Latinoamérica como solución
La crisis europea se observa desde Latinoamérica con una mezcla de preocupación y orgullo. La región no está blindada, no puede ser inmune, ante un agravamiento de la crisis en los países desarrollados -y de los europeos en particular-, pero por primera vez, América Latina no forma parte del problema, sino más bien, en cierta medida, de la solución. Los países de la zona presentan unas cuentas públicas más saneadas, unos sistemas financieros sólidos y unas perspectivas de crecimiento mejores que la convierten en un atractivo destino de inversión. Esas fueron las conclusiones sobre las que hubo un amplio acuerdo en la jornada Chile, Puerta de América, organizada por el diario EL PAÍS con el BBVA esta semana en Santiago de Chile, que contó con la intervención de Sebastián Piñera, presidente de Chile.
"En estos primeros años del siglo XXI, América Latina da la impresión de haber aprendido la lección, porque ha logrado recuperar dinamismo en el crecimiento, recuperar sabiduría en sus políticas económicas, abrirse al mundo, pero eso no significa que la tarea esté cumplida", dijo Piñera.
"Hoy no somos parte del problema de la economía internacional, sino de la solución. Y nuestros mercados ofrecen atractivas oportunidades para crecer", había señalado antes el ministro de Hacienda de Chile, Felipe Larraín, ante lo que algunos participantes en el acto, como Sebastián Edwards matizaron que Latinoamérica no tiene capacidad para acudir al rescate de Europa.
El presidente de EL PAÍS, Juan Luis Cebrián, coincidió en que no cabe esperar que los países de la región vayan a financiar a Europa y comprar deuda a gran escala, pero contrapuso la oleada de optimismo y confianza de Latinoamérica con la depresión que invade a los ciudadanos europeos: "Quizá Latinoamérica no sea la solución macro, pero puede ser en cierta medida la solución micro. Hay muchas oportunidades de inversión para empresas europeas que ven en sus países bajo crecimiento y dificultades de crédito. Sigue habiendo una oportunidad de crecimiento y de inversión en América Latina. Puede ser una parte de la solución a la depresión que vive Europa", señaló Cebrián, que también es presidente de la Comisión Ejecutiva de PRISA, grupo editor de EL PAÍS, con importantes inversiones en la región.
Uno de los desafíos de la región es avanzar en su integración
En la misma línea se manifestó Vicente Rodero, director general de BBVA América del Sur. En su opinión, Latinoamérica "no puede contribuir notablemente" a la financiación de los países europeos, pero sí es un interesante destino de inversión y crecimiento. "Comprar cuotas de mercado en Latinoamérica en este momento es un buen negocio", aseguró Rodero. "Pensando en el medio y largo plazo, en términos relativos no habrá mejores oportunidades para nosotros", añadió.
Rodero subrayó la apuesta que bancos como el BBVA han realizado por la región, incluso en momentos difíciles, y cómo eso ahora les permite una aportación a sus cuentas y un equilibrio que no tienen otras entidades que no se internacionalizaron. "Afortunadamente, en el BBVA, al igual que el Banco Santander, iniciamos hace muchos años un proceso de internacionalización en mercados emergentes, sobre todo en Latinoamérica, que en el caso del BBVA nos ha llevado a tener más del 50% de los ingresos y más del 70% de los beneficios en mercados emergentes como Latinoamérica, Turquía y China. Y cerca del 80 % de nuestra plantilla esta radicada fuera de Europa. Esto, junto con nuestro modelo de negocio, nos ha dado una gran fortaleza en la crisis", señaló Rodero. El directivo hizo hincapié en que "los sistemas financieros en Latinoamérica en general están bien capitalizados, con liquidez, con bajos niveles de mora, buenos niveles de rentabilidad y regulaciones y supervisión adecuadas". "Chile es un ejemplo de ello", aseveró.
Latinoamérica ha hecho bien su tarea, pero no puede ser inmune a la crisis
Larraín había subrayado antes la estabilidad institucional chilena. Además, explicó que entre los factores que han reforzado la posición de Latinoamérica, y de Chile en concreto, está la menor dependencia de los países europeos en su comercio internacional ante el cambio de fuerzas en el mundo, sobre el que reflexionó Juan Luis Cebrián. "Esta no es una crisis de Europa, es una crisis del mundo; una crisis sistémica. Estamos ante un cambio de era marcado por el fin de la hegemonía occidental no solo en la economía", dijo Cebrián, que subrayó que las grandes depresiones de la economía, como las de 1874 y 1929, han coincidido siempre con grandes mutaciones de poder económico y geopolítico. "Ahora hay un desplazamiento del poder hacia Asia y concretamente hacia China, y no solo del poder económico sino también del político y cultural", explicó.
En esa línea, Piñera indicó que "Chile, que era conocido como un país del fin del mundo, hoy día gracias a estos cambios se puede considerar un país que está privilegiadamente ubicado para el mundo nuevo que se proyecta". El presidente chileno ve a Chile no solo como puerta de América Latina (por ser pionero en seguridad jurídica, estabilidad institucional y garantías a la inversión extranjera), sino también como puerto de proyección hacia el Asia-Pacífico.
Piñera, sin embargo, subrayó cómo uno de los grandes desafíos de la región es "lograr frutos más fecundos en materia de integración", en una "integración abierta al mundo" que es, en su opinión, "una tarea pendiente" para Latinoamérica. En ese sentido, Cebrián recordó que hay tres países de América Latina en el G-20: México, Brasil y Argentina. Pero, anticipando el mensaje que luego dio Piñera, subrayó que esos tres países "nunca han llevado una posición común al G-20; nunca se han reunido para tratar de representar a la región en el organismo de gobernanza mundial".
Una gobernanza, precisó, sin legitimidad de origen para imponer las grandes decisiones sobre la reforma del sistema financiero internacional, del sistema cambiario o del sistema de comercio mundial que prometió en sus reuniones de Londres y Pittsburgh, pero no ha llevado a la práctica. "No solo son los Gobiernos europeos los que prometen y no hacen. El G-20 prometió mucho y no ha hecho prácticamente nada de lo que prometió que iba a hacer. Son los políticos, y no los mercados, los responsables de lo que está ocurriendo porque no regulan a los mercados. Aunque tienen la capacidad de hacerlo, no tienen la voluntad política o la habilidad o el liderazgo. Es esta falta de liderazgo lo que estamos padeciendo en Europa" señaló Cebrián, para quien "el problema no es económico, es político".
A la situación europea se refirió también el presiente chileno: "Espero que España y Europa logren superar esa crisis, que es una crisis sobre otra crisis, y se reencuentren con los pilares que permitan a Europa contribuir al crecimiento mundial, tal como lo ha estado haciendo, y con mucha fuerza y voluntad, América Latina en los últimos tiempos".
Cebrián reflexionó sobre la falta de eficacia de las democracias y sobre cómo Europa, por incapacidad institucional y falta de liderazgo político, no logra aplicar un recetario sobre el que hay un relativo consenso: papel reforzado del BCE como prestamista de última instancia, Tesoro único, ministro de finanzas europeo y una política económica común.
La crisis europea ocupó buena parte del tiempo en el coloquio de economistas que formó parte del programa. El economista jefe del BBVA, Jorge Sicilia, explicó que el mecanismo por el que se pretendían garantizar los compromisos fiscales en la zona euro -el pacto de estabilidad y crecimiento- no funcionó porque las sanciones no eran preventivas ni automáticas y además había problemas de diseño. Al no prestarse atención al saldo estructural de las cuentas públicas, eso ha llevado a que ni siquiera países en principio muy cumplidores, como lo fueron España o Irlanda, se libren de los problemas fiscales con la crisis. Según el catedrático de la UCLA Sebastián Edwards, "el euro es una idea razonable muy mal diseñada. Y una vez que llega, la crisis ha sido pésimamente gestionada. Los gobernantes europeos han mostrado una gran incapacidad para aprender de las lecciones económicas". "El elefante en el salón es Europa", remachó Andrés Velasco, ministro de Hacienda chileno de 2006 a 2010.
Sicilia cree que "el diseño económico del euro puede mejorar y debe mejorar". "La última cumbre ha dado el pistoletazo de salida a las condiciones en que el euro se quiere regir de aquí en adelante. No va a ser tan rápido como nos gustaría, pero los pasos están dados para que se arregle de manera definitiva. Hay razones para ser optimista", añadió. Más pesimista se mostró Velasco: "De Europa salen solo dos tipos de noticias: las malas y las muy malas", sentenció. A su juicio, "Europa va de cumbre en cumbre, que es tanto como decir, de tumbo en tumbo". Velasco alertó del riesgo de un escenario catastrófico, de "corrida de la deuda", más grave que la caída de Lehman Brothers, en el peor de los casos, y de un escenario de crecimiento muy lento por muchos años ante las medidas de austeridad, en el mejor.
Así como el ministro Larraín había subrayado que, pese a estar mejor preparada y haber hecho sus deberes, Latinoamérica no está blindada, no puede ser inmune a la crisis europea, Sebastián Edwards subrayó que puede sufrir "daños colaterales". "Europa no puede jugar el papel de locomotora, y eso a todos nos toca y nos toca mucho", señaló Velasco.
Sicilia explicó cómo se ha acelerado el desarrollo de los países emergentes y cómo la aportación al crecimiento, y con ello las oportunidades de negocio y de inversión, va a estar en estos países en los próximos 10 años. En China, India, Latinoamérica, Turquía o Rusia, dijo, "hay un elemento común: un hambre de crecimiento sano, bien hecho y planteado".
El presidente Piñera, en su intervención de clausura, abundó en esa idea para el caso chileno: "Nuestro Gobierno ha mantenido una férrea disciplina y responsabilidad macroeconómica, para ir construyendo sobre roca y no sobre arena", sentenció.