Cristina Kirchner camina hacia un triunfo histórico
La presidenta argentina se convertirá en las elecciones del próximo domingo en una de las líderes más votadas
Buenos Aires, El País
Cristina Fernández de Kirchner puede lograr en las presidenciales del próximo domingo, día 23, un triunfo histórico, superior incluso al que consiguió el radical Raúl Alfonsín en 1983, y que significó el regreso de la democracia después de la dictadura militar. Las cuatro últimas encuestas publicadas la sitúan entre un 53,1% y un 52% del voto (Alfonsín logró el 51,7%) e, incluso, hay una que pronostica un 55,4%, lo que la colocaría solo por debajo de Hipólito Yrigoyen, en los años veinte, y del propio general Perón, que llegó a rebasar en una ocasión el 62%.
La campaña electoral, que se ha desarrollado con un tono apático, ha servido para confirmar el dominio que ejerce la actual presidenta y para consolidar una tendencia que ya quedó clara en las elecciones primarias celebradas en agosto, cuando Cristina Fernández obtuvo el 50,4% de los votos, con una diferencia de 38 puntos sobre su inmediato seguidor.
La formidable diferencia que se anuncia para el domingo puede ser también un dato sin precedentes. Los sondeos, que la Ley Electoral argentina prohíbe publicar desde ocho días antes de los comicios, predicen que las pretensiones de la oposición de forzar una segunda vuelta (caso de que Cristina Fernández no superara los 10 puntos de diferencia) son una fantasía y que la segunda plaza puede ser para el socialista Hermes Binner, pero con un porcentaje inferior al 20%.
Las arrolladoras encuestas han desactivado aún más la campaña e incluso la propia presidenta ha reducido sus actividades públicas, primero, por uno de sus frecuentes ataques de hipotensión, que le obligan a guardar reposo, y después, por el fallecimiento del compañero de su cuñada, Alicia Kirchner. Un acto electoral masivo que el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, quería celebrar con ella en el nuevo estadio de La Plata coincidiendo con el Día de la Lealtad Peronista quedó descartado y el cierre de la campaña kirchnerista se producirá, probablemente, el miércoles en el teatro Coliseo, de Buenos Aires, en un acto más reducido.
La sensación de impotencia de los distintos grupos de la oposición quedó reflejada en uno de los últimos anuncios de campaña del candidato radical, Ricardo Alfonsín. El diputado, hijo del expresidente de igual apellido y representante del partido con más historia de Argentina, reconoció paladinamente: “Probablemente usted vaya a ganar las próximas elecciones. Pero, con todo respeto, tengo la necesidad de decirle algo: no le creo nada”. “Alguien se lo tenía que decir a Cristina. ¿Y quien otro sino yo?”, enfatiza.
Alfonsín lucha por conseguir quedar en segundo lugar y no ser rebasado por Binner ni por ninguno de los dos peronistas críticos que también acuden a las presidenciales, Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Saá. Un resultado como el que predicen las encuestas abriría una etapa de fuerte crisis y recomposición de la oposición y obligaría seguramente a la retirada de algunos de sus actuales líderes.
La crisis sería patente en el caso de Elisa Carrió, del grupo Coalición Cívica, que fue capaz de enfrentar en 2007 con una brillante campaña a Cristina Fernández, que logró un meritorio 23%, y que ahora, en los comicios del próximo domingo, puede quedar, según los sondeos, por debajo del 3%,
En el caso del Partido Radical, el orden en el que se coloquen los líderes de la oposición es básico. Una derrota que supusiera bajar al tercer o cuarto lugar demostraría que la estructura partidaria que saltó por los aires en la crisis del corralito en 2001 sigue sin recomponerse y que la organización solo puede aspirar a defender la gobernación de algunas provincias y la existencia de un grupo parlamentario relativamente sólido, aunque minoritario.
Los sondeos demuestran también que, como dice la socióloga y publicitaria Doris Capurro, hoy por hoy “no hay peronismo fuera del kirchnerismo”. Las encuestas colocan a los dos candidatos peronistas críticos, que además acuden separados, en torno a un escuálido 10%. Está claro que el escenario político argentino sigue siendo abrumadoramente peronista (entre Cristina Fernández de Kirchner y los críticos pueden llegar a rondar el 80% del voto total), pero que la fuerza dominante es el sector kirchnerista.
De hecho, cuando CFK, como se la conoce también en Argentina, acabe su segundo mandato, a fines de 2015, el kirchnerismo habrá gobernado durante 12 años y medio seguidos, es decir, desde que Néstor Kirchner ganó las elecciones de 2003. Como recuerdan los historiadores, eso significará dos años más que Carlos Menem y tres más que Perón, los únicos que revalidaron mandato.
Los sondeos explican también las razones por las que Cristina Fernández encara las elecciones con una posición tan sólida y cómoda. Casi el 95% de los argentinos cree que va a ganar. Un 48%, según la consultora Poliarquía, cree que el país mejoró en estos últimos cuatro años. Un 52% cree que Cristina Fernández de Kirchner ha hecho un buen trabajo y valora el incremento del empleo y el crecimiento económico (Argentina lleva creciendo ocho años a un ritmo que ha oscilado entre el 7% y el 9% anual). Para los votantes, los únicos problemas claros son la inflación, que preocupa al 33%, y la inseguridad (22%).
La presidenta, que ahora no tiene una mayoría automática en el Parlamento, puede salir beneficiada del resultado de las elecciones parciales que se celebran también el domingo 23. No solo porque su grupo, el Frente para la Victoria, revalide o mejore ligeramente sus escaños, sino porque muy probablemente se le adhieran con rapidez diputados peronistas críticos, que ya han empezado a acercarse al calor de la Casa Rosada.
Buenos Aires, El País
Cristina Fernández de Kirchner puede lograr en las presidenciales del próximo domingo, día 23, un triunfo histórico, superior incluso al que consiguió el radical Raúl Alfonsín en 1983, y que significó el regreso de la democracia después de la dictadura militar. Las cuatro últimas encuestas publicadas la sitúan entre un 53,1% y un 52% del voto (Alfonsín logró el 51,7%) e, incluso, hay una que pronostica un 55,4%, lo que la colocaría solo por debajo de Hipólito Yrigoyen, en los años veinte, y del propio general Perón, que llegó a rebasar en una ocasión el 62%.
La campaña electoral, que se ha desarrollado con un tono apático, ha servido para confirmar el dominio que ejerce la actual presidenta y para consolidar una tendencia que ya quedó clara en las elecciones primarias celebradas en agosto, cuando Cristina Fernández obtuvo el 50,4% de los votos, con una diferencia de 38 puntos sobre su inmediato seguidor.
La formidable diferencia que se anuncia para el domingo puede ser también un dato sin precedentes. Los sondeos, que la Ley Electoral argentina prohíbe publicar desde ocho días antes de los comicios, predicen que las pretensiones de la oposición de forzar una segunda vuelta (caso de que Cristina Fernández no superara los 10 puntos de diferencia) son una fantasía y que la segunda plaza puede ser para el socialista Hermes Binner, pero con un porcentaje inferior al 20%.
Las arrolladoras encuestas han desactivado aún más la campaña e incluso la propia presidenta ha reducido sus actividades públicas, primero, por uno de sus frecuentes ataques de hipotensión, que le obligan a guardar reposo, y después, por el fallecimiento del compañero de su cuñada, Alicia Kirchner. Un acto electoral masivo que el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, quería celebrar con ella en el nuevo estadio de La Plata coincidiendo con el Día de la Lealtad Peronista quedó descartado y el cierre de la campaña kirchnerista se producirá, probablemente, el miércoles en el teatro Coliseo, de Buenos Aires, en un acto más reducido.
La sensación de impotencia de los distintos grupos de la oposición quedó reflejada en uno de los últimos anuncios de campaña del candidato radical, Ricardo Alfonsín. El diputado, hijo del expresidente de igual apellido y representante del partido con más historia de Argentina, reconoció paladinamente: “Probablemente usted vaya a ganar las próximas elecciones. Pero, con todo respeto, tengo la necesidad de decirle algo: no le creo nada”. “Alguien se lo tenía que decir a Cristina. ¿Y quien otro sino yo?”, enfatiza.
Alfonsín lucha por conseguir quedar en segundo lugar y no ser rebasado por Binner ni por ninguno de los dos peronistas críticos que también acuden a las presidenciales, Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Saá. Un resultado como el que predicen las encuestas abriría una etapa de fuerte crisis y recomposición de la oposición y obligaría seguramente a la retirada de algunos de sus actuales líderes.
La crisis sería patente en el caso de Elisa Carrió, del grupo Coalición Cívica, que fue capaz de enfrentar en 2007 con una brillante campaña a Cristina Fernández, que logró un meritorio 23%, y que ahora, en los comicios del próximo domingo, puede quedar, según los sondeos, por debajo del 3%,
En el caso del Partido Radical, el orden en el que se coloquen los líderes de la oposición es básico. Una derrota que supusiera bajar al tercer o cuarto lugar demostraría que la estructura partidaria que saltó por los aires en la crisis del corralito en 2001 sigue sin recomponerse y que la organización solo puede aspirar a defender la gobernación de algunas provincias y la existencia de un grupo parlamentario relativamente sólido, aunque minoritario.
Los sondeos demuestran también que, como dice la socióloga y publicitaria Doris Capurro, hoy por hoy “no hay peronismo fuera del kirchnerismo”. Las encuestas colocan a los dos candidatos peronistas críticos, que además acuden separados, en torno a un escuálido 10%. Está claro que el escenario político argentino sigue siendo abrumadoramente peronista (entre Cristina Fernández de Kirchner y los críticos pueden llegar a rondar el 80% del voto total), pero que la fuerza dominante es el sector kirchnerista.
De hecho, cuando CFK, como se la conoce también en Argentina, acabe su segundo mandato, a fines de 2015, el kirchnerismo habrá gobernado durante 12 años y medio seguidos, es decir, desde que Néstor Kirchner ganó las elecciones de 2003. Como recuerdan los historiadores, eso significará dos años más que Carlos Menem y tres más que Perón, los únicos que revalidaron mandato.
Los sondeos explican también las razones por las que Cristina Fernández encara las elecciones con una posición tan sólida y cómoda. Casi el 95% de los argentinos cree que va a ganar. Un 48%, según la consultora Poliarquía, cree que el país mejoró en estos últimos cuatro años. Un 52% cree que Cristina Fernández de Kirchner ha hecho un buen trabajo y valora el incremento del empleo y el crecimiento económico (Argentina lleva creciendo ocho años a un ritmo que ha oscilado entre el 7% y el 9% anual). Para los votantes, los únicos problemas claros son la inflación, que preocupa al 33%, y la inseguridad (22%).
La presidenta, que ahora no tiene una mayoría automática en el Parlamento, puede salir beneficiada del resultado de las elecciones parciales que se celebran también el domingo 23. No solo porque su grupo, el Frente para la Victoria, revalide o mejore ligeramente sus escaños, sino porque muy probablemente se le adhieran con rapidez diputados peronistas críticos, que ya han empezado a acercarse al calor de la Casa Rosada.