenido la misma suerte con Argentina. Las eliminaciones en cuartos de final ante Alemania definieron sus Mundiales 2006 y 2010 y Brasil y Uruguay le negaron la Copa América en 2007 y 2011.
Ese es el gran asterisco que puede acompañar a su nombre en los libros de historia del fútbol y terminará por definir si estamos en presencia de un nuevo Pelé o Maradona, o más de bien de otro Cruyff o Platini.
"Messi siempre será grande, con o sin el Mundial. Johan Cruyff siempre será grande, con o sin Mundial", aseguró el propio Michel Platini, que tampoco ganó un Mundial. "Pero la Copa del Mundo hace algo especial".
El hoy presidente de la UEFA dio en el clavo con su definición. Aunque los memoriosos se babean a la hora de elogiar las cualidades individuales del propio francés o del holandés —también ganador de tres Balones que brilló en su selección, en el Ajax y el Barcelona_, nadie se atreve a incluirlos en la discusión máxima, la de quién fue el mejor de la historia.
Pelé y Diego Maradona, que cargaron a hombros a sus selecciones para levantar la Copa, son los indiscutidos dueños de ese debate y los que le dan ventaja al brasileño sobre el argentino lo hacen por el total de Mundiales: 3 a 1.
Pero ellos dos le sacan una cabeza a Alfredo Di Stéfano, otro enorme jugador que, como Messi, ganó todo a nivel de clubes, con un Real Madrid igual o más dominante que el Barsa de hoy.
"Mira a Diego Maradona, todo el mundo recuerda lo que hizo en 1986, nadie recuerda lo que hizo en el Napoli, en el Barcelona", dijo Platini tras la gala en Zurich, en la que Messi lo igualó como los únicos con tres Balones de Oro consecutivos.
"Es la Copa del Mundo lo que permanece en el recuerdo de la gente", sentenció el francés, que carga la espina de haber sido eliminado por Alemania en las semifinales de España 1982 y México 1986.
Cruyff, aún más dolorosamente, cayó en la final de Alemania 1974 contra el local y luego no viajó a Argentina 1978, donde la "Naranja Mecánica" repitió esa suerte.
El juicio de Platini quizás sea demasiado severo, ya que, después de todo, muchos se acuerdan de lo que él hizo en Juventus. Pero en esencia tiene razón y su lección debe servir de advertencia a los dirigentes del disfuncional fútbol argentino: aprovechen a Messi ahora o pierdan para siempre el tren de la historia.
Tras ganar su tercer Balón de Oro consecutivo en la gala de la FIFA en Zurich, Lionel Messi posó con Shakira, con Pelé, con Dani Alves, con Neymar. También posó con la ganadora del premio femenino, la veterana goleadora japonesa Homare Sawa.
Si la elegante Sawa en su florido kimono celeste hubiera estado de humor para hacer chistes ácidos —y si, por esas casualidades de la vida, hablara español_, podría haber torcido una comisura de la boca para susurrarle al súper astro argentino: "Ganá un Mundial, pibe".
Sawa, de 33 años, tendrá un solo Balón de Oro, pero el año pasado fue la figura y la goleadora de la selección japonesa que ganó el Mundial de Alemania 2011 al imponerse en los penales a Estados Unidos. De hecho, ella hizo el gol del empate agónico a tres minutos del final del tiempo suplementario.
Como todos sabemos, Messi, de 24 años, no ha tenido la misma suerte con Argentina. Las eliminaciones en cuartos de final ante Alemania definieron sus Mundiales 2006 y 2010 y Brasil y Uruguay le negaron la Copa América en 2007 y 2011.
Ese es el gran asterisco que puede acompañar a su nombre en los libros de historia del fútbol y terminará por definir si estamos en presencia de un nuevo Pelé o Maradona, o más de bien de otro Cruyff o Platini.
"Messi siempre será grande, con o sin el Mundial. Johan Cruyff siempre será grande, con o sin Mundial", aseguró el propio Michel Platini, que tampoco ganó un Mundial. "Pero la Copa del Mundo hace algo especial".
El hoy presidente de la UEFA dio en el clavo con su definición. Aunque los memoriosos se babean a la hora de elogiar las cualidades individuales del propio francés o del holandés —también ganador de tres Balones que brilló en su selección, en el Ajax y el Barcelona_, nadie se atreve a incluirlos en la discusión máxima, la de quién fue el mejor de la historia.
Pelé y Diego Maradona, que cargaron a hombros a sus selecciones para levantar la Copa, son los indiscutidos dueños de ese debate y los que le dan ventaja al brasileño sobre el argentino lo hacen por el total de Mundiales: 3 a 1.
Pero ellos dos le sacan una cabeza a Alfredo Di Stéfano, otro enorme jugador que, como Messi, ganó todo a nivel de clubes, con un Real Madrid igual o más dominante que el Barsa de hoy.
"Mira a Diego Maradona, todo el mundo recuerda lo que hizo en 1986, nadie recuerda lo que hizo en el Napoli, en el Barcelona", dijo Platini tras la gala en Zurich, en la que Messi lo igualó como los únicos con tres Balones de Oro consecutivos.
"Es la Copa del Mundo lo que permanece en el recuerdo de la gente", sentenció el francés, que carga la espina de haber sido eliminado por Alemania en las semifinales de España 1982 y México 1986.
Cruyff, aún más dolorosamente, cayó en la final de Alemania 1974 contra el local y luego no viajó a Argentina 1978, donde la "Naranja Mecánica" repitió esa suerte.
El juicio de Platini quizás sea demasiado severo, ya que, después de todo, muchos se acuerdan de lo que él hizo en Juventus. Pero en esencia tiene razón y su lección debe servir de advertencia a los dirigentes del disfuncional fútbol argentino: aprovechen a Messi ahora o pierdan para siempre el tren de la historia.