Merkel busca un nuevo dibujo de la UE
Berlín y París ultiman un Pacto de Estabilidad apoyado en acuerdos bilaterales entre Estados, según fuentes alemanas - La Comisión Europea, relegada con este acuerdo
Berlin, El País
La búsqueda de soluciones a la crisis apremia tras una semana nefasta, en la que incluso Alemania fracasó parcialmente en la venta de 6.000 millones de euros de su deuda soberana. Con el agua al cuello de todos, ayer saltaron nuevas informaciones sobre las "negociaciones secretas" entre Berlín y París, que quieren reformar con la mayor rapidez el Pacto de Estabilidad del euro.
Alemania y Francia pretenden, según el diario Bild y el Welt am Sonntag (WamS) que el nuevo Pacto se acuerde igual que el Acuerdo de Schengen en 1985: bilateralmente entre los Estados y no de forma consensuada y vinculante para todos los miembros de la UE. Aplicado a la reforma del Pacto de Estabilidad del euro, esto aceleraría enormemente el proceso de integración y pondría contra las cuerdas a los críticos en el seno de la UE. Como consecuencia, podría precipitarse también el establecimiento de una Europa de dos o hasta de tres velocidades: los que firmen el nuevo Pacto, los que no firmen pero quieren seguir en el euro y los que no están en el euro. La reforma estará lista entre enero y febrero del año que viene.
Estos planes dejarían de lado las posibles protestas de la Comisión Europea. Hace unas semanas, el Gobierno alemán reaccionó con dureza ante las diversas informaciones sobre supuestos planes de Berlín y París para reducir la eurozona. La canciller federal Angela Merkel aseguró que "Alemania sólo tiene un objetivo, estabilizar la eurozona" con los 17 miembros actuales. Está por ver si los países más afectados por la crisis serían capaces de cumplir los criterios del nuevo Pacto, que es un supuesto muy dudoso en el caso griego.
Según una fuente de la Comisión Europea, este intento de acuerdo "es una tentación que ha existido y que sigue existiendo, pero la experiencia ha demostrado que los apaños al margen del Tratado y del método comunitario se suelen saldar con medidas menos transparentes y menos democráticas y, sobre todo, con la incertidumbre que se deriva de aplicar la regla de la unanimidad", informa Andreu Missé.
Para Francia, este tipo de pactos son positivos porque está apurada ante la posibilidad de perder la calificación de triple A. París no tiene tiempo que perder, y el acuerdo entre Estados es una solución más rápida y expeditiva que la reforma de los tratados que no solo requeriría la unanimidad previa en Bruselas sino la aprobación parlamentaria de todos los Estados, informa Miguel Mora. Sarkozy, siguiendo la tradición gaullista de sus antecesores, se niega a ceder más soberanía a la Unión Europea. El acuerdo entre Estados permitiría además no someterse a posibles sanciones de los tribunales europeos, un trámite que Francia siempre ha mirado con enorme recelo.
En Alemania el debate es continuo. La Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel aprobó recientemente una moción para que Europa permita la "salida voluntaria" del euro de los miembros que no puedan o no quieran cumplir los criterios de estabilidad. Durante las últimas semanas, Merkel ha repetido que la solución de la crisis "será política" y que pasa por una "mayor integración fiscal" y por el endurecimiento de las sanciones contra los países que no cumplan, que podrían tener que responder ante el Tribunal de Luxemburgo.
El Gobierno alemán no desmintió explícitamente las informaciones del popular Bild, cuya enorme tirada le ha servido a menudo de boletín no oficial para asuntos polémicos. Se espera que Berlín y París presenten el plan en la cumbre europea del próximo día 9. La reforma de los Tratados europeos suelen ser un proceso muy lento, así que la opción de aplicar tratados bilaterales facilitaría las cosas ante el grave sesgo que está tomando la crisis.
Sobre lo que podría venir después ofrece una pista el jefe del Banco Central alemán (Bundesbank) Jens Weidmann, que hasta hace unos meses ha sido la mano derecha de Merkel en asuntos económicos. En una entrevista publicada ayer por el Berliner Zeitung, Weidmann sugiere cuál podría estar siendo la táctica tras la línea dura de la canciller. Preguntado por los eurobonos, Weidmann contesta: "Solo se podrían poner en común los riesgos cuando culmine el actual proceso de integración" fiscal y política en la Unión Europea. La cuestión es si Merkel daría este proceso por concluido con la adopción del nuevo pacto. También será clave si se llega o no demasiado tarde.
Mientras tanto, la canciller ha seguido negándose en redondo a las dos recetas que más apoyo encuentran entre sus socios para salir la crisis. Alemania no quiere que la Eurozona emita deuda conjunta (los llamados eurobonos) ni que el Banco Central Europeo (BCE) compre ilimitadamente la deuda soberana de los países afectados por la crisis. Weimann, por su parte, dice que no espera una "recesión larga" en la Eurozona.
Weidmann tampoco cree que "ni Francia ni Austria" estén en peligro. "Intacta", según él, continúa la fe de los mercados en la deuda alemana. En su opinión, los inversores creen en "la estabilidad que demuestra el Gobierno". Ni siquiera los problemas italianos son tan graves como los pintan: "No nos comportemos como si Italia estuviera ya al borde mismo de la bancarrota", dice el jefe del Banco Central alemán.
Berlin, El País
La búsqueda de soluciones a la crisis apremia tras una semana nefasta, en la que incluso Alemania fracasó parcialmente en la venta de 6.000 millones de euros de su deuda soberana. Con el agua al cuello de todos, ayer saltaron nuevas informaciones sobre las "negociaciones secretas" entre Berlín y París, que quieren reformar con la mayor rapidez el Pacto de Estabilidad del euro.
Alemania y Francia pretenden, según el diario Bild y el Welt am Sonntag (WamS) que el nuevo Pacto se acuerde igual que el Acuerdo de Schengen en 1985: bilateralmente entre los Estados y no de forma consensuada y vinculante para todos los miembros de la UE. Aplicado a la reforma del Pacto de Estabilidad del euro, esto aceleraría enormemente el proceso de integración y pondría contra las cuerdas a los críticos en el seno de la UE. Como consecuencia, podría precipitarse también el establecimiento de una Europa de dos o hasta de tres velocidades: los que firmen el nuevo Pacto, los que no firmen pero quieren seguir en el euro y los que no están en el euro. La reforma estará lista entre enero y febrero del año que viene.
Estos planes dejarían de lado las posibles protestas de la Comisión Europea. Hace unas semanas, el Gobierno alemán reaccionó con dureza ante las diversas informaciones sobre supuestos planes de Berlín y París para reducir la eurozona. La canciller federal Angela Merkel aseguró que "Alemania sólo tiene un objetivo, estabilizar la eurozona" con los 17 miembros actuales. Está por ver si los países más afectados por la crisis serían capaces de cumplir los criterios del nuevo Pacto, que es un supuesto muy dudoso en el caso griego.
Según una fuente de la Comisión Europea, este intento de acuerdo "es una tentación que ha existido y que sigue existiendo, pero la experiencia ha demostrado que los apaños al margen del Tratado y del método comunitario se suelen saldar con medidas menos transparentes y menos democráticas y, sobre todo, con la incertidumbre que se deriva de aplicar la regla de la unanimidad", informa Andreu Missé.
Para Francia, este tipo de pactos son positivos porque está apurada ante la posibilidad de perder la calificación de triple A. París no tiene tiempo que perder, y el acuerdo entre Estados es una solución más rápida y expeditiva que la reforma de los tratados que no solo requeriría la unanimidad previa en Bruselas sino la aprobación parlamentaria de todos los Estados, informa Miguel Mora. Sarkozy, siguiendo la tradición gaullista de sus antecesores, se niega a ceder más soberanía a la Unión Europea. El acuerdo entre Estados permitiría además no someterse a posibles sanciones de los tribunales europeos, un trámite que Francia siempre ha mirado con enorme recelo.
En Alemania el debate es continuo. La Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel aprobó recientemente una moción para que Europa permita la "salida voluntaria" del euro de los miembros que no puedan o no quieran cumplir los criterios de estabilidad. Durante las últimas semanas, Merkel ha repetido que la solución de la crisis "será política" y que pasa por una "mayor integración fiscal" y por el endurecimiento de las sanciones contra los países que no cumplan, que podrían tener que responder ante el Tribunal de Luxemburgo.
El Gobierno alemán no desmintió explícitamente las informaciones del popular Bild, cuya enorme tirada le ha servido a menudo de boletín no oficial para asuntos polémicos. Se espera que Berlín y París presenten el plan en la cumbre europea del próximo día 9. La reforma de los Tratados europeos suelen ser un proceso muy lento, así que la opción de aplicar tratados bilaterales facilitaría las cosas ante el grave sesgo que está tomando la crisis.
Sobre lo que podría venir después ofrece una pista el jefe del Banco Central alemán (Bundesbank) Jens Weidmann, que hasta hace unos meses ha sido la mano derecha de Merkel en asuntos económicos. En una entrevista publicada ayer por el Berliner Zeitung, Weidmann sugiere cuál podría estar siendo la táctica tras la línea dura de la canciller. Preguntado por los eurobonos, Weidmann contesta: "Solo se podrían poner en común los riesgos cuando culmine el actual proceso de integración" fiscal y política en la Unión Europea. La cuestión es si Merkel daría este proceso por concluido con la adopción del nuevo pacto. También será clave si se llega o no demasiado tarde.
Mientras tanto, la canciller ha seguido negándose en redondo a las dos recetas que más apoyo encuentran entre sus socios para salir la crisis. Alemania no quiere que la Eurozona emita deuda conjunta (los llamados eurobonos) ni que el Banco Central Europeo (BCE) compre ilimitadamente la deuda soberana de los países afectados por la crisis. Weimann, por su parte, dice que no espera una "recesión larga" en la Eurozona.
Weidmann tampoco cree que "ni Francia ni Austria" estén en peligro. "Intacta", según él, continúa la fe de los mercados en la deuda alemana. En su opinión, los inversores creen en "la estabilidad que demuestra el Gobierno". Ni siquiera los problemas italianos son tan graves como los pintan: "No nos comportemos como si Italia estuviera ya al borde mismo de la bancarrota", dice el jefe del Banco Central alemán.