Las acciones de las bandas criminales se intensifican en Colombia
Bogotá, EP
Las bandas criminales de Colombia --conocidas como 'bacrim'-- son mucho más que estructuras dedicadas al narcotráfico. Son grupos armados ilegales que han expandido sus acciones hacia la minería, el contrabando, la explotación forestal y la trata de personas. Este hecho, no sólo está intensificando el conflicto en algunas regiones de Colombia sino que está afectando los procesos de reinserción.
Así lo señala el tercer Informe Nacional de Desmovilización, Desarme y Reintegración (DDR) de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR) que se ha presentado este jueves en Bogotá y que asegura, además, que las formas de actuar de estos grupos mantienen esquemas y estructuras heredados de los paramilitares desmovilizados de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Control territorial, captación de miembros de las Fuerzas Militares y la Policía, masacres y sometimiento de las poblaciones, son algunas de los elementos hallados por la CNRR como consecuencias de las operaciones de las 'bacrim'.
El coordinador de la Comisión, Álvaro Villaraga, ha expresado su preocupación por la presencia armada de estos grupos en por lo menos 200 municipios colombianos.
Las bandas que han emergido en apenas unos pocos años son los Rastrojos, Urabeños, Paisas, Aguilas Negras y el Ejército Revolucionario Popular Antisubversivo de Colombia (ERPAC). La mayoría de sus miembros son exparamilitares que se desmovilizaron durante el proceso de paz que intentó llevar adelante el Gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010).
Esta situación "nos lleva a inferir como conclusión que no obstante las políticas oficiales de combate y una conciencia del Gobierno Nacional no se logra contrarrestar la tendencia a la expansión, el crecimiento e, incluso, a la concentración de esfuerzos entre varios de este grupos", ha advertido.
La CNRR propone al Gobierno de Juan Manuel Santos que la política de reinserción de los subversivos "no dependa de la de seguridad" sino que se articule con una política de paz que aún no se ha desarrollado. "En el medio plazo, la reintegración no tiene posibilidades de éxito", ha insistido Villaraga.
Las bandas criminales de Colombia --conocidas como 'bacrim'-- son mucho más que estructuras dedicadas al narcotráfico. Son grupos armados ilegales que han expandido sus acciones hacia la minería, el contrabando, la explotación forestal y la trata de personas. Este hecho, no sólo está intensificando el conflicto en algunas regiones de Colombia sino que está afectando los procesos de reinserción.
Así lo señala el tercer Informe Nacional de Desmovilización, Desarme y Reintegración (DDR) de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR) que se ha presentado este jueves en Bogotá y que asegura, además, que las formas de actuar de estos grupos mantienen esquemas y estructuras heredados de los paramilitares desmovilizados de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Control territorial, captación de miembros de las Fuerzas Militares y la Policía, masacres y sometimiento de las poblaciones, son algunas de los elementos hallados por la CNRR como consecuencias de las operaciones de las 'bacrim'.
El coordinador de la Comisión, Álvaro Villaraga, ha expresado su preocupación por la presencia armada de estos grupos en por lo menos 200 municipios colombianos.
Las bandas que han emergido en apenas unos pocos años son los Rastrojos, Urabeños, Paisas, Aguilas Negras y el Ejército Revolucionario Popular Antisubversivo de Colombia (ERPAC). La mayoría de sus miembros son exparamilitares que se desmovilizaron durante el proceso de paz que intentó llevar adelante el Gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010).
Esta situación "nos lleva a inferir como conclusión que no obstante las políticas oficiales de combate y una conciencia del Gobierno Nacional no se logra contrarrestar la tendencia a la expansión, el crecimiento e, incluso, a la concentración de esfuerzos entre varios de este grupos", ha advertido.
La CNRR propone al Gobierno de Juan Manuel Santos que la política de reinserción de los subversivos "no dependa de la de seguridad" sino que se articule con una política de paz que aún no se ha desarrollado. "En el medio plazo, la reintegración no tiene posibilidades de éxito", ha insistido Villaraga.