El régimen sirio rechaza ceder el poder como le exige la La Liga Árabe
Arabía Saudí anuncia la retirada de sus observadores de la misión
La Liga Árabe prolonga los trabajos de observación
Jerusalén, El País
Los ministros de Exteriores de la Liga Árabe han acordado instar al presidente sirio, Bachar el Asad, a que transfiera sus poderes al vicepresidente del país, Faruk al Chara, y a formar un Gobierno de unidad nacional en el plazo de dos meses para convocar elecciones presidenciales. En el documento suscrito por el organismo panárabe se recoge también que ese Ejecutivo estará dirigido por una persona de consenso y deberá aplicar la hoja de ruta trazada por los países árabes. Los rumores se confirmaron pasadas las siete de la tarde, pero horas después el régimen sirio ha asegurado que no tendrá en cuenta el plan de la Liga Árabe por considerarlo una "injerencia en los asuntos internos" del país, ha dicho un funcionario en la televisión oficial siria.
El informe preliminar presentado por el jefe de la misión de observadores en Siria, el general sudanés Mohamed Ahmad al Dabi, desencadenó una respuesta prevista en el seno de la Liga Árabe, no sin profundas divisiones entre sus miembros. La organización panárabe, reunida en El Cairo, decidió mantener sus trabajos, ampliar el número de observadores y dotarles de mayores recursos para evaluar si el régimen respeta el acuerdo alcanzado el pasado mes de diciembre. “Siria no ha cumplido con todas sus promesas, aunque ha puesto en marcha alguno de sus compromisos”, dijo el secretario general de la Liga Árabe, Nabil el Araby.
El incumplimiento del plan pactado con la Liga Árabe fue precisamente el argumento ofrecido por el ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, Saud al Faisal, para anunciar la retirada de sus observadores. El príncipe saudí pidió además una intervención urgente de otros países musulmanes, así como de China, Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos, para frenar la represión del régimen.
Al Faisal se sumó así a las quejas de varios miembros de la Liga por la aparente inoperancia de sus trabajos en Siria. Desde la llegada de los primeros observadores en diciembre, 976 personas han muerto, según datos proporcionados por los Comités de Coordinación Local, el principal grupo opositor en el terreno.
Según estos comités, el régimen de los Asad ha incumplido otros requisitos incluidos en el plan, como la retirada de los tanques de las ciudades, la liberación de los detenidos durante los diez meses de protestas o la entrada de periodistas y cooperantes internacionales.
Con o sin presencia extranjera, las muertes continúan en Siria como denunciaron en El Cairo los miembros del Consejo Nacional Sirio —que aglutina a la mayoría de los grupos opositores del régimen en el exterior— ante el secretario general de la Liga Árabe. Pidieron a este que eleve un informe al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con las atrocidades cometidas por el régimen, “para proteger las vidas y la dignidad del pueblo sirio”. Otras 59 personas perdieron la vida el sábado en Siria, entre ellas una decena de presos por la explosión de una mina al paso del vehículo blindado en el que viajaban.
La Liga Árabe prolonga los trabajos de observación
Jerusalén, El País
Los ministros de Exteriores de la Liga Árabe han acordado instar al presidente sirio, Bachar el Asad, a que transfiera sus poderes al vicepresidente del país, Faruk al Chara, y a formar un Gobierno de unidad nacional en el plazo de dos meses para convocar elecciones presidenciales. En el documento suscrito por el organismo panárabe se recoge también que ese Ejecutivo estará dirigido por una persona de consenso y deberá aplicar la hoja de ruta trazada por los países árabes. Los rumores se confirmaron pasadas las siete de la tarde, pero horas después el régimen sirio ha asegurado que no tendrá en cuenta el plan de la Liga Árabe por considerarlo una "injerencia en los asuntos internos" del país, ha dicho un funcionario en la televisión oficial siria.
El informe preliminar presentado por el jefe de la misión de observadores en Siria, el general sudanés Mohamed Ahmad al Dabi, desencadenó una respuesta prevista en el seno de la Liga Árabe, no sin profundas divisiones entre sus miembros. La organización panárabe, reunida en El Cairo, decidió mantener sus trabajos, ampliar el número de observadores y dotarles de mayores recursos para evaluar si el régimen respeta el acuerdo alcanzado el pasado mes de diciembre. “Siria no ha cumplido con todas sus promesas, aunque ha puesto en marcha alguno de sus compromisos”, dijo el secretario general de la Liga Árabe, Nabil el Araby.
El incumplimiento del plan pactado con la Liga Árabe fue precisamente el argumento ofrecido por el ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, Saud al Faisal, para anunciar la retirada de sus observadores. El príncipe saudí pidió además una intervención urgente de otros países musulmanes, así como de China, Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos, para frenar la represión del régimen.
Al Faisal se sumó así a las quejas de varios miembros de la Liga por la aparente inoperancia de sus trabajos en Siria. Desde la llegada de los primeros observadores en diciembre, 976 personas han muerto, según datos proporcionados por los Comités de Coordinación Local, el principal grupo opositor en el terreno.
Según estos comités, el régimen de los Asad ha incumplido otros requisitos incluidos en el plan, como la retirada de los tanques de las ciudades, la liberación de los detenidos durante los diez meses de protestas o la entrada de periodistas y cooperantes internacionales.
Con o sin presencia extranjera, las muertes continúan en Siria como denunciaron en El Cairo los miembros del Consejo Nacional Sirio —que aglutina a la mayoría de los grupos opositores del régimen en el exterior— ante el secretario general de la Liga Árabe. Pidieron a este que eleve un informe al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con las atrocidades cometidas por el régimen, “para proteger las vidas y la dignidad del pueblo sirio”. Otras 59 personas perdieron la vida el sábado en Siria, entre ellas una decena de presos por la explosión de una mina al paso del vehículo blindado en el que viajaban.