Irán defiende su plan atómico con pruebas de su poder militar
Las maniobras del Ejército iraní muestran la determinación en el programa atómico pero también el efecto que ya están causando las sanciones.
Teherán, El País
¿Qué quiere el régimen iraní? El anuncio hoy de que ha probado un misil de largo alcance parece algo más que la notificación de una nueva proeza militar. Teherán está enviando un doble mensaje. Por un lado, indica que no va a cejar en su empeño nuclear y que las sanciones con las que EEUU y sus aliados intentan disuadirle pueden llegar a convertirse en un casus belli. Por otro, la intensidad con la que proyecta su poderío revela también hasta qué punto la presión internacional está ahogando su economía. El rial perdió un 12% de su valor respecto al dólar y acumula una caída del 66% desde hace un año.
“El estrecho de Ormuz está completamente bajo nuestro control. No permitiremos que ningún enemigo amenace nuestros intereses”, declaró el jefe de la Armada iraní, el almirante Habibolá Sayyari, citado por la agencia oficial Irna. Sus palabras ponen en contexto el objetivo de las maniobras navales durante las que se probaron el Ghader y varios misiles más.
La cadena iraní PressTV mostró imágenes del lanzamiento de dos cohetes que dijo que podían alcanzar objetivos a “cientos de kilómetros”, sin más precisión. El locutor también informo de que se habían probado otros dos misiles de menor alcance, el Nur (Luz) y el Nasr (Victoria). A falta de que los expertos analicen las poco relevantes imágenes o alguna filtración, sólo se sabe que una versión anterior del Ghader tenía un alcance de 200 kilómetros y volaba a baja altitud. Como el Nur, se trata de una variante del misil chino C 802.
Más allá de su autonomía, que PressTV describió como “de largo alcance”, los portavoces militares insistieron en su “precisión para destruir el objetivo” y en su “altamente avanzados sistemas de radar, comunicación por satélite y mecanismos de evasión”. Esos detalles sugieren que tiene capacidad para enfrentarse a la presencia naval de EEUU en el golfo Pérsico que es, en definitiva, el factor de disuasión que pretende proyectar Irán. Cuando el Ghader se entregó a la Marina de la Guardia Revolucionaria el pasado setiembre, Teherán dijo que podía destruir barcos de guerra.
El subtexto belicista que se aprecia en las acciones iraníes responde a la creciente presión económica de Washington. Desanimados ante el fracaso de la diplomacia para que Irán renuncie a su programa nuclear, los estrategas norteamericanos hace ya varios años que pusieron en marcha una vía paralela de presiones financieras a resultas de la cual la mayoría de los bancos internacionales y grandes empresas abandonaron Irán. Sin embargo, el alto precio del petróleo, que proporciona el 80% de los ingresos del país, ha permitido buscar vías alternativas y que sus gobernantes se mantengan en el poder a pesar de una gestión desastrosa,
En una nueva vuelta de tuerca en ese forcejeo, Washington apunta ahora hacia las exportaciones iraníes de crudo. Claramente irritados ante esa decisión, varios diputados y altos cargos políticos iraníes han amenazado en los últimos días con cerrar el estrecho de Ormuz. Su razonamiento parece ser que si el mundo pretende cerrarles el grifo del petróleo, tendrá que pagar el precio.
A través de esa vía de agua sale el 90% del crudo que exportan los países ribereños del golfo Pérsico, 17 millones de barriles que suponen entre un 30% y un 40% de todo el petróleo que se comercializa en el mundo, según la Agencia Internacional de la Energía. A ellos hay que sumar otros dos millones de barriles de derivados del petróleo, además de gas natural licuado y la mayoría de los suministros militares que necesitan las tropas estadounidenses estacionadas en la zona. Según los analistas, su cierre dispararía el barril hasta los 200 dólares, el doble de su cotización actual.
Sin embargo, pocos creen que eso vaya a suceder. En primer lugar, porque Irán, quinto exportador de crudo del mundo, vive de esa fuente de divisas y el coste económico, político y militar sería demasiado alto. Además, los propios militares iraníes han dicho que no tienen intención de bloquear el estrecho, al menos por ahora.
“No vamos a interrumpir el tráfico a través de Ormuz. No es nuestro objetivo”, señaló el +número dos+ de la división naval de la Guardia Revolucionaria, el almirante Mahmud Musaví, citado por la agencia semioficial Isna. Musaví aclaró que las maniobras pretendían demostrar que tienen la capacidad de asumir el control “en caso necesario”. En otras palabras, se trata de un mensaje para EEUU y sus aliados, a los que deja claro que controla el Golfo y muestra su capacidad para defenderse de cualquier amenaza a su supremacía.
Mientras tanto, los medios iraníes se hicieron eco hoy de que la moneda iraní ha caído un 12% con respecto al dólar, tras el anuncio de nuevas sanciones de Washington contra el Banco Central. El billete verde llegó a cambiarse a 17.800 riales frente a los 16.050 del día anterior, cuando cedió un 5% de su valor. Esas cifras, que suponen una depreciación del 66% respecto a enero de 2011, indican una clara pérdida de confianza mientras las autoridades mantienen la tasa oficial de cambio del dólar en 11.180 riales. Hace un par de meses, el presidente Mahmud Ahmadineyad pidió a los iraníes que dejaran de comprar dólares, convertidos en único refugio seguro para sus ahorros.
Teherán, El País
¿Qué quiere el régimen iraní? El anuncio hoy de que ha probado un misil de largo alcance parece algo más que la notificación de una nueva proeza militar. Teherán está enviando un doble mensaje. Por un lado, indica que no va a cejar en su empeño nuclear y que las sanciones con las que EEUU y sus aliados intentan disuadirle pueden llegar a convertirse en un casus belli. Por otro, la intensidad con la que proyecta su poderío revela también hasta qué punto la presión internacional está ahogando su economía. El rial perdió un 12% de su valor respecto al dólar y acumula una caída del 66% desde hace un año.
“El estrecho de Ormuz está completamente bajo nuestro control. No permitiremos que ningún enemigo amenace nuestros intereses”, declaró el jefe de la Armada iraní, el almirante Habibolá Sayyari, citado por la agencia oficial Irna. Sus palabras ponen en contexto el objetivo de las maniobras navales durante las que se probaron el Ghader y varios misiles más.
La cadena iraní PressTV mostró imágenes del lanzamiento de dos cohetes que dijo que podían alcanzar objetivos a “cientos de kilómetros”, sin más precisión. El locutor también informo de que se habían probado otros dos misiles de menor alcance, el Nur (Luz) y el Nasr (Victoria). A falta de que los expertos analicen las poco relevantes imágenes o alguna filtración, sólo se sabe que una versión anterior del Ghader tenía un alcance de 200 kilómetros y volaba a baja altitud. Como el Nur, se trata de una variante del misil chino C 802.
Más allá de su autonomía, que PressTV describió como “de largo alcance”, los portavoces militares insistieron en su “precisión para destruir el objetivo” y en su “altamente avanzados sistemas de radar, comunicación por satélite y mecanismos de evasión”. Esos detalles sugieren que tiene capacidad para enfrentarse a la presencia naval de EEUU en el golfo Pérsico que es, en definitiva, el factor de disuasión que pretende proyectar Irán. Cuando el Ghader se entregó a la Marina de la Guardia Revolucionaria el pasado setiembre, Teherán dijo que podía destruir barcos de guerra.
El subtexto belicista que se aprecia en las acciones iraníes responde a la creciente presión económica de Washington. Desanimados ante el fracaso de la diplomacia para que Irán renuncie a su programa nuclear, los estrategas norteamericanos hace ya varios años que pusieron en marcha una vía paralela de presiones financieras a resultas de la cual la mayoría de los bancos internacionales y grandes empresas abandonaron Irán. Sin embargo, el alto precio del petróleo, que proporciona el 80% de los ingresos del país, ha permitido buscar vías alternativas y que sus gobernantes se mantengan en el poder a pesar de una gestión desastrosa,
En una nueva vuelta de tuerca en ese forcejeo, Washington apunta ahora hacia las exportaciones iraníes de crudo. Claramente irritados ante esa decisión, varios diputados y altos cargos políticos iraníes han amenazado en los últimos días con cerrar el estrecho de Ormuz. Su razonamiento parece ser que si el mundo pretende cerrarles el grifo del petróleo, tendrá que pagar el precio.
A través de esa vía de agua sale el 90% del crudo que exportan los países ribereños del golfo Pérsico, 17 millones de barriles que suponen entre un 30% y un 40% de todo el petróleo que se comercializa en el mundo, según la Agencia Internacional de la Energía. A ellos hay que sumar otros dos millones de barriles de derivados del petróleo, además de gas natural licuado y la mayoría de los suministros militares que necesitan las tropas estadounidenses estacionadas en la zona. Según los analistas, su cierre dispararía el barril hasta los 200 dólares, el doble de su cotización actual.
Sin embargo, pocos creen que eso vaya a suceder. En primer lugar, porque Irán, quinto exportador de crudo del mundo, vive de esa fuente de divisas y el coste económico, político y militar sería demasiado alto. Además, los propios militares iraníes han dicho que no tienen intención de bloquear el estrecho, al menos por ahora.
“No vamos a interrumpir el tráfico a través de Ormuz. No es nuestro objetivo”, señaló el +número dos+ de la división naval de la Guardia Revolucionaria, el almirante Mahmud Musaví, citado por la agencia semioficial Isna. Musaví aclaró que las maniobras pretendían demostrar que tienen la capacidad de asumir el control “en caso necesario”. En otras palabras, se trata de un mensaje para EEUU y sus aliados, a los que deja claro que controla el Golfo y muestra su capacidad para defenderse de cualquier amenaza a su supremacía.
Mientras tanto, los medios iraníes se hicieron eco hoy de que la moneda iraní ha caído un 12% con respecto al dólar, tras el anuncio de nuevas sanciones de Washington contra el Banco Central. El billete verde llegó a cambiarse a 17.800 riales frente a los 16.050 del día anterior, cuando cedió un 5% de su valor. Esas cifras, que suponen una depreciación del 66% respecto a enero de 2011, indican una clara pérdida de confianza mientras las autoridades mantienen la tasa oficial de cambio del dólar en 11.180 riales. Hace un par de meses, el presidente Mahmud Ahmadineyad pidió a los iraníes que dejaran de comprar dólares, convertidos en único refugio seguro para sus ahorros.