Rousseff retira al ministro de Deportes de las negociaciones del Mundial
Brasilia, El País
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, que no es persona a quien le guste que los problemas se le pudran o se arrastren más de lo debido, ha tomado hoy la decisión de retirar de las negociaciones del Mundial de Fútbol de 2014 al ministro de Deportes, Orlando Silva —del Partido Comunista—, para asumirlas personalmente.
La decisión de Rousseff, que será ahora la interlocutora del Gobierno de Brasil con las autoridades de la FIFA para el Mundial y responsable de la tramitación de la Ley General de la Copa del Mundo en el Congreso, ha sido interpretada como signo de que el ministro Silva, acusado por la revista Veja de haber montado en su Ministerio un esquema de corrupción a través de la ONG Segundo Tempo, ha perdido su confianza y podría estar a punto de salir del Gobierno. Sería, en ese caso, el sexto ministro destituido de su cargo desde junio y el quinto por corrupción.
Hoy mismo, Silva debía dar explicaciones en el Congreso sobre las acusaciones de corrupción de las que está siendo objeto, tras las revelaciones de un militar correligionario suyo que ha contado que el ministro recibía cajas de cartón llenas de dinero en el garaje del Ministerio, algo que Silva desmiente rotundamente.
La presidenta, que está de viaje en África, se sintió doblemente irritada con las acusaciones de corrupción contra otro de sus ministros, ya que esta vez se trata del emblemático Ministerio de Deportes, responsable de la delicada y no siempre pacífica negociación del Mundial con las autoridades nacionales e internacionales. Estas últimas acusan a Brasil de haberse dormido en los laureles y de estar atrasado en las obras de infraestructuras necesarias, desde la construcción y remodelación de los estadios a la revitalización de los aeropuertos, completamente congestionados desde que la clase media ha crecido y hasta los pobres han empezado a viajar en aviones.
Frente a las denuncias de corrupción de sus ministros, la presidenta ha usado desde el primer momento de su Gobierno el mismo esquema: defiende la presunción de inocencia del acusado, le pide que dé explicaciones y se defienda de las acusaciones ante el Congreso y después, si entiende que son fundadas, le pide la carta de dimisión.
Hasta ahora, en ningún caso Rousseff ha acusado de dichas denuncias a la oposición ni a los medios de comunicación que las revelan. Rousseff ha defendido la independencia de los medios y la libertad de expresión desde su primer discurso y continúa defendiéndola hasta el momento, sin ambigüedades y a veces hasta contra el parecer de algunas fuerzas más radicales de izquierdas de su formación, el Partido de los Trabajadores (PT), que propugna un cierto “control social” de los medios, lo que es interpretado por los periodistas como una forma de querer imponer controles desde el poder a la libertad de información.
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, que no es persona a quien le guste que los problemas se le pudran o se arrastren más de lo debido, ha tomado hoy la decisión de retirar de las negociaciones del Mundial de Fútbol de 2014 al ministro de Deportes, Orlando Silva —del Partido Comunista—, para asumirlas personalmente.
La decisión de Rousseff, que será ahora la interlocutora del Gobierno de Brasil con las autoridades de la FIFA para el Mundial y responsable de la tramitación de la Ley General de la Copa del Mundo en el Congreso, ha sido interpretada como signo de que el ministro Silva, acusado por la revista Veja de haber montado en su Ministerio un esquema de corrupción a través de la ONG Segundo Tempo, ha perdido su confianza y podría estar a punto de salir del Gobierno. Sería, en ese caso, el sexto ministro destituido de su cargo desde junio y el quinto por corrupción.
Hoy mismo, Silva debía dar explicaciones en el Congreso sobre las acusaciones de corrupción de las que está siendo objeto, tras las revelaciones de un militar correligionario suyo que ha contado que el ministro recibía cajas de cartón llenas de dinero en el garaje del Ministerio, algo que Silva desmiente rotundamente.
La presidenta, que está de viaje en África, se sintió doblemente irritada con las acusaciones de corrupción contra otro de sus ministros, ya que esta vez se trata del emblemático Ministerio de Deportes, responsable de la delicada y no siempre pacífica negociación del Mundial con las autoridades nacionales e internacionales. Estas últimas acusan a Brasil de haberse dormido en los laureles y de estar atrasado en las obras de infraestructuras necesarias, desde la construcción y remodelación de los estadios a la revitalización de los aeropuertos, completamente congestionados desde que la clase media ha crecido y hasta los pobres han empezado a viajar en aviones.
Frente a las denuncias de corrupción de sus ministros, la presidenta ha usado desde el primer momento de su Gobierno el mismo esquema: defiende la presunción de inocencia del acusado, le pide que dé explicaciones y se defienda de las acusaciones ante el Congreso y después, si entiende que son fundadas, le pide la carta de dimisión.
Hasta ahora, en ningún caso Rousseff ha acusado de dichas denuncias a la oposición ni a los medios de comunicación que las revelan. Rousseff ha defendido la independencia de los medios y la libertad de expresión desde su primer discurso y continúa defendiéndola hasta el momento, sin ambigüedades y a veces hasta contra el parecer de algunas fuerzas más radicales de izquierdas de su formación, el Partido de los Trabajadores (PT), que propugna un cierto “control social” de los medios, lo que es interpretado por los periodistas como una forma de querer imponer controles desde el poder a la libertad de información.