Aumenta la presión sobre los servicios secretos por su implicación en la trama neonazi
Un agente del servicio de espionaje interno, de conocida ideología ultraderechista, aparece ligado a una serie de atentados xenófobos cometidos durante 14 años
Berlin, El País
El aparente esclarecimiento de la peor ola terrorista de las últimas décadas arroja sombras sobre las autoridades alemanas. Dos neonazis implicados en al menos 10 asesinatos fueron encontrados muertos y dos presuntos cómplices están detenidos. Estas son las certezas, que han salido a la luz acompañadas de una serie de revelaciones que implican a los servicios secretos internos (BFV) en la campaña terrorista neonazi. Desde que el pasado viernes se conoció la existencia de la banda Resistencia Nacionalsocialista (NSU), Alemania asiste atónita a la investigación de una cadena de crímenes xenófobos, atentados con bomba y atracos bancarios perpetrados durante 14 años ante la pasividad de las fuerzas del orden.
Pasividad o, peor aún, colaboración. Un agente del servicio secreto interno alemán BFV estaba en el mismo cibercafé donde en 2006 fue asesinado Halit Y. La policía lo investigó entonces, porque fue el único de los seis clientes del establecimiento que huyó en lugar de prestar testimonio. Pero abandonaron las pesquisas cuando supieron que era un agente. Entre sus compañeros, el funcionario tiene el sobrenombre de “pequeño Adolf”. Su ideología ultraderechista era conocida, lo mismo que la del jefe del BFV de Turingia entre 1994 y 2000, Helmut Roewer. Los tres principales sospechosos proceden de la ciudad de Jena, en ese Estado federado. Pasaron a la clandestinidad poco antes de que los detuviera la policía cuando Roewer dirigía los servicios secretos de la región.
Los neonazis Uwe Mundlos y Uwe Böhnhardt aparecieron muertos en una roulotte el 4 de noviembre, poco después de cometer un atraco. La caravana estaba en llamas. Ambos murieron por disparos de fusil, pero la policía dice que se suicidaron. Su cómplice Beate Zschäpe quemó el piso que compartían en Zwickau y se entregó. En ese mismo piso, calcinado, se encontró un grotesco DVD montado con imágenes de la Pantera Rosa. Había sobrevivido a las llamas; con él, la banda quería, al parecer, reivindicar una serie de asesinatos racistas cometidos entre 2000 y 2006. Los crímenes contra extranjeros terminaron precisamente cuando el agente del BFV fue identificado en la escena del último crimen. En 2007, la banda tiroteó a dos policías matando a una agente.
Los servicios secretos internos se denominan Oficina para la Protección de la Constitución. La central federal del BFV, en Colonia, coordina las 16 oficinas del servicio: hay una central distinta en cada Estado federal. Su estructura fragmentada ha causado problemas a menudo, por la descoordinación de sus actividades y la opacidad de sus servicios. Así, el ultraderechista Roewer dirigió el BFV de Turingia a su antojo durante seis años, en los que invirtió 1,5 millones de euros en efectivo para sobornar a informantes diversos. Buena parte de ellos fue a parar a informantes del entorno neonazi. Nadie vigila qué hacen los informantes con ese dinero.
La ministra de Justicia alemana, Sabine Leutheusser-Schnarrenberger, ha planteado la “reestructuración” del BFV. El escándalo les está llegando al cuello.
Berlin, El País
El aparente esclarecimiento de la peor ola terrorista de las últimas décadas arroja sombras sobre las autoridades alemanas. Dos neonazis implicados en al menos 10 asesinatos fueron encontrados muertos y dos presuntos cómplices están detenidos. Estas son las certezas, que han salido a la luz acompañadas de una serie de revelaciones que implican a los servicios secretos internos (BFV) en la campaña terrorista neonazi. Desde que el pasado viernes se conoció la existencia de la banda Resistencia Nacionalsocialista (NSU), Alemania asiste atónita a la investigación de una cadena de crímenes xenófobos, atentados con bomba y atracos bancarios perpetrados durante 14 años ante la pasividad de las fuerzas del orden.
Pasividad o, peor aún, colaboración. Un agente del servicio secreto interno alemán BFV estaba en el mismo cibercafé donde en 2006 fue asesinado Halit Y. La policía lo investigó entonces, porque fue el único de los seis clientes del establecimiento que huyó en lugar de prestar testimonio. Pero abandonaron las pesquisas cuando supieron que era un agente. Entre sus compañeros, el funcionario tiene el sobrenombre de “pequeño Adolf”. Su ideología ultraderechista era conocida, lo mismo que la del jefe del BFV de Turingia entre 1994 y 2000, Helmut Roewer. Los tres principales sospechosos proceden de la ciudad de Jena, en ese Estado federado. Pasaron a la clandestinidad poco antes de que los detuviera la policía cuando Roewer dirigía los servicios secretos de la región.
Los neonazis Uwe Mundlos y Uwe Böhnhardt aparecieron muertos en una roulotte el 4 de noviembre, poco después de cometer un atraco. La caravana estaba en llamas. Ambos murieron por disparos de fusil, pero la policía dice que se suicidaron. Su cómplice Beate Zschäpe quemó el piso que compartían en Zwickau y se entregó. En ese mismo piso, calcinado, se encontró un grotesco DVD montado con imágenes de la Pantera Rosa. Había sobrevivido a las llamas; con él, la banda quería, al parecer, reivindicar una serie de asesinatos racistas cometidos entre 2000 y 2006. Los crímenes contra extranjeros terminaron precisamente cuando el agente del BFV fue identificado en la escena del último crimen. En 2007, la banda tiroteó a dos policías matando a una agente.
Los servicios secretos internos se denominan Oficina para la Protección de la Constitución. La central federal del BFV, en Colonia, coordina las 16 oficinas del servicio: hay una central distinta en cada Estado federal. Su estructura fragmentada ha causado problemas a menudo, por la descoordinación de sus actividades y la opacidad de sus servicios. Así, el ultraderechista Roewer dirigió el BFV de Turingia a su antojo durante seis años, en los que invirtió 1,5 millones de euros en efectivo para sobornar a informantes diversos. Buena parte de ellos fue a parar a informantes del entorno neonazi. Nadie vigila qué hacen los informantes con ese dinero.
La ministra de Justicia alemana, Sabine Leutheusser-Schnarrenberger, ha planteado la “reestructuración” del BFV. El escándalo les está llegando al cuello.