Economía de palabras

Alabanzas perjudiciales

Humberto Vacaflor Ganam
Personas serias, como Fernanda Wanderley, Bernardo Corro y Julio Alvarado, están haciendo notar que las alabanzas de los organismos internacionales al manejo de la economía boliviana son peligrosas porque no ven el bosque.
Pero estas voces son una minoría ante las otras, aquellas que se deshacen en alabanzas al manejo de la macroeconomía, para felicidad de quienes miran, con ojos de asombro, cómo las cosas no se derrumban a pesar de todo lo que hacen ellos.
El análisis de estas personas serias dice que la economía boliviana está activando una bomba de tiempo que podría causar una catástrofe. Depender de las materias primas de manera creciente y, al mismo tiempo, destruir el aparato productivo mediante actos de negligencia o políticas equivocadas, son los explosivos de esa bomba.

Sin entrar a lugares comunes, que son fatigados por otros analistas, estas personas serias están advirtiendo que una enfermedad holandesa se incuba en la economía mientras los precios de las materias primas se mantienen altos.

Wanderley pregunta ¿qué estamos haciendo, en este ciclo de bonanza, para transformar nuestra estructura productiva y, así, disminuir nuestra dependencia de la explotación de recursos naturales con bajo valor agregado, la cual está estrechamente relacionada con las limitadas posibilidades de generación de empleo de calidad y la baja sostenibilidad de las políticas sociales?
Dice Corro: “Al bloquear la expansión de las Pymes, que no le proporcionan recursos para la “redistribución política directa”, el modelo burocrático contribuye a la “pobreza productiva y social” de la población, expande el desempleo y la informalidad, impide la innovación tecnológica y la expansión del mercado interno y territorial”.

Alvarado alerta sobre el tamaño de la deuda pública, que en este momento equivale a cien por ciento del PIB, antes de que sea inflado mediante trucos contables.
Si a todos estos criterios inteligentes se añade la creciente dependencia del dinero del narcotráfico, la bomba de tiempo se la percibe mucho más peligrosa.

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