Juan M. Santos: el hombre que lo puso en el poder, ahora no le contesta el teléfono
BBC Mundo, Bogotá
En las últimas semanas su gobierno ha podido anunciar cifras récord en materia de inversión extranjera, los niveles de desempleo más bajos de la última década, la largamente esperada aprobación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y la muerte de Alfonso Cano, el máximo líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, la principal guerrilla de ese país.
A inicios de mes, el éxito de la operación que acabó con la vida del jefe guerrillero llevó la imagen positiva de Santos a un impresionante 83%.
Y su coalición de gobierno -la Unidad Nacional- actualmente agrupa al 95% de los diputados del Congreso nacional.
Lo curioso del caso, sin embargo, es que el hombre que llegó a la presidencia de Colombia de la mano de su todavía popular antecesor, Álvaro Uribe, parece haber encontrado en el propio exmandatario a su principal fuente de oposición.
Uribe no sólo ha sido el más vocal de los críticos del gobierno Santos, sino que se ha tomado muchas de sus decisiones como un ataque personal.
"Las acciones del Gobierno Nacional son hipócritas y carecen de fervor popular, por lo cual es una señal de hostilidad nombrar a Rafael Pardo como Ministro de Trabajo", dijo por ejemplo el exmandatario a inicios de noviembre en una entrevista concedida a una radio local.
"Como elector de la actual administración, me ofende que su política anticorrupción sea un show contra nuestro Gobierno", escribió en agosto Uribe a través de su cuenta de Twitter, donde constantemente acostumbra comparar su gestión con la de su sucesor.
Tres meses sin hablar
Santos: "Sí hay diferencias (con Uribe), pero yo no diría que de fondo, sino más de forma".
Uribe tampoco ha dudado en describir al gobierno de Santos como "un gobierno de anuncios", "lejano", "inactivo", ni en criticar duramente su política de seguridad.
Pero el actual presidente de Colombia dice que todavía no considera a Uribe como su opositor.
"No creo (que Uribe sea mi oposición). Con el presidente Uribe no tengo sino gratitud, respeto, admiración. Yo estoy construyendo sobre lo que él construyó y él hizo mucho por este país", dijo Santos en una entrevista con BBC Mundo.
"En el fondo coincidimos en los objetivos fundamentales para Colombia, (aunque) tal vez nos diferenciamos en la forma de arreglar los problemas", explicó.
No deja de ser sintomático, sin embargo, que Santos confiese que su mantra diario es "no pelear con Uribe".
O que tenga más de tres meses de no conversar con el hombre que lo nombró ministro de Defensa y le ayudó a convertirse en el presidente de Colombia que más votos ha recibido en una elección.
"Lo llamé para felicitarlo por el TLC, porque esa fue una obra tanto de él como nuestra, porque él le puso mucho empeño, pero no me devolvió la llamada", contó Santos.
"Lo llamé para felicitarlo y para compartir con él, porque también se le debe mucho el éxito del golpe que le dimos a las FARC con Alfonso Cano, pero no me devolvió la llamada"
"Lo llamé para felicitarlo y para compartir con él, porque también se le debe mucho el éxito del golpe que le dimos a las FARC con Alfonso Cano, pero no me devolvió la llamada", agregó.
Una posible razón, ilustrada en una ya famosa caricatura publicada en el diario El Espectador, es que aunque Santos se presenta a sí mismo como un continuador del legado de Uribe, en la práctica sus políticas más emblemáticas –como la Ley de Víctimas- parecen ir en sentido contrario.
Aunque el presidente de Colombia insiste en que las diferencias con su antecesor no son tanto de fondo como de forma.
"El presidente Uribe se opuso a esa ley (la Ley de Víctimas) pero más que todo porque él consideraba que no era conveniente declarar oficialmente que aquí hay un conflicto interno", le dijo Santos a BBC Mundo.
"Pero es que uno no puede negar algo que es evidente. Todo el mundo hablaba del conflicto, cómo no vamos a decir que hay un conflicto si es que lo hemos vivido y sufrido por casi cincuenta años", agregó.
Conflicto por el conflicto
El estilo en el manejo del conflicto es precisamente lo que más parece distanciar a los dos mandatarios.
"Yo creo, yo he creído siempre, que nosotros tenemos que comenzar a sanar nuestras heridas después de 50 años de guerra. Tenemos un conflicto que lleva casi 50 años, son muchas las heridas que se abren. Y tenemos, si queremos tener un futuro sostenible y promisorio, que sanar esas heridas. La Ley de Victimas lo hace", dijo Santos.
¿Siente que gobierna sin oposición?
Sí y no. Hay críticas permanentes, cosa que yo estimulo. Estimulo la crítica, estimulo los debates, estimulo las protestas que se convierten en debates constructivos sin violencia, porque eso es lo que hace una democracia dinámica, viva, efectiva. Por supuesto estoy muy contento con el apoyo que tengo de la población y en el congreso. Pero yo también le digo a veces a mis hijos cuando me felicitan por el resultado de las encuestas, les digo "no crean que esto dura, de aquí para adelante eso solo puede bajar, y hay que prepararse para eso"...
...(La existencia de una amplia coalición de gobierno) nos ha permitido pasar reformas que nunca nos hubiéramos imaginado que era posible pasarlas, y eso ha fortalecido la democracia, ha fortalecido nuestra economía. Hoy somos considerados uno de los países más exitosos del mundo cuando hace diez años estábamos considerados como un país a punto de ser considerado un Estado fallido.
"Yo creo que los campesinos deben tener la posibilidad de volver a sus tierras, y devolverle las tierras a esos campesinos que fueron desplazados por la violencia, a tiros, a la fuerza… yo creo firmemente en eso", afirmó.
Santos también ha reinsertado la palabra "diálogo" en las discusiones sobre el problema de las FARC, algo impensable durante el gobierno de Uribe.
Aunque el mandatario dice tener muy claro en qué condiciones podría producirse una negociación.
"Nosotros hemos aprendido la lección. Las FARC cada vez que hablan de dialogo es para tomar oxígeno, fortalecerse militarmente y golpearnos más duro. Y eso no lo vamos a permitir nunca más".
"Nosotros hemos dicho: vamos a perseverar en la parte militar y si hay alguna posibilidad de dialogo lo haremos, siempre y cuando tengan ellos la voluntad férrea de llegar a un acuerdo. Cuando demuestren eso, podemos entonces hablar de diálogo".
"Mientras tanto, las FARC están derrotadas políticamente, pues el 96, 97% de la población colombiana las rechaza, y (están) cada vez más débiles. No están todavía derrotadas militarmente, pero cada vez más débiles, y vamos a perseverar ahí, hasta que ojalá entiendan que por la vía armada, por la vía de la violencia, no van a conseguir nada. Van a conseguir lo que consiguió Cano", le dijo Santos a BBC Mundo.
"(Pero si en el Secretariado de las FARC) hay una voluntad de llegar a la paz, si esa voluntad existe, si la tienen y la demuestran, yo creo que podemos hacer la paz muy fácil. La gente está hastiada de tanta violencia", agregó.
"Una pelea con el presidente Uribe no le conviene a nadie. Ni a él, ni a mí, ni al gobierno, pero sobre todo no le conviene al país"
Para muchos, esa disposición parece ser la base de las principales diferencias entre Santos y Uribe.
Pero por lo pronto el presidente colombiano no parece dispuesto a dejar que el distanciamiento entre ambos se convierta en otro frente de batalla, sin importar lo que haga su predecesor.
"Es que una pelea con el presidente Uribe no le conviene a nadie. Ni a él, ni a mí, ni al gobierno, pero sobre todo no le conviene al país", le dijo Santos a BBC Mundo.
"Creo que podemos actuar responsablemente, podemos ponernos de acuerdo en muchas cosas, y en lo que estemos en desacuerdo, como yo he hecho con el presidente Chávez, pues respetarnos las diferencias", concluyó.