Los riesgos de la Nochevieja italiana son los petardos y el descorche de botellas
Roma, EFE
Los italianos se preparan para la Nochevieja con prohibiciones de lanzar petardos en varias ciudades para evitar daños a los animales y niños y con serias recomendaciones de los oculistas para descorchar las botellas de "prosecco" (vino espumoso) sin que el tapón haga blanco en un ojo.
La polémica de los petardos se ha centrado este año en los animales después de que la asociación italiana de Defensa de los Animales y Ambiente (Aidaa) lanzara un llamamiento a los alcaldes para que prohíban el uso de fuegos y petardos a los que tan aficionados son los italianos para festejar la entrada del nuevo año y que "aterrorizan a los animales, que pasan la noche de San Silvestre escondidos".
A la iniciativa se han sumado las ciudades de Turín, Milán, Venecia y Módena en el norte el país, y Bari en el sur, mientras que el alcalde de Roma, Gianni Alemanno, no se ha decidido a prohibir los festejos pirotécnicos en la noche más larga del año ya que para los italianos es una suerte de medio mágico para destruir el tiempo pasado a través de la purificación del fuego. Eso sí, con moderación.
Los veterinarios advierten de que tanto los animales domésticos como los salvajes sienten terror ante estas explosiones de ruido porque no saben de dónde provienen y pueden escapar cruzando despavoridos las carreteras o abandonar los nidos, en el caso de los pájaros.
Una prohibición imposible de imponer en Nápoles, los reyes de los petardos, y donde este año han preparado un gran petardo con el nombre de "prima de riesgo", con la esperanza de conjurar con su explosión la crisis económica tan ligada a lo que los italianos llaman "spread" o prima de riesgo, que ni siquiera el "Profesor", el primer ministro italiano, Mario Monti, logra exorcizar.
Pero el uso impropio de petardos ha causado también miles de lesiones a adultos y a niños cada año, con los daños más graves en manos y rostro (7%), mientras el 5 por ciento acabaron con amputaciones de miembros o pérdida de vista, informa hoy el diario "Il Messagero".
Sólo en Nápoles, la afición pirotécnica se saldó en los últimos cinco años con 344 heridos, 6 de ellos por arma de fuego, y tres muertos.
Otro grave riesgo, esta vez también para las personas, son los descorches de las botellas de la bebida nacional, el "prosecco", un vino espumoso similar al champán.
Los oculistas han aconsejado que los que vayan a abrir la botella estén atentos a los corchos, que a menudo hacen blanco en un ojo y pueden acabar en lesiones graves.
Los especialistas del hospital Fatebenefratelli de Milán, aseguran que más que los petardos, el verdadero peligro son los tapones de las botellas, sobre todo, para quien las abre, en general hombres entre 30 y 50 años.
Si el golpe es directo y a una distancia de alrededor de un metro, el riesgo de perder la vista puede alcanzar un porcentaje del 90 por ciento y aunque resulte afortunado y no la pierda es difícil que el ojo pueda volver al estado precedente al infortunio, dicen.
Los oculistas recomiendan, por tanto, no descorchar la botella haciendo volar el tapón, sino simplemente destaparla.
"Se obtendrá un efecto menos coreográfico, pero considerando el riesgo es sin duda mejor seguir la sugerencia", dijo el director de Oftalmología del hospital milanés, Antonio Scialdone.
Según el diario "La Stampa", el 85 por ciento de los italianos pasarán la Nochevieja (Capodanno) en casa y el resto en restaurantes y locales porque la crisis arrecia y no se está para grandes fastos.
Claro que también se puede optar por viajar a Génova y unirse a su diócesis para esperar al nuevo año cantando y rezando en la Iglesia de Jesús de Piazza Matteoti, para después salir por las calles y predicar la palabra de Dios.
O en el otro extremo, se puede asistir a un exquisito baile a imitación del rodado en el filme "El Gattopardo" de Visconti (1963) en el palacio Re Enzo de Bolonia para danzar al son de Mendelsohn, de Verdi y obviamente de Strauss.
Pero la mayoría de los italianos se aprestan a cocinar en sus casas las lentejas que les portarán una fortuna, hoy más necesaria que nunca, y a poner a punto los tradicionales "zamponi" o patas de cerdo rellenas de carne y cortada en rodajas.
El "cenone" o cena de Nochevieja que demanda "estar juntos" degustando comida rica y apetitosa ya que desde la Edad Media el gusto era un elemento que daba seguridad y ahuyentaba los miedos, como ya auguraba la santa mística Hildegard Von Bingen en el siglo XII.
Los italianos se preparan para la Nochevieja con prohibiciones de lanzar petardos en varias ciudades para evitar daños a los animales y niños y con serias recomendaciones de los oculistas para descorchar las botellas de "prosecco" (vino espumoso) sin que el tapón haga blanco en un ojo.
La polémica de los petardos se ha centrado este año en los animales después de que la asociación italiana de Defensa de los Animales y Ambiente (Aidaa) lanzara un llamamiento a los alcaldes para que prohíban el uso de fuegos y petardos a los que tan aficionados son los italianos para festejar la entrada del nuevo año y que "aterrorizan a los animales, que pasan la noche de San Silvestre escondidos".
A la iniciativa se han sumado las ciudades de Turín, Milán, Venecia y Módena en el norte el país, y Bari en el sur, mientras que el alcalde de Roma, Gianni Alemanno, no se ha decidido a prohibir los festejos pirotécnicos en la noche más larga del año ya que para los italianos es una suerte de medio mágico para destruir el tiempo pasado a través de la purificación del fuego. Eso sí, con moderación.
Los veterinarios advierten de que tanto los animales domésticos como los salvajes sienten terror ante estas explosiones de ruido porque no saben de dónde provienen y pueden escapar cruzando despavoridos las carreteras o abandonar los nidos, en el caso de los pájaros.
Una prohibición imposible de imponer en Nápoles, los reyes de los petardos, y donde este año han preparado un gran petardo con el nombre de "prima de riesgo", con la esperanza de conjurar con su explosión la crisis económica tan ligada a lo que los italianos llaman "spread" o prima de riesgo, que ni siquiera el "Profesor", el primer ministro italiano, Mario Monti, logra exorcizar.
Pero el uso impropio de petardos ha causado también miles de lesiones a adultos y a niños cada año, con los daños más graves en manos y rostro (7%), mientras el 5 por ciento acabaron con amputaciones de miembros o pérdida de vista, informa hoy el diario "Il Messagero".
Sólo en Nápoles, la afición pirotécnica se saldó en los últimos cinco años con 344 heridos, 6 de ellos por arma de fuego, y tres muertos.
Otro grave riesgo, esta vez también para las personas, son los descorches de las botellas de la bebida nacional, el "prosecco", un vino espumoso similar al champán.
Los oculistas han aconsejado que los que vayan a abrir la botella estén atentos a los corchos, que a menudo hacen blanco en un ojo y pueden acabar en lesiones graves.
Los especialistas del hospital Fatebenefratelli de Milán, aseguran que más que los petardos, el verdadero peligro son los tapones de las botellas, sobre todo, para quien las abre, en general hombres entre 30 y 50 años.
Si el golpe es directo y a una distancia de alrededor de un metro, el riesgo de perder la vista puede alcanzar un porcentaje del 90 por ciento y aunque resulte afortunado y no la pierda es difícil que el ojo pueda volver al estado precedente al infortunio, dicen.
Los oculistas recomiendan, por tanto, no descorchar la botella haciendo volar el tapón, sino simplemente destaparla.
"Se obtendrá un efecto menos coreográfico, pero considerando el riesgo es sin duda mejor seguir la sugerencia", dijo el director de Oftalmología del hospital milanés, Antonio Scialdone.
Según el diario "La Stampa", el 85 por ciento de los italianos pasarán la Nochevieja (Capodanno) en casa y el resto en restaurantes y locales porque la crisis arrecia y no se está para grandes fastos.
Claro que también se puede optar por viajar a Génova y unirse a su diócesis para esperar al nuevo año cantando y rezando en la Iglesia de Jesús de Piazza Matteoti, para después salir por las calles y predicar la palabra de Dios.
O en el otro extremo, se puede asistir a un exquisito baile a imitación del rodado en el filme "El Gattopardo" de Visconti (1963) en el palacio Re Enzo de Bolonia para danzar al son de Mendelsohn, de Verdi y obviamente de Strauss.
Pero la mayoría de los italianos se aprestan a cocinar en sus casas las lentejas que les portarán una fortuna, hoy más necesaria que nunca, y a poner a punto los tradicionales "zamponi" o patas de cerdo rellenas de carne y cortada en rodajas.
El "cenone" o cena de Nochevieja que demanda "estar juntos" degustando comida rica y apetitosa ya que desde la Edad Media el gusto era un elemento que daba seguridad y ahuyentaba los miedos, como ya auguraba la santa mística Hildegard Von Bingen en el siglo XII.