La caída de popularidad obliga a Morales a buscar el consenso político

La oposición da plantón al presidente boliviano en la primera reunión convocada en seis años

Cochabamba, El País
Los principales partidos de la oposición plantaron ayer al presidente de Bolivia, Evo Morales, minutos después de su discurso de inauguración de la reunión que convocó, por primera vez desde su llegada al Gobierno, hace seis años, para “trabajar juntos en la construcción de una nueva Bolivia”.

Morales mencionó las dudas que tenía respecto a la invitación al diálogo. “Espero no haberme equivocado al convocarlos”, dijo. Poco antes reconoció que la política boliviana “ya no es como antes. Cuando era dirigente [sindical] los políticos eran vistos como farsantes, delincuentes, pero estamos cambiando. Hay que entender que la política es la responsabilidad por el pueblo y [es necesario buscar formas] para atender mejor al pueblo”.

Las dudas del presidente boliviano se sumaron a la suspicacia de los oponentes y, en minutos, las 17 representaciones políticas se redujeron a 13 con la salida de los delegados de los cuatro partidos que tienen escaños en la Asamblea Legislativa: el ex aliado oficialista Movimiento Sin Miedo (MSM), Unidad Nacional (UN), Convergencia Nacional (CN) y el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). Los partidos que se quedaron están reconocidos por el Órgano Electoral Plurinacional, pero su capacidad de influencia política es escasa.

Los puntos de discrepancia entre el Gobierno y sus adversarios políticos están relacionados con la agenda. El Gobierno desea reforzar las políticas macroeconómicas sobre la base de las conclusiones de la denominada Cumbre Social, mientras que los partidos opositores pretenden el análisis de la coyuntura política en asuntos como los derechos humanos, la persecución de los opositores y disidentes del régimen, el conflicto social, la seguridad, el empleo y la anunciada revisión de la ley que prohíbe la construcción de una carretera por un parque nacional.

El detonante fue la discrepancia sobre la presencia de los medios de comunicación en la sala de reuniones. El presidente Morales despidió a los comunicadores y camarógrafos para comenzar un trabajo técnico. Los opositores pidieron que se quedaran los medios para atestiguar el desarrollo de las conversaciones.

“No podemos debatir a espaldas de la comunidad. Tenemos que hacerlo de cara al pueblo”, insistió el jefe del MSM, Juan del Granado. Ya en la calle, dijo que el trasfondo de la invitación es “legitimar un Gobierno desgastado”.

“Con todo respeto, presidente, yo he venido a discutir políticamente y no a ningún trabajo técnico, para ello le mandaba un técnico”, afirmó Johnny Torrez, jefe del MNR, poco antes de abandonar la sala de reuniones de la Vicepresidencia. En declaraciones a los periodistas, Torrez explicó que su objetivo era “saber si se va a respetar el Estado de derecho, si los presos políticos seguirán en la cárcel, si se va a seguir derribando gobernadores y alcaldes opositores”.

La politóloga María Teresa Zegada considera que este “traspié” gubernamental es fruto de los “errores procedimentales de la invitación, que han reforzado la suspicacia de los partidos de oposición”. Ellos han visto en la convocatoria al diálogo un intento gubernamental de manipular y mostrar a la población el consenso logrado, supuestamente, en una nueva agenda política.

Zegada cree que hubo ambigüedad en la propuesta oficial. A ello se suma que las conclusiones de la Cumbre Social quedaron deslegitimadas debido a las grandes ausencias de sectores tan representativos como la Central Obrera Boliviana y las matrices de las organizaciones indígenas de tierras altas y de tierras bajas. La Cumbre Social reunió a cerca de 500 delegados de organizaciones sindicales que, bajo la dirección del Gobierno, aprobaron cerca de 70 proyectos de ley que se llevarán ante la Asamblea Legislativa.

El constitucionalista Carlos Cordero está convencido de que la convocatoria presidencial al diálogo está mostrando al mundo a un gobernante conciliador.

“Es un éxito político. El presidente no se ha reunido nunca con sus oponentes. Al contrario, los ha perseguido, los ha condenado y, ahora, cuando muestra una apertura, los partidos políticos son los que fracasan porque reflejan el desconcierto y la división”, ha expresado Cordero.

Según el analista, lo sucedido ha confirmado que “no hay un liderazgo político capaz de aglutinar a toda la oposición, ni tienen argumentos claros, y se ha desperdiciado una gran oportunidad de contribuir a este largo proceso de cambio en Bolivia”.

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