El euro se viste de luto en su décimo aniversario
Bruselas, EFE
El euro es un símbolo de Europa que siempre ha enorgullecido a los europeístas, pero en el décimo aniversario de la puesta en circulación de los coloridos billetes y las monedas que aún conservan un brillo extraordinario, ese sentir ha dejado lugar a un pesimismo sin precedentes sobre su futuro.
Ya en enero de 1999, cuando el euro fue lanzado como moneda virtual, el primer presidente del Banco Central Europeo (BCE) y piloto de la introducción de la moneda única, el holandés Wim Duisenberg, (mayo 1998-octubre 2003) señaló que la estabilidad del euro depende, entre otras cosas, de la confianza que le otorgan los ciudadanos.
"Mr. Euro", quien falleció en 2005 y supervisó los preparativos y la producción de billetes y monedas hasta su puesta en circulación el 1 de enero de 2002, seguramente no se imaginaba que trece años después de la introducción virtual de la moneda única y diez después de su exitosa introducción física, sería precisamente la falta de confianza en la eurozona la que pusiera en duda la viabilidad de la moneda y amenazara incluso su supervivencia.
La eurozona insiste en que la moneda sigue siendo estable y que la crisis no es una crisis del euro, pero los analistas y los mercados opinan lo contrario y dibujan escenarios más bien catastróficos sobre el futuro de la unión monetaria.
"No hay duda de que el euro en sí se encuentra en una profundísima crisis y el riesgo que enfrenta es muy significante", dijo a Efe Zsolt Darvas del centro de estudios Bruegel.
En la calle, los ciudadanos europeos están preocupados, opina este analista, pero más lo están los mercados.
Un informe reciente del Centro para Estudios Políticos Europeos (CEPS) arrojó un resultado más optimista: la crisis financiera y de la deuda soberana que comenzó en Europa en 2008 solo ha reducido marginalmente el apoyo ciudadano al euro, aunque sí ha descendido la confianza en el Banco Central Europeo (BCE).
El último Eurobarómetro sobre la introducción del euro en los nuevos Estados miembros de la UE constata, sin embargo, una disminución constante desde mayo de 2009 (de 12 puntos) de la proporción de personas que están convencidas de que el euro tendría un impacto positivo, y actualmente el mismo porcentaje (43 %) tiene una opinión favorable o desfavorable.
Las dudas sobre el euro se ven alimentadas por los augurios sombríos de analistas, agencias de calificación y figuras europeas.
El primer presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, (1985-1995) ha sido uno de los más críticos con la eurozona.
"Abramos los ojos: el euro y Europa están al borde del precipicio", dijo en agosto, y en diciembre aseguró que la eurozona fue defectuosa desde su creación, pues no se tuvieron en cuenta las debilidades y los desequilibrios en las diferentes economías.
Incluso el presidente del BCE, Mario Draghi, ha advertido a la eurozona del alto riesgo que conllevaría que un país abandonara el euro, unas declaraciones consideradas un tabú para alguien que ocupa la jefatura de la institución monetaria del euroárea.
Después aseguró que no tiene "ninguna duda sobre la fortaleza del euro, su permanencia y su irreversibilidad".
Darvas, de Bruegel, cree que es muy poco probable que un país abandone la eurozona porque el coste sería grandísimo.
Recordó un estudio de UBS que cifraba las pérdidas para un país como Grecia en entre un 40 % y 50 % del PIB en el primer año y para uno más fuerte económicamente como Alemania en entre un 20 % y 25 %.
También este experto cree que en los inicios de la unión monetaria se subestimó el cóctel explosivo que podían generar las diferentes políticas fiscales, las altas tasas de deuda y una banca frágil y demasiado interdependiente y dependiente de los bonos.
Ya en 2003, Duisenberg advirtió a la eurozona de los serios peligros de no respetar las normas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento para no superar el 3 % de déficit y el 60 % de deuda, pero el acuerdo ha sido violado 60 veces.
UBS y otros analistas creen que hace falta una verdadera unión fiscal para salvar el euro, y la eurozona ha dado en su última cumbre un importante paso hacia este objetivo, pero Darvas considera que el pacto fiscal es insuficiente, al menos a corto plazo.
En su opinión se debería crear algún tipo de federalización bancaria y promover instrumentos de estabilización económica.
En cualquier caso, Draghi asegura en un vídeo conmemorativo del euro que, pese a las dificultades que atraviesa Europa, los ciudadanos de la eurozona pueden estar seguros de que el BCE se mantendrá fiel a su mandato de mantener la estabilidad de los precios. ¿Será suficiente para salvar el euro?
El euro es un símbolo de Europa que siempre ha enorgullecido a los europeístas, pero en el décimo aniversario de la puesta en circulación de los coloridos billetes y las monedas que aún conservan un brillo extraordinario, ese sentir ha dejado lugar a un pesimismo sin precedentes sobre su futuro.
Ya en enero de 1999, cuando el euro fue lanzado como moneda virtual, el primer presidente del Banco Central Europeo (BCE) y piloto de la introducción de la moneda única, el holandés Wim Duisenberg, (mayo 1998-octubre 2003) señaló que la estabilidad del euro depende, entre otras cosas, de la confianza que le otorgan los ciudadanos.
"Mr. Euro", quien falleció en 2005 y supervisó los preparativos y la producción de billetes y monedas hasta su puesta en circulación el 1 de enero de 2002, seguramente no se imaginaba que trece años después de la introducción virtual de la moneda única y diez después de su exitosa introducción física, sería precisamente la falta de confianza en la eurozona la que pusiera en duda la viabilidad de la moneda y amenazara incluso su supervivencia.
La eurozona insiste en que la moneda sigue siendo estable y que la crisis no es una crisis del euro, pero los analistas y los mercados opinan lo contrario y dibujan escenarios más bien catastróficos sobre el futuro de la unión monetaria.
"No hay duda de que el euro en sí se encuentra en una profundísima crisis y el riesgo que enfrenta es muy significante", dijo a Efe Zsolt Darvas del centro de estudios Bruegel.
En la calle, los ciudadanos europeos están preocupados, opina este analista, pero más lo están los mercados.
Un informe reciente del Centro para Estudios Políticos Europeos (CEPS) arrojó un resultado más optimista: la crisis financiera y de la deuda soberana que comenzó en Europa en 2008 solo ha reducido marginalmente el apoyo ciudadano al euro, aunque sí ha descendido la confianza en el Banco Central Europeo (BCE).
El último Eurobarómetro sobre la introducción del euro en los nuevos Estados miembros de la UE constata, sin embargo, una disminución constante desde mayo de 2009 (de 12 puntos) de la proporción de personas que están convencidas de que el euro tendría un impacto positivo, y actualmente el mismo porcentaje (43 %) tiene una opinión favorable o desfavorable.
Las dudas sobre el euro se ven alimentadas por los augurios sombríos de analistas, agencias de calificación y figuras europeas.
El primer presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, (1985-1995) ha sido uno de los más críticos con la eurozona.
"Abramos los ojos: el euro y Europa están al borde del precipicio", dijo en agosto, y en diciembre aseguró que la eurozona fue defectuosa desde su creación, pues no se tuvieron en cuenta las debilidades y los desequilibrios en las diferentes economías.
Incluso el presidente del BCE, Mario Draghi, ha advertido a la eurozona del alto riesgo que conllevaría que un país abandonara el euro, unas declaraciones consideradas un tabú para alguien que ocupa la jefatura de la institución monetaria del euroárea.
Después aseguró que no tiene "ninguna duda sobre la fortaleza del euro, su permanencia y su irreversibilidad".
Darvas, de Bruegel, cree que es muy poco probable que un país abandone la eurozona porque el coste sería grandísimo.
Recordó un estudio de UBS que cifraba las pérdidas para un país como Grecia en entre un 40 % y 50 % del PIB en el primer año y para uno más fuerte económicamente como Alemania en entre un 20 % y 25 %.
También este experto cree que en los inicios de la unión monetaria se subestimó el cóctel explosivo que podían generar las diferentes políticas fiscales, las altas tasas de deuda y una banca frágil y demasiado interdependiente y dependiente de los bonos.
Ya en 2003, Duisenberg advirtió a la eurozona de los serios peligros de no respetar las normas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento para no superar el 3 % de déficit y el 60 % de deuda, pero el acuerdo ha sido violado 60 veces.
UBS y otros analistas creen que hace falta una verdadera unión fiscal para salvar el euro, y la eurozona ha dado en su última cumbre un importante paso hacia este objetivo, pero Darvas considera que el pacto fiscal es insuficiente, al menos a corto plazo.
En su opinión se debería crear algún tipo de federalización bancaria y promover instrumentos de estabilización económica.
En cualquier caso, Draghi asegura en un vídeo conmemorativo del euro que, pese a las dificultades que atraviesa Europa, los ciudadanos de la eurozona pueden estar seguros de que el BCE se mantendrá fiel a su mandato de mantener la estabilidad de los precios. ¿Será suficiente para salvar el euro?