Comunidad de mochileros desembarca en La Paz, formato hostal 'backpackers'
La Paz, Abi
Vienen de Holanda, Eslovenia o Irlanda. Compran edificios viejos, los renuevan y colocan numerosas camas en cada cuarto, donde es posible.
La comunidad de mochileros, europeos, estadounidenses, israelíes, algo menos de brasileños y en mucha menor proporción argentinos se dirige, como atraída por imán, a esos establecimientos que se han tomado en silencio y lo más probable con importantes inversiones, esos vetustos caserones -que se caían de viejos, hacinados y sucios, convertidos la mayor parte en conventillos de murciélagos- erguidos a finales del siglo XIX y hasta la década los '30 del siglo XX, emplazados en el centro de La Paz.
Dos de ellos devinieron emblemáticos, uno situado frente a la Policía de la calle Loayza (Regimiento 2), en lo que fuera en los '80 un hotel, y el otro a la vuelta, de camino al estadio Siles, para quien conoce La Paz, surtido en una casa de esas tradicionales familias paceñas, con portón, zaguán, enrrejado forjado al fuelle, patio primero de mosaicos, perfectamente cuadrado y flanqueado por habitaciones múltiples de paredes de madera y escalinatas de roble y mara, portones de arco de medio punto y todo al estilo ibérico, que huele a la década de los '40 del siglo anterior.
Así, se encuentra en la zona central un 'backpackers hostal' en un antiguo edificio: fachadas estilísticas de colores subidos, puerto de madera que esconde escaleras para llegar al vestíbulo, ampliado con espejos.
Después está la entrada real, una recepcionista acoge el turista en inglés.
Al fondo, se lee todos los nombres de los ocupantes. Alguna noche, este hostal logra hasta 190 reservas.
Cabeza rubia, mochila y máquina de fotos. Se ve de lejos que están de turistas.
Por 55 bolivianos, el viajero se descansa en un dormitorio de 6 personas y recibe el desayuno. Primer plato clásico que se sirve entre la 7 y la 1 de la tarde.
Así en la lógica del mochilero, viajar significa también festejar en bares enrollados. bebidas, por lo general baratas y abundantes, Dj's y chicas.
Otro rasgo característico: quedan siempre conectados en internet. Hablan con sus amigos o fijan cita con otros mochileros encontrados en el camino.
Pues generalmente los jóvenes tienen computador y cada hostal propone wifi a discreción.
Se puede sospechar que al final los viajeros quedan entre ellos. O que hacen la fiesta sin aprovechar de la riqueza cultural del país.
Pero al mismo tiempo, esta actividad desarrolla la economía paceña. Atrae al turista a la búsqueda de aventura alejada de su vida cotidiana.
Crea empleo para los bolivianos, entretiene y da frescor a los viejos edificios y divulga imágenes positivas de La Paz. Así se nota que el turismo evoluciona. Y deja sitio a la creación respetando la tradición.
Si desde siempre nos les cruzamos en la calle, hoy se anota nuevo concepto. Viajar a través de América Latina. ¿La Paz como pasaje obligatorio?, con solamente una mochila. Y además, de manera muy económica.
Se entiende, por supuesto, barato, según el valor de cambio del dinero del país de origen de cada uno.
Por la mayoría, lucen jóvenes y vienen de Europa. Solitario o en pareja, a menudo. Siguen en secreto la ruta del Che, como el mito revolucionario de esta generación.
Desde 3 años, los investigadores confían en este concepto en La Paz.
Vienen de Holanda, Eslovenia o Irlanda. Compran edificios viejos, los renuevan y colocan numerosas camas en cada cuarto, donde es posible.
La comunidad de mochileros, europeos, estadounidenses, israelíes, algo menos de brasileños y en mucha menor proporción argentinos se dirige, como atraída por imán, a esos establecimientos que se han tomado en silencio y lo más probable con importantes inversiones, esos vetustos caserones -que se caían de viejos, hacinados y sucios, convertidos la mayor parte en conventillos de murciélagos- erguidos a finales del siglo XIX y hasta la década los '30 del siglo XX, emplazados en el centro de La Paz.
Dos de ellos devinieron emblemáticos, uno situado frente a la Policía de la calle Loayza (Regimiento 2), en lo que fuera en los '80 un hotel, y el otro a la vuelta, de camino al estadio Siles, para quien conoce La Paz, surtido en una casa de esas tradicionales familias paceñas, con portón, zaguán, enrrejado forjado al fuelle, patio primero de mosaicos, perfectamente cuadrado y flanqueado por habitaciones múltiples de paredes de madera y escalinatas de roble y mara, portones de arco de medio punto y todo al estilo ibérico, que huele a la década de los '40 del siglo anterior.
Así, se encuentra en la zona central un 'backpackers hostal' en un antiguo edificio: fachadas estilísticas de colores subidos, puerto de madera que esconde escaleras para llegar al vestíbulo, ampliado con espejos.
Después está la entrada real, una recepcionista acoge el turista en inglés.
Al fondo, se lee todos los nombres de los ocupantes. Alguna noche, este hostal logra hasta 190 reservas.
Cabeza rubia, mochila y máquina de fotos. Se ve de lejos que están de turistas.
Por 55 bolivianos, el viajero se descansa en un dormitorio de 6 personas y recibe el desayuno. Primer plato clásico que se sirve entre la 7 y la 1 de la tarde.
Así en la lógica del mochilero, viajar significa también festejar en bares enrollados. bebidas, por lo general baratas y abundantes, Dj's y chicas.
Otro rasgo característico: quedan siempre conectados en internet. Hablan con sus amigos o fijan cita con otros mochileros encontrados en el camino.
Pues generalmente los jóvenes tienen computador y cada hostal propone wifi a discreción.
Se puede sospechar que al final los viajeros quedan entre ellos. O que hacen la fiesta sin aprovechar de la riqueza cultural del país.
Pero al mismo tiempo, esta actividad desarrolla la economía paceña. Atrae al turista a la búsqueda de aventura alejada de su vida cotidiana.
Crea empleo para los bolivianos, entretiene y da frescor a los viejos edificios y divulga imágenes positivas de La Paz. Así se nota que el turismo evoluciona. Y deja sitio a la creación respetando la tradición.
Si desde siempre nos les cruzamos en la calle, hoy se anota nuevo concepto. Viajar a través de América Latina. ¿La Paz como pasaje obligatorio?, con solamente una mochila. Y además, de manera muy económica.
Se entiende, por supuesto, barato, según el valor de cambio del dinero del país de origen de cada uno.
Por la mayoría, lucen jóvenes y vienen de Europa. Solitario o en pareja, a menudo. Siguen en secreto la ruta del Che, como el mito revolucionario de esta generación.
Desde 3 años, los investigadores confían en este concepto en La Paz.