Mucho Higuaín para el Betis, en la goleada del Madrid


Madrid, As
Ganó el Madrid con ratos de solemnidad y se abrió varias puertas de futuro. Kaká no ha perdido el tren y está en plena expansión. Marcó un gol de esos que agrandan el ánimo, una rosca que ha cocinado muchísimas veces en su carrera. Cristiano dio dos goles, dato que dispara su índice de solidaridad. Di María salió un ratito y dio otros dos. E Higuaín se apuntó su tercer hat-trick en dos semanas, y de esa continuidad viven los delanteros, especialmente este, ejemplo de supervivencia en territorio casi siempre hostil. Más grande se hace cuanto más grande parece la amenaza.

El Betis fue lo que prometió Mel de manera muy fugaz. La lesión de su juvenil Vadillo borró todas las huellas de un comienzo valiente y meritorio. Y eso que dejó veinte minutos de gran estampa torera, plantado en los medios, discutiéndole la pelota al Madrid, probando a Casillas y ofreciendo un valor añadido poco frecuente en quien acaba de ascender.

La lesión de Vadillo


Aquello ocurrió a lomos del impulso juvenil de Vadillo, un chaval de 17 años recién cumplidos que tiene prisa de verdad por llegar. En el primer minuto ya se había ido a por Casillas. Marcelo pasó malos momentos frente a él hasta que a los 17 minutos se lesionó tras chocar con Sergio Ramos. Aquel contratiempo desmayó al Betis, cuyo retroceso fue inmediato. Lo que había sido un equipo animoso, entusiasta y atrevido acabó quedándose en otro amurallado y sobreprotegido, que entregó la pelota a las primeras de cambio. Beñat e Iriney apenas encontraron salidas después del primer cuarto de hora.

Eso le dio la posesión al Madrid, pero redujo sus espacios. La falta de territorio ahoga a Kaká, que al galope resulta demoledor pero no está hecho para colarse por las rendijas. Aun así, se ofreció siempre, puso voluntad y asumió la dirección de ataque. Sigue en expansión. Mourinho volvió a juntarle con Özil, jugador de parecidas funciones, pero con un fútbol menos vigoroso, más pausado, más distinguido. El problema es que el alemán no ha encontrado la estabilidad en su juego. Va y vuelve, emerge y se sumerge. Y, además, no se siente cómodo pegado al arcén derecho, posición a la que lleva la titularidad de Kaká. Intentó escapar de aquella cárcel, pero de su falta de intensidad, de su frialdad congénita, se contagió el equipo en la primera mitad.

El cambio

El Madrid comenzó a levantarse con dos larguísimos desplazamientos de Xabi Alonso, su eterno guionista, que con y sin intermediarios dejaron a Cristiano tres veces ante Casto. En el primer control lo echó todo a perder. Una rareza en quien casi nada necesita para dictar sentencia. Higuaín, que había encadenado dos hat-trick en dos semanas volvió a ser ese jugador irreductible que en el Madrid siempre ha sobrevivido contra todo pronóstico. Apenas le llegó nada antes del descanso. Después fue otra cosa. La primera que le entregó Cristiano la puso dentro. No deja pasar una

Aquel gol redujo a cenizas al Betis. Lo preparó Marcelo con un pase profundo a Cristiano, que cogió a Chica a pie cambiado. Casto no se atrevió a salir para no quedar desairado en el sprint y el portugués, con todo a favor para disparar, le entregó la gloria a Higuaín. Doce minutos después repitió gesto con Kaká, aunque el brasileño tuvo que poner más de su parte para rematar al Betis.

La goleada

La diferencia en el marcador invitó al Betis a desplegarse, y a campo abierto el Madrid es demoledor. Más ante una defensa adelantada. El tanto de Jorge Molina tuvo una respuesta inmediata y doble de Higuaín. Dos soberbios pases de Di María le lanzaron y de los dos sacó máximo partido: el primero lo resolvió con poco ángulo, el segundo con una cuchara 'raulista'. Benzema lo contempló con extrema preocupación desde el banquillo. Su competidor ha vuelto y tan feroz como siempre.

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