Rihanna se gusta... y lo entendemos
Música
Hay gente que se rasca la nariz. Hay quien tuerce la boca. Y otras tienen la manía de tocarse en los conciertos, como Rihanna.
Rihanna se gusta. Está encantada de la vida con su cuerpo, con su culo y con su pecho, con sus carnes acertadamente distribuidas. Y eso que en el año 2007, coincidiendo con el bombazo de su éxito Umbrella, la cantante confesaba que no se sentía demasiado a gusto con sus piernas y que le costaba aceptar sus curvas, que en algún momento de su vida le habían generado alguna que otra inseguridad. Incluso llegó a admitir que no descartaba pasar por quirófano en un futuro para retocar posibles defectos generados por la edad.
Cuatro años después, ha cambiado de opinión. Y no ha hecho falta que lo comentara en una entrevista, sino que lo demuestra cada vez que se sube a un escenario para uno de sus conciertos. Cuando llega el subidón musical, allí donde otros se lanzan al público o destrozan su guitarra, ella se quiere a sí misma pasándose las manos por las zonas erógenas de su cuerpo. No es algo puntual, de un concierto que fuera más calentito de la cuenta, sino que es una manía que se repite con mucha frecuencia.
"Por primera vez no quiero deshacerme de mis curvas, sólo quiero tonificarlas. Mi cuerpo es cómodo y no es poco saludable", declaró hace algunos meses la de Barbados. Se gusta. Lo entendemos. Y nos gusta. Ella y sus manías...
Hay gente que se rasca la nariz. Hay quien tuerce la boca. Y otras tienen la manía de tocarse en los conciertos, como Rihanna.
Rihanna se gusta. Está encantada de la vida con su cuerpo, con su culo y con su pecho, con sus carnes acertadamente distribuidas. Y eso que en el año 2007, coincidiendo con el bombazo de su éxito Umbrella, la cantante confesaba que no se sentía demasiado a gusto con sus piernas y que le costaba aceptar sus curvas, que en algún momento de su vida le habían generado alguna que otra inseguridad. Incluso llegó a admitir que no descartaba pasar por quirófano en un futuro para retocar posibles defectos generados por la edad.
Cuatro años después, ha cambiado de opinión. Y no ha hecho falta que lo comentara en una entrevista, sino que lo demuestra cada vez que se sube a un escenario para uno de sus conciertos. Cuando llega el subidón musical, allí donde otros se lanzan al público o destrozan su guitarra, ella se quiere a sí misma pasándose las manos por las zonas erógenas de su cuerpo. No es algo puntual, de un concierto que fuera más calentito de la cuenta, sino que es una manía que se repite con mucha frecuencia.
"Por primera vez no quiero deshacerme de mis curvas, sólo quiero tonificarlas. Mi cuerpo es cómodo y no es poco saludable", declaró hace algunos meses la de Barbados. Se gusta. Lo entendemos. Y nos gusta. Ella y sus manías...