Daniel Ortega jura arropado por el presidente iraní, Chávez y Cuba
El presidente nicaragüense asume el mandato del país por cinco años más controlando todo el poder
Managua, El País
Más de 15.000 agentes resguardan la seguridad hoy en Managua, lo que le hace parecer como una ciudad sitiada, ante la llegada de numerosos mandatarios y jefes de Estado de diversos países que asistirán a la investidura de Daniel Ortega, la tercera del exguerrillero sandinista. La capital de Nicaragua, desordenada y bulliciosa como es, se muestra aletargada a medida que las delegaciones internacionales han estado aterrizando en el aeropuerto Augusto Sandino.
La mayor seguridad se registra en la hoy acordonada Plaza de la Revolución, en el viejo centro de la ciudad, donde por la tarde -hora de Nicaragua- Ortega jurará por un nuevo mandado de cinco años, arropado por líderes del ALBA y el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad, esta vez controlando todos los poderes del Estado, incluido el Congreso.
Es la primera vez desde la transición de 1990, cuando Ortega perdió la presidencia democráticamente en las urnas, que un mandatario asume en Nicaragua manejando todas las riendas del poder y prácticamente sin oposición. El lunes, los diputados de la Asamblea Nacional juraron sus cargos y eligieron una nueva Junta Directiva, controlada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) tras el boicot de la oposición, que quedó al margen de las decisiones en el Congreso. Ortega cuenta con una aplanadora de 63 diputados, suficientes para imponer su agenda política y una posible reforma de la Constitución que le garantice mantenerse en el poder sin trabas legales.
Con las garantías de un poder casi absoluto, el controvertido mandatario nicaragüense ha estado recibiendo desde esta mañana a los invitados especiales que asistierán a su investidura. El primero en llegar ha sido el príncipe de Asturias, quien en horas de la mañana se ha reunido en Managua con Ortega.
El príncipe Felipe ha dicho que España mantendrá “en la medida de las posibilidades” la cooperación con Nicaragua, que se ha extendido durante 25 años. La llegada del príncipe había generado controversia en este país centroamericano: agrupaciones civiles habían organizado protestas frente a la embajada española en Managua, porque consideraban que la presencia del príncipe legitimaba lo que llaman el “fraude electoral” de las pasadas elecciones presidenciales, que le dieron a Ortega un triunfo arrollador.
Organizaciones de observación electoral locales y la misión de observación de la Unión Europea, denunciaron como “opacos” esos comicios, en los que Ortega participó violando el artículo 147 de la Constitución nicaragüense, que prohíbe la reelección continuada y cuando el mandatario ya ocupó el cargo en dos ocasiones.
Ortega también ha recibido a Mahmud Ahmadineyad, quien visita Nicaragua dentro de su gira relámpago por América Latina. Es la segunda vez que Ahmadineyad visita este país, pero en esta ocasión su presencia despierta menos expectativas que hace cinco años, cuando llegó también para la investidura de Ortega en 2007.
En aquella ocasión Ahmadineyad aterrizó en Managua cargado de grandes proyectos de cooperación para Nicaragua, que incluían inversiones en el sector energético, construcción de viviendas de carácter social, la apertura de fábricas de vehículos pesados y la posibilidad de condonar la deuda de 152 millones de dólares que este país mantiene con Irán.
Hasta ahora no se ha cumplido ninguna de esas promesas, y según datos del Banco Central de Nicaragua (BCN) la cooperación de Irán ha sido de sólo de 300.000 dólares desde 2007, invertidos en la construcción de una policlínica en un barrio de Managua.
Álvaro Baltodano, Delegado Presidencial para las Inversiones, admitió que no ha habido avances en el cumplimiento de las promesas iraníes y dijo que a las autoridades nicaragüenses solo les queda la “esperanza de que los proyectos estén vigentes”.
Nicaragua tampoco tiene mucho que ofrecerle a Irán, más allá del apoyo oral de Daniel Ortega, quien lanza largas peroratas en contra de Estados Unidos y sus “políticas imperialistas”, aunque EE UU sigue siendo el principal socio comercial de Nicaragua. De hecho, la investidura de Ortega parecerá más bien una pequeña cumbre antiestadounidense, dado que en la ceremonia están invitados Ahmadineyad, el vicepresidente de Cuba, Ramiro Valdez, y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
Managua, El País
Más de 15.000 agentes resguardan la seguridad hoy en Managua, lo que le hace parecer como una ciudad sitiada, ante la llegada de numerosos mandatarios y jefes de Estado de diversos países que asistirán a la investidura de Daniel Ortega, la tercera del exguerrillero sandinista. La capital de Nicaragua, desordenada y bulliciosa como es, se muestra aletargada a medida que las delegaciones internacionales han estado aterrizando en el aeropuerto Augusto Sandino.
La mayor seguridad se registra en la hoy acordonada Plaza de la Revolución, en el viejo centro de la ciudad, donde por la tarde -hora de Nicaragua- Ortega jurará por un nuevo mandado de cinco años, arropado por líderes del ALBA y el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad, esta vez controlando todos los poderes del Estado, incluido el Congreso.
Es la primera vez desde la transición de 1990, cuando Ortega perdió la presidencia democráticamente en las urnas, que un mandatario asume en Nicaragua manejando todas las riendas del poder y prácticamente sin oposición. El lunes, los diputados de la Asamblea Nacional juraron sus cargos y eligieron una nueva Junta Directiva, controlada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) tras el boicot de la oposición, que quedó al margen de las decisiones en el Congreso. Ortega cuenta con una aplanadora de 63 diputados, suficientes para imponer su agenda política y una posible reforma de la Constitución que le garantice mantenerse en el poder sin trabas legales.
Con las garantías de un poder casi absoluto, el controvertido mandatario nicaragüense ha estado recibiendo desde esta mañana a los invitados especiales que asistierán a su investidura. El primero en llegar ha sido el príncipe de Asturias, quien en horas de la mañana se ha reunido en Managua con Ortega.
El príncipe Felipe ha dicho que España mantendrá “en la medida de las posibilidades” la cooperación con Nicaragua, que se ha extendido durante 25 años. La llegada del príncipe había generado controversia en este país centroamericano: agrupaciones civiles habían organizado protestas frente a la embajada española en Managua, porque consideraban que la presencia del príncipe legitimaba lo que llaman el “fraude electoral” de las pasadas elecciones presidenciales, que le dieron a Ortega un triunfo arrollador.
Organizaciones de observación electoral locales y la misión de observación de la Unión Europea, denunciaron como “opacos” esos comicios, en los que Ortega participó violando el artículo 147 de la Constitución nicaragüense, que prohíbe la reelección continuada y cuando el mandatario ya ocupó el cargo en dos ocasiones.
Ortega también ha recibido a Mahmud Ahmadineyad, quien visita Nicaragua dentro de su gira relámpago por América Latina. Es la segunda vez que Ahmadineyad visita este país, pero en esta ocasión su presencia despierta menos expectativas que hace cinco años, cuando llegó también para la investidura de Ortega en 2007.
En aquella ocasión Ahmadineyad aterrizó en Managua cargado de grandes proyectos de cooperación para Nicaragua, que incluían inversiones en el sector energético, construcción de viviendas de carácter social, la apertura de fábricas de vehículos pesados y la posibilidad de condonar la deuda de 152 millones de dólares que este país mantiene con Irán.
Hasta ahora no se ha cumplido ninguna de esas promesas, y según datos del Banco Central de Nicaragua (BCN) la cooperación de Irán ha sido de sólo de 300.000 dólares desde 2007, invertidos en la construcción de una policlínica en un barrio de Managua.
Álvaro Baltodano, Delegado Presidencial para las Inversiones, admitió que no ha habido avances en el cumplimiento de las promesas iraníes y dijo que a las autoridades nicaragüenses solo les queda la “esperanza de que los proyectos estén vigentes”.
Nicaragua tampoco tiene mucho que ofrecerle a Irán, más allá del apoyo oral de Daniel Ortega, quien lanza largas peroratas en contra de Estados Unidos y sus “políticas imperialistas”, aunque EE UU sigue siendo el principal socio comercial de Nicaragua. De hecho, la investidura de Ortega parecerá más bien una pequeña cumbre antiestadounidense, dado que en la ceremonia están invitados Ahmadineyad, el vicepresidente de Cuba, Ramiro Valdez, y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.