La misteriosa enfermedad que azota a Centroamérica

Niño en campo azucarero

Una misteriosa enfermedad renal se está convirtiendo en una de las principales causas de muerte de hombres en América Central. En El Salvador es la segunda causa de muerte y en Nicaragua está matando a más hombres que el VIH y la diabetes combinadas. No se ha logrado confirmar su causa, pero se piensa que las víctimas están, literalmente, matándose trabajando. Esta es la historia


En las tierras bajas de Nicaragua, una región de vastos cultivos de caña de azúcar, está la pequeña comunidad de La Isla.

Sus pequeñas casas forman un mosaico de concreto y madera. Trozos de tela sirven como puertas.

Maudiel Martínez sale de una de estas casas para saludarme. Es un hombre pálido con pómulos protuberantes. Camina inclinado como un anciano, pero sólo tiene 19 años.

"La forma como esta enfermedad surge es que usted me ve ahora, pero en un mes me habré ido. Te puede atacar súbitamente" dice.

Los riñones de Maudiel están dejando de trabajar. No llevan a cabo su función esencial de filtrar los desechos de su cuerpo. El jóven se está envenenado internamente.

Cuando comenzó a estar mal hace dos años ya conocía esta enfermedad y sabía cómo podría terminar.

"Pensé en mi padre y abuelo" explica.

Ambos murieron del mismo trastorno, igual que tres de sus hermanos.

Todos trabajaban en los campos azucareros.

La enfermedad renal ha matado a tantos hombres que la gente local ahora no sólo llama a la comunidad "La Isla" sino "La Isla de las Viudas".

La epidemia se extiende más allá de Nicaragua. Es prevalente a lo largo de la costa del Pacífico en Centroamérica, en seis países.

"Es importante que la enfermedad renal crónica renal (ERC) que afecta a miles de trabajadores rurales en América Central sea reconocida como lo que es: una gran epidemia con un impacto tremendo en la población" afirma el doctor Victor Penchaszadeh, epidemiólogo clínico de la Universidad de Columbia en Estados Unidos y asesor de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

La ministra de salud de El Salvador recientemente pidió ayuda a la comunidad internacional. Según la funcionaria la epidemia "está consumiendo a nuestras poblaciones".

Calor excesivo

En una clínica de El Salvador, en la región agrícola de Bajo Lempa, el doctor Carlos Orantes recientemente encontró que 25% de los hombres de la zona sufrían la enfermedad.

Hombre enfermo en Centroamérica

Se cree que las condiciones de trabajo pueden ser responsables de la enfermedad.

Además, dice, la mayoría de los enfermos no mostraban signos de hipertensión o diabetes, las causas más comunes de ERC en otras partes del mundo.

"La mayoría de los hombres que estudiamos tenían ERC pero su causa era desconocida" explica.

Lo que los hombres de la región tenían en común es que todos trabajaban en el campo. Así que el doctor Orantes cree que una de las principales causas del daño renal son los tóxicos químicos -pesticidas y herbicidas- que son utilizados de forma rutinaria en la agricultura.

"Estas sustancias químicas están prohibidas en Estados Unidos, Europa y Canadá, pero se usan aquí, sin ninguna protección, en grandes cantidades, lo cual es muy preocupante" señala el médico.

Pero no descarta que pueda haber otras causas. Por ejemplo, el uso excesivo de analgésicos puede dañar los riñones, igual que tomar mucho alcohol.

Ambos son problemas importantes en esta región, afirma el doctor Orantes.

En Nicaragua la enfermedad ya se convirtió en un tema político.

En 2006 el Banco Mundial otorgó un préstamo a la mayor compañía azucarera de Nicaragua para construir una planta de etanol.

Los trabajadores de la plantación presentaron un reclamo diciendo que las condiciones de trabajo de la compañía y el uso de tóxicos químicos estaban provocando una epidemia.

"Estas sustancias químicas están prohibidas en Estados Unidos, Europa y Canadá, pero se usan aquí, sin ninguna protección, en grandes cantidades, lo cual es muy preocupante"

Dr. Carlos Orantes

Afirmaban que el préstamo violaba los propios estándares del Banco sobre la seguridad y prácticas medioambientales.

En respuesta, el Banco acordó financiar un estudio para tratar de identificar la causa de la epidemia.

"La evidencia apunta claramente a la hipótesis de que el estrés por el calor podría ser la causa de esta enfermedad" afirma el doctor Daniel Brooks de la Universidad de Boston, Estados Unidos, quien está dirigiendo la investigación.

El científico y su equipo encontraron que los trabajadores azucareros no son los únicos que están cayendo enfermos.

Los mineros y trabajadores portuarios también sufren altos niveles de enfermedad renal, y sin embargo, ellos no están expuestos a los químicos agrícolas.

Lo que estos hombres tienen en común, dice el investigador, es que todos trabajan largas horas en condiciones de calor extremo.

"Día tras día de trabajo manual duro en condiciones calientes, sin suficiente reemplazo de líquidos, puede tener efectos en los riñones que no son obvios a primera vista pero con el tiempo se acumulan hasta llegar a un estado de enfermedad" dice el doctor Brooks.

"Nunca se ha podido demostrar que esto cause enfermedad renal crónica, así que estaríamos hablando de un nuevo mecanismo que hasta ahora no ha sido descrito en la literatura científica" agrega.

Pero el científico afirma que un nuevo estudio preliminar apoya esta hipótesis. Su equipo analizó muestras de sangre y orina de trabajadores azucareros que llevaban a cabo diversos trabajos.

Los científicos encontraron más evidencia de daño renal en los trabajadores que realizaban las labores más duras en el exterior.

La profesora Aurora Aragón de la Universidad Nacional de Nicaragua, en León, afirma que esta explicación tiene sentido.

Desde hace tiempo sospecha que parte del problema es la forma como se les paga a los trabajadores azucareros: reciben más dinero entre más caña de azúcar corten.

"Esta forma de trabajo fuerza a la gente a hacer más de lo que son capaces y esto no es bueno para su salud" dice.

Sin alternativa

Trabajadores azucareros

Los hombres no tienen otra alternativa de trabajo que los cultivos de azúcar.

"El trabajo en el campo nos hace sentir mareados y con náusea" dice José Donald Cortez, quien corta caña desde hace 18 años.

"A menudo tenemos fiebre".

Cortez ahora padece enfermedad renal y dirige una organización de trabajadores del azúcar en Nicaragua que están enfermos. Está convencido de que algo en las plantaciones de azúcar está causando la enfermedad.

Sea lo que sea, dicen, los que están enfermos necesitan tratamiento de diálisis, que puede mantenerlos vivos si les fallan los riñones.

Pero pocos pueden obtenerlo porque la diálisis es extremadamente costosa y muy poco disponible.

"Si se lo pides al ministerio de salud te dicen que ellos no tienen el dinero. Si le preguntas a la compañía de azúcar si ellos son responsables, te dicen 'no'".

Por su parte, las compañías azucareras afirman que no están convencidas de que las sustancias químicas que se usan en sus plantaciones son responsables de la epidemia. Aún así, dicen, tratarán de proteger la salud de sus empleados.

Un conglomerado que posee varias plantaciones azucareras en Centroamérica, el Grupo Pellas, señala que ha comenzado a dar a sus trabajadores un descanso de una hora para el almuerzo y ahora emplea a personal para asegurarse de que los hombres beben agua.

La compañía también lleva a cabo pruebas rutinarias renales en sus empleados.

El portavoz de la empresa, Ariel Granera, expresa que si se encuentra que un trabajador tiene enfermedad renal se le deja ir, por preocupación y por su propio bien, agrega.

Pero los trabajadores enfermos que han sido despedidos afirman que lo que reciben de las compañías y de la seguridad social no es suficiente para vivir y cuando pierden sus empleos pierden el derecho a recibir tratamiento de las clínicas de la empresa.

En La Isla, y muchos otros pueblos similares, los hombres a menudo son empleados por contratistas que no llevan a cabo análisis de enfermedad renal.

Todos saben que trabajar en los campos azucareros es un riesgo grande, pero no hay otro tipo de empleos en la región.

"No tenemos alternativa" dice una mujer que recientemente perdió a su padre. "No hay otra forma de mantener a la familia".

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