El Gobierno argentino ajusta las clavijas de la economía tras su triunfo electoral
Buenos Aires, EFE
Apenas unos días después de lograr su reelección por una ventaja aplastante, el Gobierno de la presidenta argentina, Cristina Fernández, adoptó medidas monetarias, fiscales y de contención del gasto para sanear las cuentas públicas.
El ministro de Economía y futuro vicepresidente del país, Amado Boudou, se bajó en el último momento de la delegación que acompaña a la mandataria a la Cumbre del G-20 y anunció el miércoles el fin de los subsidios para empresas petroleras, mineras, aseguradoras, bancos y telefónicas, entre otras, por unos 140,5 millones de dólares anuales.
Además, el ministro adelantó la revisión integral de la millonaria política de subsidios estatales vigente desde 2003.
El anuncio se suma a las medidas de control cambiario y contención de fuga de capitales puestas en marcha la pasada semana en alerta por la presiones alcistas sobre el precio del dólar y la acelerada sangría de las reservas del Banco Central que interviene en el mercado con sus ventas de dólares a una plaza demandante.
El Gobierno, que ya obligó a las petroleras y mineras a liquidar las divisas de sus exportaciones en el país y a las aseguradoras a repatriar sus tenencias en el exterior, incrementó el lunes los controles a las compras de divisas extranjeras en bancos y casas de cambio.
A partir de ahora, las operaciones deben ser validadas por el Fisco de acuerdo con el perfil de cada comprador.
Argentina lleva casi nueve años de crecimiento económico y tiene un buen nivel de reservas monetarias, pero su talón de Aquiles son la inflación y una fuga de capitales que suma casi 70.000 millones de dólares desde que Fernández asumió el Gobierno, en 2007.
"No se puede decir que todo está bien. Hay que hacer algo", señaló a Efe el economista Pablo Tigani, de la Fundación Esperanza.
"Para mantener el tipo de cambio hay que mantener el equilibrio fiscal. Por tanto, estas medidas no son aisladas. Son medidas heterodoxas para proteger el nivel de divisas, y si los mercados ven que se busca el equilibrio fiscal lo van a interpretar como algo prudente", agregó Tigani.
El Banco Central es un actor clave en este contexto: interviene en el mercado para regular el precio del dólar pero además ha destinado parte de sus reservas a pagar compromisos de deuda soberana y fondear al Tesoro, puntos polémicos para economistas y políticos.
Sólo en octubre, la autoridad monetaria destinó unos 1.800 millones de dólares para frenar la depreciación del peso, al ritmo de una creciente demanda de dólares que desde esta semana intenta desactivar con mecanismos de validación de las compras a través del Fisco.
Según Mariano Peretti, de la consultora Maxinver, con estas últimas medidas el Gobierno "se cavó su propia tumba", ya que "en vez de frenar las compras especulativas de dólares la retroalimenta, y en vez de combatir el mercado negro de divisas lo fomenta".
"Argentina tiene reservas, pero la gente común no sabe si ese nivel de reservas es adecuado o no. Por tanto, ante medidas restrictivas como estas la gente sospecha que hay problemas y compra más dólares", dijo a Efe Peretti.
De hecho, aunque el tipo de cambio en las casas de cambio se mantuvo estable, en torno a los 4,27 pesos por dólar, en el mercado informal, según la prensa local, aumentó a 4,64 pesos.
En el frente fiscal, según datos de consultores privados, Argentina cerrará este año con un resultado financiero deficitario que se explica en gran medida por un fuerte incremento en los subsidios, calculados en 16.400 millones de dólares para 2011.
En este sentido, opinó Peretti, el pequeño recorte de subsidios anunciado este miércoles es "una señal positiva" pero con sabor a poco, pues no constituye una "medida de fondo" de disciplina fiscal.
Para Tigani, en cambio, es una señal de que el Gobierno "va a mirar el gasto y lo bajará dónde vea que se puede hacerlo sin afectar el nivel de actividad económica".
El experto descarta de todos modos que Fernández, reelegida por el 54 % de los votos para un nuevo mandato de cuatro años, encare un "ajuste brutal", porque "sino se le va a volver en contra la gente que la votó".
Apenas unos días después de lograr su reelección por una ventaja aplastante, el Gobierno de la presidenta argentina, Cristina Fernández, adoptó medidas monetarias, fiscales y de contención del gasto para sanear las cuentas públicas.
El ministro de Economía y futuro vicepresidente del país, Amado Boudou, se bajó en el último momento de la delegación que acompaña a la mandataria a la Cumbre del G-20 y anunció el miércoles el fin de los subsidios para empresas petroleras, mineras, aseguradoras, bancos y telefónicas, entre otras, por unos 140,5 millones de dólares anuales.
Además, el ministro adelantó la revisión integral de la millonaria política de subsidios estatales vigente desde 2003.
El anuncio se suma a las medidas de control cambiario y contención de fuga de capitales puestas en marcha la pasada semana en alerta por la presiones alcistas sobre el precio del dólar y la acelerada sangría de las reservas del Banco Central que interviene en el mercado con sus ventas de dólares a una plaza demandante.
El Gobierno, que ya obligó a las petroleras y mineras a liquidar las divisas de sus exportaciones en el país y a las aseguradoras a repatriar sus tenencias en el exterior, incrementó el lunes los controles a las compras de divisas extranjeras en bancos y casas de cambio.
A partir de ahora, las operaciones deben ser validadas por el Fisco de acuerdo con el perfil de cada comprador.
Argentina lleva casi nueve años de crecimiento económico y tiene un buen nivel de reservas monetarias, pero su talón de Aquiles son la inflación y una fuga de capitales que suma casi 70.000 millones de dólares desde que Fernández asumió el Gobierno, en 2007.
"No se puede decir que todo está bien. Hay que hacer algo", señaló a Efe el economista Pablo Tigani, de la Fundación Esperanza.
"Para mantener el tipo de cambio hay que mantener el equilibrio fiscal. Por tanto, estas medidas no son aisladas. Son medidas heterodoxas para proteger el nivel de divisas, y si los mercados ven que se busca el equilibrio fiscal lo van a interpretar como algo prudente", agregó Tigani.
El Banco Central es un actor clave en este contexto: interviene en el mercado para regular el precio del dólar pero además ha destinado parte de sus reservas a pagar compromisos de deuda soberana y fondear al Tesoro, puntos polémicos para economistas y políticos.
Sólo en octubre, la autoridad monetaria destinó unos 1.800 millones de dólares para frenar la depreciación del peso, al ritmo de una creciente demanda de dólares que desde esta semana intenta desactivar con mecanismos de validación de las compras a través del Fisco.
Según Mariano Peretti, de la consultora Maxinver, con estas últimas medidas el Gobierno "se cavó su propia tumba", ya que "en vez de frenar las compras especulativas de dólares la retroalimenta, y en vez de combatir el mercado negro de divisas lo fomenta".
"Argentina tiene reservas, pero la gente común no sabe si ese nivel de reservas es adecuado o no. Por tanto, ante medidas restrictivas como estas la gente sospecha que hay problemas y compra más dólares", dijo a Efe Peretti.
De hecho, aunque el tipo de cambio en las casas de cambio se mantuvo estable, en torno a los 4,27 pesos por dólar, en el mercado informal, según la prensa local, aumentó a 4,64 pesos.
En el frente fiscal, según datos de consultores privados, Argentina cerrará este año con un resultado financiero deficitario que se explica en gran medida por un fuerte incremento en los subsidios, calculados en 16.400 millones de dólares para 2011.
En este sentido, opinó Peretti, el pequeño recorte de subsidios anunciado este miércoles es "una señal positiva" pero con sabor a poco, pues no constituye una "medida de fondo" de disciplina fiscal.
Para Tigani, en cambio, es una señal de que el Gobierno "va a mirar el gasto y lo bajará dónde vea que se puede hacerlo sin afectar el nivel de actividad económica".
El experto descarta de todos modos que Fernández, reelegida por el 54 % de los votos para un nuevo mandato de cuatro años, encare un "ajuste brutal", porque "sino se le va a volver en contra la gente que la votó".