La Liga Árabe rechaza dar más tiempo a Siria ante sus nuevas demandas

El Cairo, EFE
Las nuevas triquiñuelas del régimen sirio para modificar las funciones de la misión de observadores árabes parecen no haber surtido efecto en la Liga Árabe, que mostró hoy su cara más inflexible y rechazó dar otro ultimátum a Damasco.

Después de que ayer concluyera el enésimo plazo para que Siria aceptara una misión de observadores árabes en su territorio, el régimen de Bachar al Asad anunció hoy que aceptaba esta delegación pero con condiciones.

La Liga Árabe estaba dispuesta a levantar las sanciones económicas aprobadas la semana pasada contra Siria si esta admitía a la misión, pero las nuevas demandas de Damasco han provocado una reacción airada de la organización.

Su secretario general, Nabil al Arabi, dijo a los periodistas en la sede de la Liga Árabe, en El Cairo, que el organismo rechaza dar un nuevo ultimátum a Damasco y mantiene por ahora en vigor las sanciones.

Al Arabi, que coordina con los ministros de Exteriores árabes la respuesta al Gobierno sirio, afirmó que las nuevas demandas están relacionadas con cuestiones que "nunca se han tratado".

En cuanto a la respuesta de la organización, que todavía no es oficial, una fuente diplomática árabe dijo a Efe en la capital egipcia que la Liga Árabe se dispone a rechazar estas últimas condiciones.

No han trascendido detalles de las imposiciones de Damasco, pero la citada fuente diplomática, que declinó ser identificada, indicó que muchos miembros del organismo consideran que con este paso Siria pretende "poner a la Liga Árabe contra la pared".

El mensaje enviado por el ministro sirio de Exteriores, Walid al Mualem, señala que Damasco está dispuesto a firmar el protocolo pero pide aclaraciones y considera nulas todas las decisiones adoptadas por la Liga Árabe en ausencia de Siria, como su suspensión como miembro y la imposición de sanciones.

Si se confirma el rechazo árabe a estas peticiones sirias, sería la segunda vez que la organización desestima las exigencias de Damasco para recibir a los observadores.

El pasado 17 de noviembre el tema de los observadores ya se enquistó debido a que la Liga Árabe consideró que las condiciones de Damasco rompían "fundamentalmente la naturaleza de la misión de observadores".

Esa delegación, que estaría formada por 500 observadores, tiene como objetivos la protección de los civiles y la aplicación del plan árabe, que exige el fin del derramamiento de sangre en Siria y la retirada de las tropas de las calles, entre otros aspectos.

Horas antes, el portavoz del Ministerio sirio de Asuntos Exteriores, Yihad Maqdissi, declaró a los periodistas en Damasco que su país "respondió positivamente" a la iniciativa de la Liga Árabe y que está abierto a la admisión de observadores.

"La solución es puramente siria y tenemos interés en unirnos a la acción árabe -dijo el portavoz-. Tenemos fe en la marcha de la reforma, liderada por el presidente Bachar al Asad".

Además, Maqdissi señaló que existe la posibilidad de que la firma del protocolo de los observadores tenga lugar en Damasco y que las sanciones sean "consideradas inmediatamente nulas e inválidas durante la firma".

Entre esas medidas sin precedentes están la reducción a la mitad del número de vuelos comerciales que unen los países árabes con Siria, la prohibición de viajar a 19 altos cargos sirios y el cese parcial de los intercambios comerciales y financieros con el Gobierno de Damasco.

Mientras en las oficinas de Damasco y El Cairo se debate sobre los siguientes pasos a adoptar para poner fin a la crisis que sacude Siria, las fuerzas leales a Al Asad continuaron con su represión de toda voz disidente.

Según los grupos opositores al menos 17 personas fallecieron hoy en el país, la mayoría en el feudo opositor de Homs, por disparos de las fuerzas de seguridad, un día después de que la represión dejara cerca de 40 víctimas.

Estas muertes se suman a las más de 4.000 personas fallecidas en Siria desde el inicio de la revuelta contra Al Asad el pasado marzo, de acuerdo a los últimos datos de la ONU, que ya ha advertido que el país se encuentra al borde de la guerra civil.

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