El Ajax, el Milan y el Barça han impedido que el fútbol sea retro
Milan, AP
El Barcelona se juega esta noche el primer puesto de su grupo ante el Milan en San Siro. Con toda probabilidad y como pasó en la ida, en el Camp Nou, serán los españoles los que lleven el peso del partido. Eso jamás lo hubiera permitido mi Milan, el que entrené a finales de los 80. Ser dueño de la pelota y, sobre todo, del juego, es lo que siempre ha caracterizado a los grandes equipos. Entre ellos, incluyo al Liverpool de las décadas de los 70 y 80, y el Brasil del 70, con los cinco dieces. Pero los que han cambiado el fútbol, que lo han renovado y han impedido que se convirtiera en un deporte retro, han sido tres: el Ajax de Cruyff, ese Milan y el Barça de Guardiola.
Uno ha sido la evolución del otro y, puesto que cada uno de ellos se adelantó a los tiempos, entre un paso y el siguiente han transcurrido 20 años, al tiempo que los demás se conformaban con el modelo anterior. Nosotros ampliamos la idea del fútbol total de los holandeses. El Ajax ya no era la suma de 11 individualidades, sino un colectivo que actuaba con un guion. Trasladamos la presión al campo contrario y el Barça la ha llevado hasta el borde del área. La presión condiciona al rival, le ahoga, le obliga a hacer lo que tú quieras también en los momentos en los que posee el balón. Así aniquilas al rival, le quitas su autoestima.
Pero hay un matiz típicamente español que diferencia este Barça de los otros grandes de la historia. El dominio de la pelota. Italia siempre ha sido maestra del contraataque y el Milan aprovechó esa tradición. Al recuperar la pelota, éramos mucho más directos. Y también buscábamos los costados porque éramos mejores en el juego aéreo. El Barcelona es más acompasado, paciente, con el don para gestionar la pelota. El poeta italiano Cesare Pavese decía que no hay arte sin obsesión. Nosotros estábamos obsesionados por el pressing y el Barça de Pep por controlar la pelota, tenerla entre los pies. Ahí entra la calidad de Xavi y Busquets, y se le añaden futbolistas que pueden cambiar de ritmo en una fracción de segundo. Mi Milan solo tenía a dos fenómenos en el dribling: Donadoni y Van Basten. Este Barça tiene a Pedro, Villa, Alves, Iniesta y, por supuesto, Messi.
El argentino se beneficia del juego del Barça porque su rendimiento como azulgrana es de 10 cum laude, mientras con Argentina no pasa del seis o del siete. El ambiente del Camp Nou le arropa, le enchufa... y entonces es el mejor del mundo. A nosotros, al contrario, nos ayudó que el mejor futbolista de la época, Diego Armando Maradona, estuviera como rival, en el Nápoles. Nos espoleaba, algo que al Barcelona le pasa con el Madrid, que no le permite relajarse. La herencia de Guardiola ya es tangible. Ahora soy coordinador de los equipos juveniles de Italia. Recientemente, nuestra sub 20 jugó contra España y nos ganaron 1-0. Impusieron su estilo, ese que quiere tener en cada momento el control absoluto de la situación. El estilo del Barça.
El Barcelona se juega esta noche el primer puesto de su grupo ante el Milan en San Siro. Con toda probabilidad y como pasó en la ida, en el Camp Nou, serán los españoles los que lleven el peso del partido. Eso jamás lo hubiera permitido mi Milan, el que entrené a finales de los 80. Ser dueño de la pelota y, sobre todo, del juego, es lo que siempre ha caracterizado a los grandes equipos. Entre ellos, incluyo al Liverpool de las décadas de los 70 y 80, y el Brasil del 70, con los cinco dieces. Pero los que han cambiado el fútbol, que lo han renovado y han impedido que se convirtiera en un deporte retro, han sido tres: el Ajax de Cruyff, ese Milan y el Barça de Guardiola.
Uno ha sido la evolución del otro y, puesto que cada uno de ellos se adelantó a los tiempos, entre un paso y el siguiente han transcurrido 20 años, al tiempo que los demás se conformaban con el modelo anterior. Nosotros ampliamos la idea del fútbol total de los holandeses. El Ajax ya no era la suma de 11 individualidades, sino un colectivo que actuaba con un guion. Trasladamos la presión al campo contrario y el Barça la ha llevado hasta el borde del área. La presión condiciona al rival, le ahoga, le obliga a hacer lo que tú quieras también en los momentos en los que posee el balón. Así aniquilas al rival, le quitas su autoestima.
Pero hay un matiz típicamente español que diferencia este Barça de los otros grandes de la historia. El dominio de la pelota. Italia siempre ha sido maestra del contraataque y el Milan aprovechó esa tradición. Al recuperar la pelota, éramos mucho más directos. Y también buscábamos los costados porque éramos mejores en el juego aéreo. El Barcelona es más acompasado, paciente, con el don para gestionar la pelota. El poeta italiano Cesare Pavese decía que no hay arte sin obsesión. Nosotros estábamos obsesionados por el pressing y el Barça de Pep por controlar la pelota, tenerla entre los pies. Ahí entra la calidad de Xavi y Busquets, y se le añaden futbolistas que pueden cambiar de ritmo en una fracción de segundo. Mi Milan solo tenía a dos fenómenos en el dribling: Donadoni y Van Basten. Este Barça tiene a Pedro, Villa, Alves, Iniesta y, por supuesto, Messi.
El argentino se beneficia del juego del Barça porque su rendimiento como azulgrana es de 10 cum laude, mientras con Argentina no pasa del seis o del siete. El ambiente del Camp Nou le arropa, le enchufa... y entonces es el mejor del mundo. A nosotros, al contrario, nos ayudó que el mejor futbolista de la época, Diego Armando Maradona, estuviera como rival, en el Nápoles. Nos espoleaba, algo que al Barcelona le pasa con el Madrid, que no le permite relajarse. La herencia de Guardiola ya es tangible. Ahora soy coordinador de los equipos juveniles de Italia. Recientemente, nuestra sub 20 jugó contra España y nos ganaron 1-0. Impusieron su estilo, ese que quiere tener en cada momento el control absoluto de la situación. El estilo del Barça.