Goleó el Real Madrid, Higuaín fulmina al Espanyol


Madrid, As
El Real Madrid ha sabido hacer de la necesidad virtud y ha decidido iniciar una carrera en la que todos los rivales que decidan discutirle su velocidad serán puestos en evidencia. Engatusa a los contrarios con esa falsa concesión de espacios, que no es más que una invitación a ser destruidos; los atrae con la entrega de la posesión del balón, que no es más que la preparación para atacarlos a la contra. En definitiva, los atrapa con esa falsa sensación de inferioridad que transmite, aunque en ocasiones no sea tan falsa, y que suele acabar en un descuido que condena al rival. El Madrid, un conjunto que rara vez pierde la concentración, ha elegido ese camino para golpear a sus rivales, a los que fulmina al contragolpe y con su tradicional y demoledora pegada.

No es la versión más bella que se podría ver de este equipo, capacitado para ofrecer más, pero es el argumento sobre el que se está apoyando para compensar otras carencias, pero, sobre todo, para sumar victorias que garanticen tranquilidad, que aseguren paciencia y que permitan al equipo no perder el paso en la clasificación. Esas son sus armas y las emplea con la máxima eficacia. Las sutilezas, de momento, sólo se pueden encontrar en la perfecta coreografía con la que el Madrid interpreta cada contragolpe.

Su última víctima fue el Espanyol, que nunca perdió la cara al encuentro y trató al Madrid con descaro, pero se fue de vacío, como se irán casi todos los conjuntos que no sean capaces de empujar al Madrid a llevar la iniciativa y obligarle a construir el juego a partir de una negación de los espacios, tan vitales para su supervivencia y su éxito.

El Madrid apenas necesitó dos latigazos para deshacerse del Espanyol, al que fulminó con dos golazos Higuaín, que volvió como quien nunca se ha ido. Con el partido cerrado, el argentino tuvo tiempo de completar un hat-trick y entre medias Callejón puso la firma al tercer tanto de la noche. Contribuyó con algunos destellos Kaká, tan animado con espacios como inocuo sin ellos, pero que va logrando compensar la escasa aportación del distraído Özil. Cristiano regaló dos asistencias y Lass y Albiol, las dos grandes novedades en el once inicial, estuvieron más que correctos, en especial el internacional español. El primero como escudero de Xabi Alonso, al que descargó de mucho trabajo, y el segundo como pareja de Ramos en el centro de la defensa. Varane se quedó esta vez sentado en el banquillo y Arbeloa ejerció de lateral derecho.

El Espanyol, un equipo descarado y que acostumbra a ofrecer un trato amable del balón, metió músculo en el centro del campo. Pochettino situó a Romaric para entorpecer el trabajo de Xabi Alonso. Fue la única transgresión que se permitió el Espanyol a su filosofía, a su idea de mirar hacia delante con más ilusión que hacia atrás, pero también con más inconsciencia. El equipo de Pochettino no entiende el fútbol de otra forma y el Madrid terminó por invitarle a dibujar el escenario que más le gusta. Le entregó el balón, le esperó en su campo hasta conseguir que el Espanyol descuidara su espalda y le golpeó a la contra. Un contragolpe perfecto, no tan deslumbrante como el que construyó contra el Ajax, pero igual de letal.

Kaká, Cristiano e Higuaín se juntaron para fabricar un contraataque al que puso firma el argentino. Otra acción eléctrica, rapidísima y ejecutada con la precisión de cirujano con la que el Madrid acostumbra a diseccionar a la carrera a sus rivales.

Apenas se habían consumido 17 minutos y el Madrid ya tenía el duelo y al rival donde quería. Pero bien pudo variar el panorama antes. A los dos minutos mandó Cristiano Ronaldo el primer aviso, un misil que entre Cristian Álvarez y el poste impidieron que se convirtiera en el primer gol. La respuesta del Espanyol llegó al cuarto de hora, cuando Romaric estuvo cerca de batir a Casillas con un tiro desde el centro del campo.

Pese al gol de Higuaín, el Espanyol no renunció a sus ideas y continuó buscando al inspiradísimo Casillas, al que exigió una concentración total y al que obligó a lucirse y a volar sobre el césped de Cornellà para mantener su portería cerrada. Especial empeño en ello pusieron Sergio García y Javi Márquez, uno de los mejores mediocentros de la Liga, un futbolista de enorme talento, que se comporta con el aplomo de un veterano y tiene una inteligencia natural para interpretar los partidos e imponer el ritmo que más le interesa a su equipo en cada momento. Javi Márquez es uno de esos futbolistas que tienen la virtud de que sus pases siempre acaban en los pies del jugador adecuado y en el sitio justo.

Se creyó con opciones el Espanyol, que llevó la iniciativa durante un buen tramo del choque y fue malgastando todas sus ocasiones hasta que la realidad volvió a golpearle. Fue a los 67 minutos, cuando Higuaín enganchó de primeras un buen pase al hueco de Arbeloa y sorprendió a Cristian Álvarez. Un golazo con el que el Madrid echó el cierre al partido.

Llegó entonces el momento para que Mourinho rescatara de lo más profundo de su banquillo a Callejón y Granero. Al primero le concedió un cuarto de hora y al segundo apenas cinco minutos. Callejón celebró la vuelta a la que fue su casa convirtiendo el tercer gol del Madrid después de una brillante acción de Cristiano Ronaldo. La rúbrica al encuentro la puso Higuaín, que reclamó su espacio en este Madrid con tres goles. No es mal argumento para empezar a hablar.

RCD Espanyol:
Cristian Álvarez; Javi López, Forlín, Héctor Moreno, Dídac; Baena, Romaric (Cristian Alfonso, min.73), Javi Márquez (Dátolo, min.66); Verdú, Thievy (Weiss, min.56) y Sergio García.

Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Ramos, Albiol, Marcelo; Xabi Alonso, Lass (Khedira, min.70); Kaka (Granero, min.84), Özil (Callejón, min.76), Cristiano Ronaldo y Higuaín.

Goles: 0-1, min.16: Higuaín; 0-2, min.66: Higuaín; 0-3, min.82: Callejón; 0-4, min.89: Higuaín.

Árbitro: Teixeira Vitienes (comité cántabro). Amonestó a Thievy (min.23), Javi López (min.28), Romaric (min.31) y a Lass (min.49).

Incidencias: partido correspondiente a la séptima jornada de Liga BBVA disputada en el estadio de Cornellá-El Prat ante 34.423 espectadores.

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