La sequía abrasa México
El año más seco en siete décadas afecta a la mitad de los municipios y machaca la cosecha de maíz y frijoles. La situación reaviva el debate sobre el problema del hambre en el país y sobre la idoneidad del actual modelo de producción de alimentos. Se calcula que hay al menos dos millones de personas afectadas
México, El País
La sequía que afecta a México desde hace meses se ha convertido estos días en un tema especialmente candente. “Tiene efectos en 19 Estados de la República [dos terceras partes]”; “se pronostica que persista en los Estados que ya la vienen padeciendo y que se extienda e intensifique hacia los del centro de México; “es un problema delicado al que nos estaremos enfrentando de manera aguda en las próximas fechas y en los próximos años…, es un asesino silencioso”.
¿Palabras de ecologistas trasnochados? ¿Discurso de la oposición? No, son comunicaciones oficiales del secretario de Agricultura y de los encargados del agua y de la protección civil del Gobierno de Felipe Calderón. Se calcula que hasta el momento hay al menos 2 millones de afectados de manera directa.
El propio presidente había advertido ya de la sequía sin precedentes que azota a México. En junio pasado informó de que en los registros de siete décadas no había datos de un año tan seco como 2011. Las consecuencias de la falta de lluvia, que afecta a casi la mitad de los municipios del país, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua), han provocado que la oposición critique al Gobierno por “falta de sensibilidad”, así como una pugna entre la Administración de Calderón y el Congreso por un paquete de ayuda de 10.000 millones de pesos (587 millones de euros) y también una movilización de agricultores ligados principalmente al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que han anunciado una marcha hacia la capital mexicana para el 31 de enero.
“Por la sequía se ha perdido el 80% de la producción de frijol, de 1.300.000 toneladas, cosecharemos menos de 300.000 toneladas. Se ha perdido también el 50% de la producción del maíz y de trigo. No ha llovido en los últimos 16 meses, pero no todo el daño ha sido por la sequía, también hemos padecido heladas e inundaciones”, explica Víctor Suárez, quien dirige la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productos del Campo. “Las pérdidas van a afectar el abasto de los mercados y a la disponibilidad para el autoconsumo. La autosuficiencia alimentaria de México está perdida”, agrega.
A pesar de la gravedad de la situación, que ya dura meses, el asunto saltó estos días de nuevo al primer plano después de una mentira. El fin de semana se difundió por las redes sociales un vídeo de un canal local de televisión de Chihuahua. En él, un líder comunitario afirmaba con la voz entrecortada que 50 indígenas tarahumara se habían suicidado, tirándose por un barranco, a causa del hambre derivada de la sequía. No fue cierto, pero se reactivó el tema de la sequía, del hambre y la discusión sobre si no hace falta replantear el modelo de producción de alimentos en México.
“Es una ironía, pero con este tema de la sequía, nos está lloviendo sobre mojado”, dice el economista Rolando Cordera, quien recuerda que desde los años noventa, cuando el país firmó un tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, México perdió la capacidad de la producción de bienes agrícolas. “Con la ilusión de que con el libre comercio resolveríamos nuestro problema de abasto alimentario, perdimos tanto la capacidad de almacenamiento como de regulación de los precios de los alimentos. Estamos jugando con fuego, porque está en riesgo el abasto básico de la mayoría de los habitantes del país”, afirma Cordera.
Se calcula que hasta un 70% de los productores agrícolas usan sus cosechas para el autoabastecimiento. Son campesinos que dependen básicamente del tiempo y son los primeros en resentir la falta de lluvia, que en vastas regiones ya lleva más de un año. Con la sequía se teme un mayor aumento del precio de los alimentos, que el año pasado ya fue más alto que la inflación.
México, El País
La sequía que afecta a México desde hace meses se ha convertido estos días en un tema especialmente candente. “Tiene efectos en 19 Estados de la República [dos terceras partes]”; “se pronostica que persista en los Estados que ya la vienen padeciendo y que se extienda e intensifique hacia los del centro de México; “es un problema delicado al que nos estaremos enfrentando de manera aguda en las próximas fechas y en los próximos años…, es un asesino silencioso”.
¿Palabras de ecologistas trasnochados? ¿Discurso de la oposición? No, son comunicaciones oficiales del secretario de Agricultura y de los encargados del agua y de la protección civil del Gobierno de Felipe Calderón. Se calcula que hasta el momento hay al menos 2 millones de afectados de manera directa.
El propio presidente había advertido ya de la sequía sin precedentes que azota a México. En junio pasado informó de que en los registros de siete décadas no había datos de un año tan seco como 2011. Las consecuencias de la falta de lluvia, que afecta a casi la mitad de los municipios del país, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua), han provocado que la oposición critique al Gobierno por “falta de sensibilidad”, así como una pugna entre la Administración de Calderón y el Congreso por un paquete de ayuda de 10.000 millones de pesos (587 millones de euros) y también una movilización de agricultores ligados principalmente al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que han anunciado una marcha hacia la capital mexicana para el 31 de enero.
“Por la sequía se ha perdido el 80% de la producción de frijol, de 1.300.000 toneladas, cosecharemos menos de 300.000 toneladas. Se ha perdido también el 50% de la producción del maíz y de trigo. No ha llovido en los últimos 16 meses, pero no todo el daño ha sido por la sequía, también hemos padecido heladas e inundaciones”, explica Víctor Suárez, quien dirige la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productos del Campo. “Las pérdidas van a afectar el abasto de los mercados y a la disponibilidad para el autoconsumo. La autosuficiencia alimentaria de México está perdida”, agrega.
A pesar de la gravedad de la situación, que ya dura meses, el asunto saltó estos días de nuevo al primer plano después de una mentira. El fin de semana se difundió por las redes sociales un vídeo de un canal local de televisión de Chihuahua. En él, un líder comunitario afirmaba con la voz entrecortada que 50 indígenas tarahumara se habían suicidado, tirándose por un barranco, a causa del hambre derivada de la sequía. No fue cierto, pero se reactivó el tema de la sequía, del hambre y la discusión sobre si no hace falta replantear el modelo de producción de alimentos en México.
“Es una ironía, pero con este tema de la sequía, nos está lloviendo sobre mojado”, dice el economista Rolando Cordera, quien recuerda que desde los años noventa, cuando el país firmó un tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, México perdió la capacidad de la producción de bienes agrícolas. “Con la ilusión de que con el libre comercio resolveríamos nuestro problema de abasto alimentario, perdimos tanto la capacidad de almacenamiento como de regulación de los precios de los alimentos. Estamos jugando con fuego, porque está en riesgo el abasto básico de la mayoría de los habitantes del país”, afirma Cordera.
Se calcula que hasta un 70% de los productores agrícolas usan sus cosechas para el autoabastecimiento. Son campesinos que dependen básicamente del tiempo y son los primeros en resentir la falta de lluvia, que en vastas regiones ya lleva más de un año. Con la sequía se teme un mayor aumento del precio de los alimentos, que el año pasado ya fue más alto que la inflación.