El BCE bajará tipos y aprobará hoy más medidas urgentes para la banca
Las entidades europeas acuden en masa a la primera subasta en dólares
Bruselas, El País
A escasas horas de la cena en Bruselas con la que comienza la cumbre del fin del mundo -la reunión de jefes de Estado para salvar el euro-, Fráncfort y Berlín tienen la palabra hasta la hora del almuerzo: el protagonismo será hoy para el hombre más poderoso de Europa, Mario Draghi (con permiso de la mujer más poderosa de Europa, la canciller alemana, Angela Merkel). El presidente del Banco Central Europeo (BCE) encara una comparecencia crucial en la que activará un cambio de estrategia ante la constatación de que Europa está ya a medio camino de una década perdida y de que las tensiones en la banca europea son tan insoportables como las del mercado de deuda pública. Más madera: los analistas esperan que Draghi rebaje los tipos de interés hasta el 1% con el segundo recorte en sus dos meses en el cargo. Y prevén también un cambio de discurso sobre la crisis fiscal y, sobre todo, nuevas medidas extraordinarias para aliviar la delicada situación de los bancos: la extrema sequía en el mercado interbancario, en el que las entidades solían prestarse dinero cuando el sistema funcionaba con normalidad.
Eso era antes: las cañerías por las que circula el dinero están ahora atascadas. La liquidez solo fluye a través del banco central. Ayer se conoció uno de esos datos que confirman que la avería es grave: el BCE anunció que la banca solicitó más de 50.000 millones de dólares (unos 37.000 millones de euros) en una subasta a tres meses, la primera desde la acción concertada de los grandes bancos centrales del mundo. Traducción libre: la banca europea está seca, necesita los dólares que antes llegaban de EE UU y que ya no llegan por el miedo a un accidente en alguna entidad. La crisis fiscal ha cerrado las vías de financiación del sector. Los bancos no logran emitir deuda en los mercados y tampoco se prestan en el interbancario, en una secuela de lo que sucedió antes de la quiebra de Lehman. Con una diferencia: el BCE tiene abierta la barra libre para que nadie se quede seco.
Reunido desde ayer en Fráncfort, el Consejo del BCE podría anunciar hoy medidas urgentes para estimular los préstamos entre los bancos. Una de las opciones es abrir la mano con los avales o garantías que exige a la banca a cambio del manguerazo de liquidez. Otra posibilidad es ampliar el plazo de las subastas: el BCE presta ahora dinero a un año vista, un periodo que podría elevarse a dos o tres años -algunos creen que incluso a un plazo mayor- para evitar tensiones.
Junto al habitual activismo con el que combate la crisis bancaria, el BCE podría anunciar también medidas en el frente fiscal. Draghi insinuó la semana pasada que si los Gobiernos de la eurozona dan pasos hacia un estricto pacto fiscal que imponga disciplina a la alemana, el BCE podría abrir fuego en el mercado de deuda para quitar tensión a los países más necesitados. No lo tiene fácil: si no cumple con las expectativas, las primas de riesgo volverán a escalar. Pero si finalmente Merkel, Sarkozy y compañía logran ponerse de acuerdo, el BCE podría romper el tabú de las compras masivas de bonos. Daría así una señal de esperanza en medio del alud de informaciones sobre acuerdos y desacuerdos en la eurozona, la posible pérdida de la triple A en los países más sólidos, los problemas de la banca y el oscuro panorama de la economía real, en la que amenaza recesión para acabar de cerrar un horizonte económico digno de un cuadro de El Greco. Standard & Poor's, la agencia que el lunes amenazó con bajar el rating a 15 países de la eurozona, fue ayer más allá: puso en revisión negativa a los principales bancos europeos, (Deutsche Bank, Unicredit, BNP Paribas, entre otros), a siete comunidades autónomas españolas y dijo que también baraja retirar a la UE la triple A.
Solo hay un lugar donde resguardarse: el Tesoro alemán colocó ayer 4.000 millones en bonos a cinco años, con una fuerte demanda y a un tipo de interés pírrico, del 1,1% (España pagó la semana pasada el 5,56%). A esos tipos no es extraña el "no a los eurobonos", "no a la mutualización de la deuda", "no a que el BCE compre bonos", el no a todo -al menos, sin contrapartidas- que resuena como una letanía en la fría, lluviosa y categórica Berlín.
Bruselas, El País
A escasas horas de la cena en Bruselas con la que comienza la cumbre del fin del mundo -la reunión de jefes de Estado para salvar el euro-, Fráncfort y Berlín tienen la palabra hasta la hora del almuerzo: el protagonismo será hoy para el hombre más poderoso de Europa, Mario Draghi (con permiso de la mujer más poderosa de Europa, la canciller alemana, Angela Merkel). El presidente del Banco Central Europeo (BCE) encara una comparecencia crucial en la que activará un cambio de estrategia ante la constatación de que Europa está ya a medio camino de una década perdida y de que las tensiones en la banca europea son tan insoportables como las del mercado de deuda pública. Más madera: los analistas esperan que Draghi rebaje los tipos de interés hasta el 1% con el segundo recorte en sus dos meses en el cargo. Y prevén también un cambio de discurso sobre la crisis fiscal y, sobre todo, nuevas medidas extraordinarias para aliviar la delicada situación de los bancos: la extrema sequía en el mercado interbancario, en el que las entidades solían prestarse dinero cuando el sistema funcionaba con normalidad.
Eso era antes: las cañerías por las que circula el dinero están ahora atascadas. La liquidez solo fluye a través del banco central. Ayer se conoció uno de esos datos que confirman que la avería es grave: el BCE anunció que la banca solicitó más de 50.000 millones de dólares (unos 37.000 millones de euros) en una subasta a tres meses, la primera desde la acción concertada de los grandes bancos centrales del mundo. Traducción libre: la banca europea está seca, necesita los dólares que antes llegaban de EE UU y que ya no llegan por el miedo a un accidente en alguna entidad. La crisis fiscal ha cerrado las vías de financiación del sector. Los bancos no logran emitir deuda en los mercados y tampoco se prestan en el interbancario, en una secuela de lo que sucedió antes de la quiebra de Lehman. Con una diferencia: el BCE tiene abierta la barra libre para que nadie se quede seco.
Reunido desde ayer en Fráncfort, el Consejo del BCE podría anunciar hoy medidas urgentes para estimular los préstamos entre los bancos. Una de las opciones es abrir la mano con los avales o garantías que exige a la banca a cambio del manguerazo de liquidez. Otra posibilidad es ampliar el plazo de las subastas: el BCE presta ahora dinero a un año vista, un periodo que podría elevarse a dos o tres años -algunos creen que incluso a un plazo mayor- para evitar tensiones.
Junto al habitual activismo con el que combate la crisis bancaria, el BCE podría anunciar también medidas en el frente fiscal. Draghi insinuó la semana pasada que si los Gobiernos de la eurozona dan pasos hacia un estricto pacto fiscal que imponga disciplina a la alemana, el BCE podría abrir fuego en el mercado de deuda para quitar tensión a los países más necesitados. No lo tiene fácil: si no cumple con las expectativas, las primas de riesgo volverán a escalar. Pero si finalmente Merkel, Sarkozy y compañía logran ponerse de acuerdo, el BCE podría romper el tabú de las compras masivas de bonos. Daría así una señal de esperanza en medio del alud de informaciones sobre acuerdos y desacuerdos en la eurozona, la posible pérdida de la triple A en los países más sólidos, los problemas de la banca y el oscuro panorama de la economía real, en la que amenaza recesión para acabar de cerrar un horizonte económico digno de un cuadro de El Greco. Standard & Poor's, la agencia que el lunes amenazó con bajar el rating a 15 países de la eurozona, fue ayer más allá: puso en revisión negativa a los principales bancos europeos, (Deutsche Bank, Unicredit, BNP Paribas, entre otros), a siete comunidades autónomas españolas y dijo que también baraja retirar a la UE la triple A.
Solo hay un lugar donde resguardarse: el Tesoro alemán colocó ayer 4.000 millones en bonos a cinco años, con una fuerte demanda y a un tipo de interés pírrico, del 1,1% (España pagó la semana pasada el 5,56%). A esos tipos no es extraña el "no a los eurobonos", "no a la mutualización de la deuda", "no a que el BCE compre bonos", el no a todo -al menos, sin contrapartidas- que resuena como una letanía en la fría, lluviosa y categórica Berlín.