Barack Obama obtiene el apoyo ciudadano a su política exterior
Dos encuestas muestran una amplia aprobación de los estadounidenses a la gestión del presidente en materia antiterrorista, tradicional baza republicana
Washington, El País
Barack Obama ha tomado una sólida ventaja sobre sus contrincantes republicanos en un área en la que los demócratas han partido siempre en una posición desfavorable: la política exterior y de seguridad. Aunque tradicionalmente no es ese el terreno en el que se deciden las elecciones, una serie de éxitos recientes le sirve al presidente para potenciar su imagen personal y agudizar el contraste con el vacío de liderazgo que existe en la oposición.
Una encuesta de The Wall Street Journal y NBC le da a Obama un 61% de aprobación en el manejo de la política exterior, una marcada diferencia con el 39% de respaldo a su política económica. Otro sondeo anterior reflejaba un apoyo popular del 64% a la actuación del presidente contra el terrorismo. La mala noticia para la Casa Blanca es que, en esas mismas encuestas, sólo un 6% de los potenciales votantes cita los problemas internacionales como su principal preocupación.
Esos datos certifican una tendencia de hace ya varias décadas en las que es la economía y no la seguridad el asunto que determina el comportamiento de los electores, muchos más cuando el país sufre un desempleo del 9%. La política exterior es, sin embargo, un capítulo que contribuye a la credibilidad de un candidato y que, en última instancia, puede inclinar un resultado en una dirección u otra en el caso de unas elecciones muy ajustadas.
Existen antecedentes en ambos sentidos. George Bush padre, muy reconocido por su liderazgo internacional, ratificado por su éxito en la guerra del Golfo, fue derrotado por Bill Clinton, un neófito en esa materia, en tiempos en los que también la economía era el factor predominante. La derrota de Jimmy Carter ante Ronald Reagan se explica en cierta medida por el fiasco del rescate de los rehenes en Teherán.
Obama consiguió construir una candidatura ganadora en 2008 gracias en parte a su rechazo a la guerra de Irak, lo que le permitió constituirse en una alternativa a Hillary Clinton, que había votado a favor de la invasión en el Congreso. Después supo elaborar una plataforma convincente para combatir el terrorismo y modificar la estrategia en Afganistán.
Como presidente, Obama ha tenido éxito también en la conclusión satisfactoria de algunas de las aventuras que heredó de su antecesor. Como señala el columnista Thomas Friedman, Obama “ha obtenido mejores resultados en el desarrollo de la política exterior de George Bush que en la suya propia”.
Éxitos de la primavera árabe
En algunos objetivos marcados por esta Administración, como la solución del conflicto palestino-israelí o la normalización de relaciones con Cuba, en efecto, no se ha avanzado en absoluto o incluso se ha retrocedido. Pero el presidente ha conseguido un clima de cierta cooperación con China y Rusia, y, sobre todo, podrá presentarse el año próximo ante los electores con un balance espectacular en la lucha contra el terrorismo y en la democratización del mundo árabe: Osama bin Laden, Anuar al Aulaki y Muamar Gadafi están muertos, Al Qaeda está contra las cuerdas, tres países de Oriente Próximo han dejado atrás sus dictaduras, ningún otro soldados norteamericano morirá en Irak a partir del final de este año y se ha señalado una fecha para la salida de Afganistán.
Son éxitos que John McCain, John Boehner y otros republicanos en el Congreso han tenido que admitir, pero ante los que ningún candidato presidencial de la oposición ha sabido reaccionar apropiadamente, para desolación de su propio partido. “Los candidatos republicanos van a tener que afinar mucho más su política exterior si quieren ganar”, ha advertido Lee Edwards, un historiador y analista conservador que escribió una famosa biografía de Ronald Reagan.
El aspirante republicano con más posibilidades, Mitt Romney, ha declarado que la decisión de Obama de retirarse de Irak, que no hace más que confirmar la fecha que Bush había pactado con las autoridades iraquíes, “pone en riesgo las victorias que se han conseguido con la sangre y el sacrificio de miles de norteamericanos”. Tanto Romney como otros contendientes en las primarias republicanas coincidieron en que la muerte de Gadafi abre más incertidumbres de las que cierra.
Pasadas las primarias, va a ser muy difícil para un candidato conservador defender que hay que continuar en Irak o que Libia estaba mejor con Gadafi. Eso no le da a Obama una gran ventaja de cara a su victoria final, pero sí le quita a los republicanos una carta con la que siempre han contado para conquistar la Casa Blanca. Ya no son el partido que garantiza la seguridad de este país frente al enemigo exterior. Todas sus opciones están puestas en la economía.
Washington, El País
Barack Obama ha tomado una sólida ventaja sobre sus contrincantes republicanos en un área en la que los demócratas han partido siempre en una posición desfavorable: la política exterior y de seguridad. Aunque tradicionalmente no es ese el terreno en el que se deciden las elecciones, una serie de éxitos recientes le sirve al presidente para potenciar su imagen personal y agudizar el contraste con el vacío de liderazgo que existe en la oposición.
Una encuesta de The Wall Street Journal y NBC le da a Obama un 61% de aprobación en el manejo de la política exterior, una marcada diferencia con el 39% de respaldo a su política económica. Otro sondeo anterior reflejaba un apoyo popular del 64% a la actuación del presidente contra el terrorismo. La mala noticia para la Casa Blanca es que, en esas mismas encuestas, sólo un 6% de los potenciales votantes cita los problemas internacionales como su principal preocupación.
Esos datos certifican una tendencia de hace ya varias décadas en las que es la economía y no la seguridad el asunto que determina el comportamiento de los electores, muchos más cuando el país sufre un desempleo del 9%. La política exterior es, sin embargo, un capítulo que contribuye a la credibilidad de un candidato y que, en última instancia, puede inclinar un resultado en una dirección u otra en el caso de unas elecciones muy ajustadas.
Existen antecedentes en ambos sentidos. George Bush padre, muy reconocido por su liderazgo internacional, ratificado por su éxito en la guerra del Golfo, fue derrotado por Bill Clinton, un neófito en esa materia, en tiempos en los que también la economía era el factor predominante. La derrota de Jimmy Carter ante Ronald Reagan se explica en cierta medida por el fiasco del rescate de los rehenes en Teherán.
Obama consiguió construir una candidatura ganadora en 2008 gracias en parte a su rechazo a la guerra de Irak, lo que le permitió constituirse en una alternativa a Hillary Clinton, que había votado a favor de la invasión en el Congreso. Después supo elaborar una plataforma convincente para combatir el terrorismo y modificar la estrategia en Afganistán.
Como presidente, Obama ha tenido éxito también en la conclusión satisfactoria de algunas de las aventuras que heredó de su antecesor. Como señala el columnista Thomas Friedman, Obama “ha obtenido mejores resultados en el desarrollo de la política exterior de George Bush que en la suya propia”.
Éxitos de la primavera árabe
En algunos objetivos marcados por esta Administración, como la solución del conflicto palestino-israelí o la normalización de relaciones con Cuba, en efecto, no se ha avanzado en absoluto o incluso se ha retrocedido. Pero el presidente ha conseguido un clima de cierta cooperación con China y Rusia, y, sobre todo, podrá presentarse el año próximo ante los electores con un balance espectacular en la lucha contra el terrorismo y en la democratización del mundo árabe: Osama bin Laden, Anuar al Aulaki y Muamar Gadafi están muertos, Al Qaeda está contra las cuerdas, tres países de Oriente Próximo han dejado atrás sus dictaduras, ningún otro soldados norteamericano morirá en Irak a partir del final de este año y se ha señalado una fecha para la salida de Afganistán.
Son éxitos que John McCain, John Boehner y otros republicanos en el Congreso han tenido que admitir, pero ante los que ningún candidato presidencial de la oposición ha sabido reaccionar apropiadamente, para desolación de su propio partido. “Los candidatos republicanos van a tener que afinar mucho más su política exterior si quieren ganar”, ha advertido Lee Edwards, un historiador y analista conservador que escribió una famosa biografía de Ronald Reagan.
El aspirante republicano con más posibilidades, Mitt Romney, ha declarado que la decisión de Obama de retirarse de Irak, que no hace más que confirmar la fecha que Bush había pactado con las autoridades iraquíes, “pone en riesgo las victorias que se han conseguido con la sangre y el sacrificio de miles de norteamericanos”. Tanto Romney como otros contendientes en las primarias republicanas coincidieron en que la muerte de Gadafi abre más incertidumbres de las que cierra.
Pasadas las primarias, va a ser muy difícil para un candidato conservador defender que hay que continuar en Irak o que Libia estaba mejor con Gadafi. Eso no le da a Obama una gran ventaja de cara a su victoria final, pero sí le quita a los republicanos una carta con la que siempre han contado para conquistar la Casa Blanca. Ya no son el partido que garantiza la seguridad de este país frente al enemigo exterior. Todas sus opciones están puestas en la economía.