Las rebajas del Pentágono
David Alandete, El País
Supimos esta semana que Estados Unidos ha permitido la venta de armas a Irak por valor de 11.000 millones de dólares, justo en un momento en que el país se encuentra al borde de un abismo de violencia fratricida entre chiítas y suníes. Y que también ha ultimado la venta de armamento por valor de 29.000 millones a Arabia Saudí, para reforzar al régimen alauita en el contexto de grandes presiones sobre Irán. Las exportaciones de armas a aliados es una práctica habitual del Gobierno norteamericano. Sirven para apuntalar a amigos -sin que importe si son democracias o regímenes autoritarios- en puntos clave del globo.
El Pentágono tiene una lista de aliados a los que les permite lo que se conoce como Ventas Militares Extranjeras (en inglés, Foreign Military Sales). Cada año, hasta la fecha, les ha vendido, directamente, más de 30.000 millones de dólares. Así define el organismo que regula esas ventas, la Agencia de Cooperación y Seguridad en la Defensa, esas transacciones:
“El programa de Ventas Militares Extranjeras del Gobierno de EE UU supone la transferencia de artículos, servicios y entrenamiento militares a otras naciones soberanas u organizaciones internacionales. Bajo ese programa, el Gobierno de EE UU adquiere artículos y servicios de defensa en representación de clientes extranjeros. Los países a los que se aprueba en ese programa pueden adquirir esos artículos y servicios pagando con sus propios fondos o con fondos distribuidos por programas de ayuda financiera de EE UU”.
Es decir, que el Pentágono compra las armas para sus aliados. Y lo hace con el dinero de ellos y, si no lo tienen, con dinero que les regala. Un negocio redondo, porque el precio que paga el Pentágono es, además, rebajado. De compra al por mayor. Y no pasa por impuestos y trámites farragosos. Washington adquiere las armas y se las entrega a los aliados. Según dice la misma agencia, “con el sistema de Ventas Militares Extranjeras, el Gobierno de EE UU completa todos los procesos de la adquisición, desde la petición del cliente hasta la entrega final”.
Entre los meses pasados, dentro de este programa, el Pentágono ha solicitado 18 cazas F-16IQ para Irak por valor de 2.300 millones de dólares; 10 aviones de transporte táctico C-27J para Australia por valor de 950 millones y 260 misiles guiados antitanque 260 Javelin por valor de 60 millones. España está también en esa lista de clientes/aliados. Sus adquisiciones más recientes: en septiembre de 2010 ofreció 155 millones de dólares por la reparación de seis helicópteros SH-60F; en junio de 2008 propuso adquirir 20 misiles Tomahawk 20 RGM-109E Block IV por 156 millones; en agosto de 2007 compró 36 misiles tácticos 36 SM-2 Block IIIB Standard por 63 millones y, en una de sus mayores compras, dos sistemas navales Aegis de detección y rastreo de misiles por valor de 780 millones.
Pero, desde luego, España no es un cliente/aliado que se halle entre las más altas prioridades del Pentágono. No les extrañará saber que el mayor receptor de material bélico en el año fiscal 2011 (que acabó en septiembre) es Afganistán, seguido de una larga lista de aliados incondicionales de Washington desperdigados por el globo. Estos son los diez primeros:
Ninguna sorpresa en la lista. Taiwán sirve de contención a China. India hace lo propio con Pakistán. Afganistán e Irak son dos compromisos adquiridos con ambas guerras. Esa lista se ha visto ligeramente modificada por las revueltas de la Primavera Árabe. En 2010, uno de los mayores receptores de armas fue el Gobierno de Egipto, liderado por Hosni Mubarak, con 2.600 millones, más de lo que recibió Arabia Saudí. En 2011 cayó Mubarak y Egipto desapareció de la lista. Y es que, aunque políticamente la Casa Blanca apoye tibiamente las revueltas prodemocráticas, armar a los nuevos líderes que resultan de ellas, poco conocidos, es un riesgo que no está dispuesta a asumir tan pronto.
Supimos esta semana que Estados Unidos ha permitido la venta de armas a Irak por valor de 11.000 millones de dólares, justo en un momento en que el país se encuentra al borde de un abismo de violencia fratricida entre chiítas y suníes. Y que también ha ultimado la venta de armamento por valor de 29.000 millones a Arabia Saudí, para reforzar al régimen alauita en el contexto de grandes presiones sobre Irán. Las exportaciones de armas a aliados es una práctica habitual del Gobierno norteamericano. Sirven para apuntalar a amigos -sin que importe si son democracias o regímenes autoritarios- en puntos clave del globo.
El Pentágono tiene una lista de aliados a los que les permite lo que se conoce como Ventas Militares Extranjeras (en inglés, Foreign Military Sales). Cada año, hasta la fecha, les ha vendido, directamente, más de 30.000 millones de dólares. Así define el organismo que regula esas ventas, la Agencia de Cooperación y Seguridad en la Defensa, esas transacciones:
“El programa de Ventas Militares Extranjeras del Gobierno de EE UU supone la transferencia de artículos, servicios y entrenamiento militares a otras naciones soberanas u organizaciones internacionales. Bajo ese programa, el Gobierno de EE UU adquiere artículos y servicios de defensa en representación de clientes extranjeros. Los países a los que se aprueba en ese programa pueden adquirir esos artículos y servicios pagando con sus propios fondos o con fondos distribuidos por programas de ayuda financiera de EE UU”.
Es decir, que el Pentágono compra las armas para sus aliados. Y lo hace con el dinero de ellos y, si no lo tienen, con dinero que les regala. Un negocio redondo, porque el precio que paga el Pentágono es, además, rebajado. De compra al por mayor. Y no pasa por impuestos y trámites farragosos. Washington adquiere las armas y se las entrega a los aliados. Según dice la misma agencia, “con el sistema de Ventas Militares Extranjeras, el Gobierno de EE UU completa todos los procesos de la adquisición, desde la petición del cliente hasta la entrega final”.
Entre los meses pasados, dentro de este programa, el Pentágono ha solicitado 18 cazas F-16IQ para Irak por valor de 2.300 millones de dólares; 10 aviones de transporte táctico C-27J para Australia por valor de 950 millones y 260 misiles guiados antitanque 260 Javelin por valor de 60 millones. España está también en esa lista de clientes/aliados. Sus adquisiciones más recientes: en septiembre de 2010 ofreció 155 millones de dólares por la reparación de seis helicópteros SH-60F; en junio de 2008 propuso adquirir 20 misiles Tomahawk 20 RGM-109E Block IV por 156 millones; en agosto de 2007 compró 36 misiles tácticos 36 SM-2 Block IIIB Standard por 63 millones y, en una de sus mayores compras, dos sistemas navales Aegis de detección y rastreo de misiles por valor de 780 millones.
Pero, desde luego, España no es un cliente/aliado que se halle entre las más altas prioridades del Pentágono. No les extrañará saber que el mayor receptor de material bélico en el año fiscal 2011 (que acabó en septiembre) es Afganistán, seguido de una larga lista de aliados incondicionales de Washington desperdigados por el globo. Estos son los diez primeros:
Ninguna sorpresa en la lista. Taiwán sirve de contención a China. India hace lo propio con Pakistán. Afganistán e Irak son dos compromisos adquiridos con ambas guerras. Esa lista se ha visto ligeramente modificada por las revueltas de la Primavera Árabe. En 2010, uno de los mayores receptores de armas fue el Gobierno de Egipto, liderado por Hosni Mubarak, con 2.600 millones, más de lo que recibió Arabia Saudí. En 2011 cayó Mubarak y Egipto desapareció de la lista. Y es que, aunque políticamente la Casa Blanca apoye tibiamente las revueltas prodemocráticas, armar a los nuevos líderes que resultan de ellas, poco conocidos, es un riesgo que no está dispuesta a asumir tan pronto.